Decir a estas alturas que los medios públicos catalanes son una pieza más del engranaje separatista es como descubrir el Mediterráneo. De hecho, más allá de los propios interesados, poca gente se atreve a mantener lo contrario y buena muestra de ello es que Núria Llorach, presidenta de la Coorporación Catalana de Mitjans Audiovisuals, está imputada por desobediencia en relación al referéndum ilegal del 1-O y que Vicent Sanchis, director de TV3, es un conocido independentista radical.
La cadena está plagada de cargos directivos, presentadores y colaboradores que claramente defienden el separatismo -muchos de ellos son activistas de la causa-, mientras escasean los que defienden claramente la Constitución y seguir siendo catalanes y españoles. Así las cosas, parece bastante evidente el sesgo de los medios públicos catalanes.
La televisión y la radio públicas catalanas son una herramienta de propaganda al servicio del procés y son los grandes difusores de un relato supremacista en el que Cataluña es un “solo pueblo”, que goza de unas instituciones democráticas desde la Edad Media y que perdió su libertad en 1714. Ese “un solo pueblo” es todo democrático, pacífico, familiar y festivo y a favor de la secesión. Huelga decir que más de la mitad de los catalanes quedan fuera de ese relato, siguiendo la estela de Carme Forcadell que dijo que Cs y PP no son pueblo de Cataluña o Quim Torra, que tiene infinidad de artículos denigratorios contra todos aquellos que tenemos nuestros orígenes fuera de Cataluña y consideramos que tanto el catalán como el español son nuestras lenguas, o sencillamente todos aquellos catalanes que nos sentimos también españoles. Por poner solo algunos ejemplos, para el que debería ser el presidente de todos los catalanes pero que actúa como el presidente de un CDR somos “bestias con forma humana y una tara en nuestro ADN” o españoles que vivimos en Cataluña y que jamás hemos hecho nada relevante.
El “humor” se usa para defender barbaridades, ya sea quemar una Constitución o insultar a los constitucionalistas
TV3 contribuye a difundir ese relato y los partidarios de seguir en España siempre aparecen relacionados con la extrema derecha. En el documental titulado “¡Arriba España!” del programa 30 minuts dedicado a la extrema derecha, se explica que estas organizaciones “se mezclan con las manifestaciones unionistas y las acaban liderando”. O sea, para TV3, los millones de catalanes que votan a partidos constitucionalistas, así como el primer partido de Cataluña son un apéndice de la extrema derecha. Increíble.
Sin embargo, cuando a las manifestaciones separatistas de la Diada acuden partidos xenófobos y de ultraderecha europeos, TV3 ni lo menciona. Esta idea que el documental verbaliza con nitidez es la misma que vertebra cualquier aproximación a una manifestación constitucionalista o a las personas que quitan lazos. Rápidamente son relacionados con la extrema derecha o, incluso, con grupos paramilitares, tanto en los informativos (con un poco más de sutileza), en las tertulias (de todo menos plurales) y, sobre todo, en el supuesto “humor” (por poner solo un ejemplo, este sketch del programa Polònia en el que los ciudadanos que quitan lazos son relacionados con el grupo de violentos de La Naranja Mecánica y con el franquismo.
Esto último es importante porque el “humor” es la coartada que sirve para defender todo tipo de barbaridades, ya sea quemar una Constitución en directo o verter insultos machistas sobre Inés Arrimadas o insultos homófobos sobre Miquel Iceta. Con respecto a estos vomitivos insultos que merecieron la condena de una gran parte de la sociedad y del arco político, la imputada Llorach afirmó para disculpar a Albà que “no olvidemos que es un clown, es un humorista. Lo hace en clave de humor”.
Noticias sobre la violencia separatista que salen en televisiones nacionales, no han encontrado ningún eco en TV3
Así, pues, vemos que los insultos a los constitucionalistas son la tónica general en TV3 y no solo salen gratis sino que son premiados con horas de parrilla. Está este tipo de manipulación, pero luego hay otro que es el de silenciar todo aquello que rompa con el relato antes señalado del movimiento separatista como democrático, pacífico, familiar y festivo. Cuando una mujer recibió una paliza e insultos xenófobos delante de sus hijos mientras quitaba lazos amarillos, TV3 dio por buenas las palabras del agresor de que se trataba de una pelea por “una cuestión de civismo”. Curiosa concepción del civismo aquella que acaba con la agresión a una mujer. No bastante con eso difundió en bucle que las dos partes afirmaban que la “pelea” no había sido por motivos políticos. No hablaron con la víctima y sacaron de contexto una frase del marido para realizar tal afirmación que nunca, repito, nunca fue dicha por parte de la agredida o su marido.
Otro ejemplo es el de Manuel García, el valiente hotelero de Blanes que se enfrentó a los comandos separatistas que estaban señalando su negocio con plásticos amarillos y tuvo que sufrir el acoso, los escraches y el boicot en las redes sociales de los separatistas. Esta noticia, que ha sido portada de periódicos y que ha ocupado muchos minutos en las televisiones nacionales, no ha encontrado ningún eco en TV3. Este suceso es una muestra clara de que no todo el movimiento independentista es pacífico y de que la fractura social en Cataluña es profunda. Y Manuel García representa también a todos esos catalanes hartos del abuso del espacio público por parte de los separatistas, representa a los catalanes emprendedores que se levantan cada día para sacar adelante su negocio. Y representa, sobre todo, a esa mayoría de catalanes que no quieren separarse del conjunto España y que, por supuesto, no son ni de extrema derecha ni paramilitares como la imagen que se empeña en difundir TV3. Manuel García representa a esa Cataluña que para TV3 no existe, esa Cataluña que no aparece nunca en sus pantallas.
TV3 manipula cada día, bien con insultos a una parte importante de la sociedad o bien ignorando su existencia. TV3 ha desconectado de gran parte de la sociedad y, en consecuencia, esa gran parte de la sociedad ha desconectado también de TV3. Literalmente.
*** Sonia Sierra es diputada del Parlamento de Cataluña.