El separatismo lleva tanto tiempo instalado en el discurso victimista del agravio que ha perdido el contacto con la realidad. Por eso, la devolución de las 44 piezas del Monasterio de Sijena es la mayor lección de humildad que ha dado Aragón al nacionalismo catalán en 40 años de democracia. El cumplimiento del auto judicial es un reconocimiento a la dignidad de Villanueva de Sijena frente al discurso cobarde de Carles Puigdemont.
Es muy fácil envolver un conflicto histórico-judicial en una maraña de ideología y sentimientos territoriales. Es muy fácil, como ha hecho Puigdemont este lunes, manipular un litigio sobre 44 piezas acusando a España de país fascista que ha dado un golpe de Estado para "expoliar" Cataluña. Es más fácil coger un avión en Marsella y huir a Bruselas que dar la cara en casa. Por sus hechos les conoceréis.
Lo difícil es combatir la dialéctica populista del botín de guerra con la ley, incluso en su vertiente impopular y a diez días de las elecciones autonómicas más importantes de la historia reciente en Cataluña. Si no se hubiera devuelto el tesoro de Sijena, España sería hoy un país todavía más acomplejado que ayer.
El separatismo lleva tanto tiempo instalado en el discurso del agravio que ha perdido contacto con la realidad
Los que somos aragoneses conocemos de sobra el litigio con la Generalitat de Cataluña por los bienes artísticos de la Franja. Sijena es sólo uno de los tres procesos abiertos en la disputa por la propiedad de varios centenares de obras de entre los siglos X y XV pertenecientes a parroquias en la zona limítrofe entre las dos comunidades. Es un caso que mezcla el derecho canónico y el administrativo. Y que en el fondo es un pleito sobre la disgregación del patrimonio de Sijena y no un contencioso político, como algunos quieren vender.
Hay otras dos sentencias pendientes de ejecución, que son favorables a Aragón. La primera afecta a 115 piezas de la Franja aragonesa, que fueron trasladadas a Lérida entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las parroquias de Huesca pertenecían entonces a una diócesis catalana. Cuando la Iglesia creó después la diócesis de Barbastro-Monzón en Aragón, estas parroquias reclamaron a Lérida la devolución de las piezas. El Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, máximo órgano judicial del Vaticano, falló en 2015 a favor de la diócesis aragonesa. El traslado de las obras sacras está pendiente de cumplir.
La segunda sentencia, que data de julio del 2016 y es de un tribunal ordinario, exige la devolución de un conjunto mural del Monasterio de Sijena que se expone en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona. Las pinturas datan de los siglos XI y XII y se trasladaron a Cataluña durante la Guerra Civil. Al igual que en el caso de las 44 piezas que han regresado a Aragón, esta última sentencia puede recurrirse al Supremo.
Aragón no ha retorcido el contencioso de Sijena para alimentar un sentimiento anticatalanista
La batalla de Villanueva de Sijena, un pueblo de 400 habitantes, ha sido la victoria de David contra Goliat. Este litigio afectaba a 91 obras. La Generalitat devolvió unas 50 tras el primer auto de ejecución de sentencia hace más de un año. Las autoridades catalanas retornaron las piezas de menor valor y se quedaron las 44 más preciadas y valiosas.
Nadie en Aragón utilizó la arbitrariedad de la Generalitat para lanzar a los aragoneses contra los catalanes. ¿Quién puede cumplir una sentencia a la carta? El nacionalismo ha vivido demasiado tiempo instalado en la impunidad. El Gobierno de Aragón, de uno y otro color, ha tenido en su mano la promoción de manifestaciones como las de la Diada. Había caldo de cultivo para alentar el sentimiento anticatalanista. Pero los partidos aragoneses renunciaron a utilizar el litigio como ariete electoral de unos contra otros en busca de un bien superior: conseguir la devolución de los obras en estricto cumplimiento de la ley.
En los más de 20 años que dura este proceso, Aragón ha evitado retorcer el conflicto. Ningún medio ha hecho editoriales difamatorios acusando a Cataluña de fascista y opresora. A ningún niño le han enseñado en la escuela que Catalunya ens roba porque no devuelve el patrimonio de la Franja. Más bien, al contrario. Si algo nos han enseñado en la escuela (al menos a mi generación) es que Aragón y Cataluña formaron parte del mismo reino durante muchos siglos, que compartimos bandera y que hay una zona de Aragón en la que también se habla catalán.
En el caso de Sijena, la Generalitat ha ignorado deliberadamente la legalidad durante años
La decisión del juez de invocar el 155 para que la nueva autoridad en Cataluña cumpliera un auto de ejecución que ya estaba vigente es sólo una anécdota elevada a categoría por el independentismo. Sijena en particular y Aragón en general han dado una lección de fe en la Justicia a pesar de los desplantes de la Generalitat. La propaganda contra España fractura a la sociedad. Pero se puede entender como política si no traspasa ciertos límites.
Lo que no tiene pase en un Estado de derecho es el desprecio deliberado a la legalidad, como ha ocurrido en este caso. Un ayuntamiento de 400 habitantes ha ganado una batalla que sirve de ejemplo a pequeña escala de lo que espera a los muñidores del proceso separatista. La Justicia no entiende los tiempos de la política, pero es inexorable.