Mucho se ha hablado en los últimos años sobre el modelo productivo en España y los sectores que actúan como locomotoras de la economía nacional. Se suele pensar, con toda lógica, en el turismo y el sector agroalimentario como grandes cabezas tractoras, y a partir de ahí hay otros sectores fuertes: financiero, energético, construcción, automoción, textil... Pero pocas veces se menciona el sector sanitario entre los grandes motores económicos de este país, a pesar de que ya representa directamente en torno al 9,2% del PIB nacional (un 6,5% de origen público y un 2,7% de origen privado).
Podría parecer que los pilares de nuestro Estado del Bienestar, como la Sanidad o la Educación, por el hecho de serlo, no generan empleo –a menudo muy cualificado–, no realizan inversiones multimillonarias –en gran parte en investigación y tecnología– o no suponen un enorme círculo virtuoso de nuestra economía con numerosos sectores implicados directa o indirectamente.
El llamado gasto sanitario público, al que el ministro Bernat Soria calificó como inversión y no como gasto, representa la partida más importante de los presupuestos de las comunidades autónomas. Pero si a los más de 100.000 millones de euros que supone cada año la Sanidad de manera directa (más de 34.000 millones correspondientes a la sanidad privada) se sumaran las partidas involucradas indirectamente (construcción, textil, alimentación, tecnología, transporte, etcétera), no cabría ninguna duda sobre su potencia como sector económico destacado ahora y en el futuro.
Entender la participación privada como elemento descongestionador de la Sanidad pública ha sido un acierto
Un estudio elaborado por el Institute for Healthcare Management (ESADE) y Antares Consulting prevé un incremento del gasto sanitario público en España de entre el 50% y el 75% entre 2015 y 2025. Las proyecciones del World Economic Forum van más allá y manejan un escenario en el que el conjunto del gasto sanitario en nuestro país superaría el 20% del PIB en 2040. Solo en la atención a pacientes crónicos se prevé que el gasto sanitario pase de los 50.000 millones de euros en 2011 a 78.000 millones en 2020, según datos del Informe Cronos: hacia el cambio de paradigma en la atención a enfermos crónicos, elaborado en 2014 por The Boston Consulting Group (BCG).
No podemos olvidar, además, que se trata de un sector que ayuda a potenciar la marca España. Por un lado, la creación de infraestructuras sanitarias y la propia labor diaria en los centros sanitarios generan un importante volumen de actividad económica y contribuyen al crecimiento. Por otro lado, crea empleo directo de calidad: solo entre los profesionales sanitarios colegiados, España cuenta con más de 750.000 y esta cantidad más que se duplica si se contabiliza el resto de trabajadores de la Sanidad. Y a todo ello cabe añadir también el turismo sanitario, que puede suponer unos ingresos en nuestro país de cerca de 1.000 millones de euros al año.
Por lo tanto, la Sanidad debe estar por derecho propio en la agenda económica de cualquier gobierno y debe ser considerada no solo en términos de gasto y como arma política, sino como un sector estratégico en el presente y el futuro del desarrollo económico y social en España. Los retos a los que nos enfrentamos son de sobra conocidos, con una población cada vez más envejecida y un creciente porcentaje de pacientes crónicos. Entender la participación privada como un complemento y un elemento descongestionador de la pública ha sido un acierto que debemos potenciar.
Hablar en términos económicos y productivos del sector sanitario no significa renunciar a su valor más importante: la salud y el cuidado de los ciudadanos en su condición de pacientes. En el Día Mundial de la Salud, podemos estar orgullosos de contar en España con un sistema sanitario que nos ha permitido ser el segundo país del mundo en esperanza de vida. Beneficio económico y social se unen en un sector fundamental para nuestro desarrollo.
*** Cristina Contel es presidenta de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE).