Trump pierde su 'mojo'
La autora detecta un deterioro en el poder de seducción del presidente estadounidense que atribuye al cansancio de la gente, a sus errores de comunicación y a la labor de oposición de demócratas como Nancy Pelosi.
Hay muchas cosas en las que el presidente Donald Trump no es bueno: pensamiento profundo, estrategia, comprensión del propio funcionamiento del Gobierno que lidera... Pero aun quedándose corto en esas áreas, tales limitaciones no fueron óbice para que llegara a la Casa Blanca. Y eso tiene mucho que ver con su sexto sentido para marcar la agenda a los medios de comunicación, un talento que ha estado perfeccionando desde la década de los 80.
Trump se ha caracterizado por sacar anuncios a página entera en el New York Times para vender su mercancía y por alentar el bulo de que Obama no ha nacido en Estados Unidos, también por ruidosos mítines políticos y extravagantes conferencias de prensa, pero sobre todo por sus tuits; tuits implacables que vuelven locos a los de la CNN. Trump es muy atractivo para la prensa porque la mayor parte del mundo es incapaz de abstraerse de sus palabras.
Pero últimamente parece estar perdiendo lo que los anglófonos llamamos mojo, un término que no tiene buena traducción al español y que vendría a significar magia, encanto, un especial poder de seducción. El mojo de Trump es conseguir ser el centro de atención en todo momento, muchas veces a costa de humillar a otros políticos, ya sean demócratas o republicanos..
Ahí está, como ejemplo, lo ocurrido el pasado mes de diciembre en la Casa Blanca con los líderes demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el Senado, Chuck Schumer. Trump convirtió la foto de cortesía previa a la reunión con ambos en una conferencia de prensa. El vicepresidente Mike Pence también estaba, pero mantuvo la boca cerrada. Trump pensó que podía aprovechar la presencia de las cámaras para dejar en evidencia a Pelosi y a Schumer, en lugar de esperar a que se fueran los periodistas para comenzar la reunión. Pero el tiro le salió por la culata porque Pelosi, tranquila y pausadamente, le explicó en vivo y en directo ante las televisiones cómo funciona el Congreso.
Trump hizo algo insólito: usó una comparecencia extraordinaria en el Despacho Oval para suplicar ayuda a favor del muro
En su línea, Trump trató de menospreciar a una mujer que le está complicando la vida acusándola de encontrarse "en una situación en la que no le resulta fácil hablar". Pelosi, que acababa de llevar a los demócratas a recuperar el control de la Cámara Baja, le contestó: "Señor presidente, por favor, no subestime la fuerza que traigo a esta reunión como el líder de los demócratas de la Cámara de Representantes tras lograr una gran victoria ". Más importante aún, Pelosi hizo una referencia inteligente a un "Trump Shutdown" (esto fue el 11 de diciembre, 11 días antes de que comenzara el cierre) y Trump, descolocado, mordió el anzuelo y declaró que estaría "orgulloso de cerrar el Gobierno" si los demócratas no se prestan a incluir una partida en los Presupuestos destinada a construir el muro en la frontera con México.
Pelosi salió de la Casa Blanca pisando fuerte con su abrigo rojo y sus grandes gafas de sol. En una reunión posterior a puerta cerrada con los demócratas proclamó su victoria. Les explicó que el debate del muro en la frontera es "una cuestión de virilidad" para Trump, y les confió su secreto para echarle sobre la lona en ese encuentro: "Traté de ser la mamá".
Caer humillado por una abuela de 78 años debió de ser desmoralizador para Trump. Así que, 18 días después, eligió para desquitarse el púlpito más potente que tiene: una conexión en directo y en horario de máxima audiencia con las televisiones desde el Despacho Oval. Estas comparecencias no son en absoluto frecuentes: los presidentes de Estados Unidos las utilizan con moderación porque supone pedir a las principales cadenas que interrumpan su programación. Se usan para los asuntos más graves, como el anuncio de ir a la guerra. Trump echó mano de ese recurso por primera en toda su presidencia, y lo hizo para tratar de poner de su parte a la opinión pública en la batalla que mantiene con los demócratas en el Congreso. Es decir, usó esa comparecencia extraordinaria para suplicar ayuda a favor del muro.
El propio Trump dijo de antemano que esa comparecencia no iba a funcionar y no iba "a cambiar nada", pero la hizo siguiendo el criterio de sus asesores. Teniendo en cuenta que no les escucha nunca, sobre todo en materia de comunicación, sorprende que comience a hacerlo ahora. Pero se equivocó. Para empezar, el tema no se ajustaba a la solemnidad de un acto así. Y lo que es peor para Trump: estuvo plano y aburrido, o para definirlo con una de sus expresiones, "carente de energía".
¿Qué pasará si otros logran superarle como 'showman' o sencillamente el público y los medios se cansan de él?
Para ser justos, Pelosi y Schumer, que tan pronto como concluyó la alocución del presidente le respondieron en las televisiones, tampoco estuvieron afortunados. Nadie tiene la habilidad de showman de Trump. De hecho, esa ha sido la clave de su poder para mantener a todos a raya. Pero, ¿qué pasará si pierde ese poder? ¿Qué pasará si otros logran superarle o sencillamente el público y los medios de comunicación se cansan de él?
Alexandria Ocasio-Cortez también está venciendo a Trump en su terreno favorito: Twitter. Mientras Trump continúa con su aluvión diario de insultos escritos con mayúsculas, sus textos en las redes sociales empiezan a cansar y resultan ya anticuados en comparación con la frescura de los vídeos y el humor, la especialidad de la demócrata Ocasio-Cortez, que chatea con sus seguidores mientras prepara la cena o responde a los ataques bailando ante su oficina en el Congreso.
Recientemente, Pelosi ha amenazado con eliminar otro de los grandes eventos presidenciales: el discurso anual del Estado de la Unión ante una sesión conjunta del Congreso (la Cámara de Representantes y el Senado). Argumenta que no debería celebrarse mientras se mantenga el cierre de la Administración y, más aún, no haya suficiente personal de seguridad para afrontar la seguridad del evento. La reacción de Trump fue inmediata: canceló un viaje oficial que iba a llevar a Pelosi y a otros miembros del Congreso en un avión del Ejército para visitar a las tropas en Afganistán. La lucha ha empezado y no parará hasta 2020.
Hay una hermosa ironía y justicia en que una mujer -en realidad dos, y habrá más-, puede dejar a Trump nervioso, titubeante y preguntándose a dónde ha ido su mojo.
*** Alana Moceri es profesora de Relaciones Internacionales y Comunicación Política en la Universidad Europea de Madrid.