El mensaje que los responsables religiosos musulmanes puedan trasladar cada viernes a los asistentes a las mezquitas españolas es, sin duda, un motivo de preocupación para los responsables de muchos países europeos y árabes.
Desde la irrupción del terrorismo islámico en todo el mundo, los discursos que los imanes dirigen a sus fieles se han convertido, no sin razón, en objeto de seguimiento por parte de muchos servicios de Inteligencia y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
El problema, así planteado, es el resultado de una pugna soterrada, pero no por ello menos importante, entre los seguidores del yihadismo global -que se apoya doctrinalmente y en mayor medida en la rama wahabí del Islam- y el discurso religioso ortodoxo del resto de escuelas que se realiza en las sociedades occidentales.
La lucha por la supremacía del mensaje se produce en las mezquitas pero también en los medios de comunicación, televisión, prensa e internet. En este sentido, cabe destacar la fluidez del discurso yihadista en algunas de las plataformas mencionadas, sobre todo internet, y la aparente apatía y falta de atracción por parte del discurso religioso más moderado.
Durante décadas Arabia Saudí, principal impulsora de esta ideología radical, ha estado presente en todos los rincones del mundo, difundiendo allá donde ha podido la versión más rigorista de la religión musulmana mediante la construcción de mezquitas afines en las que se hace proselitismo de la lectura rígida de los textos musulmanes sagrados y se divulgan libros de carácter salafista.
La Política Religiosa Saudí, ha conseguido permeabilizar la ideología radical wahabí a otras corrientes del Islam
Este fenómeno, que podemos catalogar como Política Religiosa Saudí, ha conseguido permeabilizarse a otras corrientes del Islam en las que muchos imanes, sin ser oficialmente seguidores de la ideología wahabí, de forma consciente o inconsciente, realizan proselitismo del Islam más radical.
Lejos de ser una casualidad, los responsables de Arabia Saudi buscaban precisamente este objetivo estratégico aprovechándose en parte de la formación deficiente de muchos imanes y responsables religiosos.
Conocedores de este hecho, desde los años sesenta, las universidades saudíes, como la Universidad Rey Saúd o la Universidad Rey Abdulaziz, han estado ofertando cursos y estancias a estudiantes venidos de todas partes del mundo árabe-musulmán, independientemente de cuáles fueran las escuelas religiosas oficiales de cada uno de sus respectivos países.
Las materias que se estudian durante su estancia en estos centros se imparten desde la perspectiva propia de la ideología wahabí, por lo que los estudiantes no saudíes van interiorizando como propios los conceptos radicales de esta escuela.
Muchos sheijs salafistas reconocidos actualmente en Marruecos, Argelia u otros países del entorno, se han doctorado en las universidades saudíes. Este es el caso por ejemplo de Abderrahman Al Maghraoui, presidente de la Asociación por la Predicación por el Corán y la Sunna en Marruecos, que dirige una red de escuelas coránicas en ese país. Al Maghraoui defendió su tesis doctoral sobre la corriente malikí, la escuela oficial en Marruecos, pero desde una perspectiva salafista.
El mimetismo del mensaje radical y su irrupción en otras escuelas del Islam no solo se da en países de raigambre islámica
Aunque Al Maghraoui se define como malikí, su discurso apenas difiere del salafismo extremista. Podríamos decir lo mismo sobre la escuela Ashaarit, que el wahabismo ha consiguido penetrar con sus postulados.
El mimetismo del mensaje radical y su irrupción en otras escuelas del Islam no solo se da en países de raigambre islámica. Se puede detectar también en personas afincadas en Europa como es el caso de Lahsen El Himer, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Andalucía y de la Comunidad Musulmana de Granada, que contribuye con su mensaje radical a la propagación de la ideología más extremista del Islam. Lahsen El Himer niega la existencia de una influencia saudí en su discurso religioso pero es habitual que aparezcan conceptos asumidos tanto de la escuela wahabí como malikí.
Ante esta situación, y dada la elevada capacidad de influencia y liderazgo que el Himer ejerce en el entorno asociativo andaluz, cabe plantearse si es la persona más idónea para seguir ejerciendo un cargo como el que ostenta o habría que pensar en su relevo en pos de la seguridad.
Las autoridades, especialmente las andaluzas, han de ser conscientes de la gravedad y el riesgo que representa la difusión de un mensaje radical como el que transmite Lahsen El Himer, a ello habría que unir las sospechas cada vez más fundadas de que utiliza en beneficio propio el dinero proveniente de subvenciones públicas destinadas a fines sociales y a la asociación que preside.
*** Hassan Sejelmasi es investigador especializado en estudios sobre salafismo y radicalismos.