“Cause I’m the taxman and you’re working for no one but me”. George Harrison.
España es el único país que conozco donde en tertulias, televisiones y radios se habla siempre del salario neto. “No se puede vivir con x euros al mes”, es una típica frase.
Recuerdo en una ocasión que pregunté a una de las invitadas en un programa: “¿brutos o netos?”. La pregunta sorprendió, y pasaron unos segundos. Era la cifra de salario neto.
Y es que lo aterrador de la anécdota es que esa persona cobraba en neto casi un 40% menos de lo que cobraba en bruto. Si avanzamos en la escala retributiva, desaparece más del 50%.
En España, el contribuyente medio dedica 177 días de sueldo anual para pagar impuestos.
Las rentas altas, por su parte, trabajan 180 días al año sólo para pagar impuestos.
Si partimos de un contribuyente soltero y sin hijos que gana 150.000 euros brutos al año, vemos que su cuña fiscal ya es del 48,25% en las comunidades autónomas del régimen común, y que llega hasta el 53,11% en Navarra.
Ya avanzamos este fin de semana que el último truco del PSOE y Podemos es una nueva subida de impuestos a la inmensa mayoría de trabajadores.
Sobre el salario bruto medio anual publicado por la Agencia Tributaria (AEAT) de 2017 (25.038 euros) supone una disminución de la renta disponible (incremento de la brecha fiscal) del 2,6%. Si lo hacemos sobre el salario bruto medio del sector privado (80% de los asalariados con un salario bruto medio de 22.933 euros) la disminución es del 2,8%.
Eso sí, nos dicen que van a subir el sueldo a los funcionarios… mientras le bajan la renta disponible a todos los demás.
La OCDE ya muestra que España tiene una de las brechas fiscales más altas. Brecha fiscal es la diferencia entre lo que cobramos en bruto y lo que percibimos en nuestra cuenta bancaria o bolsillo, en neto. Con la nueva subida de impuestos encubierta, un salario español consumirá en impuestos casi el 42% del total.
¿Por qué pensamos en salario neto en vez de bruto? Porque la forma en la que se comunica nuestro salario incluye una cantidad enorme de impuestos escondidos. Para empezar, en la nómina no aparece parte del coste adicional para el empleador. Eso significa que ni siquiera somos conscientes de cuánto es nuestro salario bruto real.
Además, pensamos sólo en salario neto porque asumimos que los impuestos que pagamos por nuestra cuenta y a cuenta de otros son irrelevantes. Carlos Rodríguez-Braun explica que esto se solucionaría si todos los impuestos los tuviéramos que pagar en un día, no vía pequeños recortes de nuestra renta disponible.
Imaginen que ustedes recibiesen el importe integro de su nómina, 2.200 euros más o menos, cada mes. Y de repente, un día, tuviera que pagar los impuestos de esa nómina. Dejaríamos rápidamente de pensar que el malvado empresario nos explota, que los salarios son de miseria y que el gobierno es la solución, para darnos cuenta de que el gobierno es parte del problema. Que los enormes impuestos al trabajo son un escollo al empleo, no una contribución generosa, que superan en mucho las necesidades de financiación de un estado facilitador y social, y que la cuña fiscal que sufrimos no es parte de lo que recibimos del Estado del bienestar, sino un enorme peaje pagado para el bienestar del estado.
España es un país en el que el número de empleados del sector privado (poco más de 13 millones) es casi equivalente al de empleados públicos, pensionistas y desempleados (13,7 millones). Es una cifra importante para utilizar sin demagogia. Para darnos cuenta de que el mal llamado sistema de protección estatal español no protege y supone un escollo para la creación de empleo, acabar con el paro y, sobre todo, para la sostenibilidad del estado de bienestar.
Cuando el sistema es una enorme losa de costes sobre los trabajadores, no protege, y pone en peligro al sistema mismo.
El dosmileurista mileurista tendrá la tentación de creer al populismo y decir que todo se soluciona acabando con las comunidades autónomas o subiendo los impuestos a los ricos y las empresas. Sin embargo, no es una cuestión de centralismo: Francia es un estado muy centralista y muy ineficiente en el gasto, y Alemania muy descentralizado y eficiente. Tampoco es una cuestión de inventarse cifras mágicas e imposibles de recaudación a ricos y empresas que termina subiendo los impuestos a todos.
Se trata de darnos cuenta de una vez que España no puede ser un país que ha tenido una media de paro del 17% desde los 80, que no podemos cargar a los salarios y empresas con los costes de la ineficiencia en gasto, porque terminará dinamitando las pensiones y todo lo que consideramos un gasto aceptable.
Cuando el dosmileurista mileurista se dé cuenta de que necesitamos más empresas, más empleo y menos impuestos al trabajo y la inversión, que necesitamos menos redistribuidores de la nada y más creadores de riqueza, tal vez ese trabajador tendrá una renta disponible acorde con el trabajo que realiza y unos impuestos más cercanos a los servicios que recibe. Eso no puede ocurrir cuando el gobierno del PSOE y Podemos tienen como objetivo el control y no el crecimiento y el empleo, y buscan rascar de lo que quede del expolio en lugar de facilitar la creación de riqueza y puestos de trabajo.
Eso ocurrirá cuando en España haya menos aspirantes a sheriff de Nottingham, menos solidarios con el dinero de los demás y más defensores de la renta disponible de los trabajadores y del crecimiento.
Entonces dejaremos de hablar solo del salario neto.