SÍ. Decía Manuel Azaña, “príncipe de nuestros francófilos”, según lo llamó con malvadas intenciones el historiador germanófilo Antonio Tovar, que en Francia podían encontrarse soluciones para algunos problemas graves que afligían a España. Albert Rivera parece haberse inspirado en Azaña con el bombazo político hecho público el jueves pasado: ha propuesto al barcelonés parisino Manuel Valls, ex primer ministro de Francia, ser cabeza de lista de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona en las elecciones municipales de mayo de 2019.
Si la jugada le sale bien, y para eso bastará con que Valls diga oui, gane o pierda luego, Rivera se apuntará tres tantos a la vez. Decisivos para su imagen nacional e internacional:
1) Será el único líder político español de nuestra democracia que habrá llevado en sus listas a un antiguo primer ministro de otro país. Y no de un país cualquiera, de Francia. La grandeur será suya. Rajoy, si sigue, tendrá en sus listas a personajes tan relevantes y tan frescos como Javier Arenas. Frente a esto, Rivera contará con un político que ha vivido en el Palacio de Matignon, donde en los años 40 del siglo pasado residió el mismísimo Charles de Gaulle.
2) Rivera conseguirá con este golpe, ya lo ha conseguido de hecho, la contra-internacionalización al procès separatista catalán. De Cataluña no se hablará en Berlín, Edimburgo, Bruselas o Ginebra porque en estas capitales haya catalanes independentistas “refugiados”, sino porque un ex primer ministro francés quiere ser alcalde de Barcelona, la capital de una Cataluña constitucionalista, dentro de una España democrática. La internacionalización del proceso constitucionalista inverso.
3) Si Manuel Valls acepta ser el candidato a la alcaldía, Ciudadanos tendrá un cabeza de lista ganador, con un perfil ideológico muy apetecible para el centro, la derecha y la izquierda moderada, los tres puntos cardinales políticos: además de beneficiarse del efecto centrador Arrimadas, pescará votos entre desencantados del PSC, como militante socialista que lo fue durante 37 años en Francia, así como del hundimiento del PP, cuyos votantes más liberales y europeístas están huérfanos.
Decía Manuel Azaña, impregnado por la cultura francesa aunque tan español como Miguel de Cervantes, paisano suyo de Alcalá de Henares, que su sensibilidad estaba en Alcalá y en El Escorial, pero se había afinado en París. Pues algo parecido ha conseguido Rivera sacándose de la manga a Valls: su sensibilidad se movía entre Barcelona y Madrid, pero ha adquirido una dimensión de líder sibilino e internacional con la propuesta de fichaje de Valls, ex alcalde de Evry, una localidad que forma parte del área metropolitana de París.
¿Pero cómo es Manuel Valls, nacido en Barcelona en 1962, hijo del pintor español Xavier Valls, residente desde hace muchísimos años en Francia, y de madre suiza italiana? El filósofo francés Emmanuel Mounier, en su Tratado sobre el Carácter, habla de esos sujetos obsesionados con cumplir con su vocación. Creo que fue Ortega y Gasset quien dijo que la felicidad está en hacer de tu vida la biografía de tu vocación.
Para Mounier hay personajes que sólo viven para lo que él llama “la organización de un porvenir”. En el caso de Manuel Valls, como le sucedió también a Manuel Azaña, a Adolfo Suárez, a Felipe González y al mismo Albert Rivera, organizar el porvenir implica querer organizar el porvenir de los demás. Seguramente en esto consiste la vocación política.
La vocación de Valls, desde luego, es la política. Cuando a los 17 años decidió ingresar en el Partido Socialista francés, hubo dudas de si podían darle el carné al ser un español con la nacionalidad francesa aún en trámite. Curiosamente, casi 40 años después han surgido voces poniendo en duda la idoneidad de que un francés pueda ser un candidato adecuado para regir Barcelona.
El ex ministro del Interior francés Valls, diputado como lo fue el cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, ha conseguido que se echen a temblar en los cuarteles del resto de los partidos políticos, desde Barcelona en Comù a JuntsxCat, ERC, PSC… Y, más que nadie, la alcaldesa Ada Colau. Todos, menos en el PP barcelonés, estos por rigor mortis, y los de la CUP, que viven entre el cielo y la tierra, entre la utopía y la distopía.
Valls pronostica que la socialdemocracia está muerta, que Europa tiene que encontrar otra vez un proyecto, que hay que reconciliar la izquierda con el pensamiento liberal, y que esto pasa por el centro. Ha pregonado el ideal laico, que el centrismo es la única arma política para vencer a los populismos de derechas y de izquierdas…
Valls pronostica que la socialdemocracia está muerta, que Europa tiene que encontrar otra vez un proyecto, que hay que reconciliar la izquierda con el pensamiento liberal, y que esto pasa por el centro
Y, también, que su vida “es lo que es, la contradicción o la suma de lo que es hoy la política”. Divorciado, con cuatro hijos de su primer matrimonio, acaba de separarse de su segunda pareja oficial, la violinista Anne Gravoin. Acto seguido presentó a su nueva novia, Olivia Gregorie, portavoz de República en Marcha –el partido de Macron- en la Asamblea Nacional francesa, en la que Valls es aún parlamentario.
Dentro de nada sabremos si gana Olivia y sigue en París, o a Valls le puede la erótica del poder, muy seductora para él. Valls tiene mucha familia en Barcelona, como su hermana. Entre sus parientes está el autor de la letra del himno del Barcelona. Recordemos que el Cant del Barça dice: “Tot el camp/ es un clam/ som la gent Blau Grana” (Todo el campo es un clamor, somos la gente azulgrana). “Tan se val/ d´on venim/ si del sud o del nord” (No importa de dónde vengamos, si del sur o del norte).
Del norte viene Manuel Valls, el 'Valls¡ de Rivera que en una jugada propia de su admirado Macron quiere que, como el vals, Barcelona gire hasta tener un alcalde de Ciudadanos. En las elecciones autonómicas del pasado 21-D, C´s se convirtió en la fuerza más votada, con los 219.542 votos conseguidos por la andaluza barcelonesa Inés Arrimadas. ¿Conseguiría el parisino barcelonés Manuel Valls multiplicar por tres, como mínimo, los 77.279 votos de C´s en las últimas municipales en Barcelona, el 24 de mayo de 2015? Si así sucediera, los concejales que obtengan PSC y PP no podrían dejar de apoyar la lista naranja si la aritmética suma hasta los 21 concejales, que da la mayoría absoluta.
Si Valls fructifica en candidato será un éxito, como decimos, para la imagen de Rivera. En caso contrario, el golpe ya lo ha dado. Aunque, eso sí, el arrojo de la naranja mecánica se transformaría en revolucionario si hiciera una jugada similar en Madrid. ¿Se imaginan el efecto de tener al Nobel peruano español Mariano Vargas Llosa como candidato naranja a la alcaldía de la capital de España y a Begoña Villacís como cabeza de lista para la Comunidad de Madrid? Soñar es de escritores y, conseguirlo, de líderes valientes.