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LA TRIBUNA

Excursionistas 'indepes' en Madrid

El autor recuerda cómo la manifestación que el separatismo organizó en la capital de España pasó sin pena ni gloria para sus ciudadanos.

2 abril, 2019 03:29

Madrid, ciudad ya acostumbrada a acoger a un más que notable número de turistas y visitantes durante todo el año, tuvo que hacer frente y soportar estoicamente la llegada el pasado 16 de marzo de unos miles de excursionistas catalanes que con sus carteles, lacitos, banderas y mochilas llegaron para pasear su liturgia por la capital de España.

Un luminoso día primaveral ciertamente invita a hacer turismo de excursión y el negocio del autocar y el bocata se frota las manos cuando las sectas separatistas alimentan sus negocios un fin de semana. Éstas, saben que tienen garantizado el cobro y si no, para eso está mamá Generalitat y el gobierno catalán. Como no tienen actividad alguna donde la tendría que tener, que es en Cataluña, procuran distraerse un fin de semana festivo y de excursión colectiva, como en el cole.

Lo malo de todo ello es que esa gente de paz -porque entendamos que los CDR violentos sólo colapsan e incendian en Cataluña, no fuera que les cayera una dolorosa colleja-, van paseando por Madrid pretendiendo extorsionar a la Justicia en su labor, atacar el Estado de derecho y clamar en favor de unos delincuentes políticos en prisión preventiva por haber cometido, ni más ni menos, que un intento de golpe de Estado a la nación en su integridad territorial.

Apoyados por algún vasco, otros antisistema, comunistas y, en realidad los de siempre, cantaron sus canciones, leyeron sus soflamas, agitaron sus banderas y se dieron un baño de autoestima en Cibeles, corazón de Madrid. A todo eso, allí estaban enseñando el careto el flautista Artur Mas de Hamelin, el presidente de la Generalitat, el del Parlamento catalán y algunas musas y musos de ese fenómeno llamado procés.

España es mucho más democrática de lo que pensamos; los españoles un ejemplo de pacifismo, convivencia y paciencia

Y a todo ello Madrid, en donde se celebraba un partido de fútbol de 90.000 espectadores en el Bernabéu y con sus miles de turistas normales, asistió impávida al espectáculo como si del Entierro de la Sardina, la pequeña Rúa Carnavalesca, los Moros y Cristianos o cualquier procesión colectiva se tratara.

Y es que España es mucho más democrática de lo que pensamos; los españoles un ejemplo de pacifismo, convivencia y paciencia; los madrileños, como siempre, un prodigio de hospitalidad, y, la fiesta se desarrolló en paz, sin altercados ni enfrentamientos. Finalmente, los excursionistas regresaron a Cataluña tan contentos, quemaditos por el sol, la barriga llena, una normal afonía y aquella sensación de cansancio que presenta siempre el regreso de la excursión.

España, los españoles, los catalanes-españoles y Madrid le han dado al festival la importancia que merece, es decir, ninguna. Neptuno, Cibeles, Colón y la Puerta de Alcalá han testificado una vez más que a los humanos nos gusta cada cierto tiempo procesionar o salir de colorística excursión. Aunque la diferencia es que ese sábado no se celebraba más que el libertinaje de expresión, la impunidad delictiva, la ruptura de la integridad territorial y la presión sobre el marco constitucional común.

Para la seria y sofisticada Europa Central y Escandinava, España siempre ha sido ejemplo de alegría, color, luz y diversión por sus mundialmente famosas tradiciones. Para acabar, me pregunto si los ciudadanos europeos no deben estar asombrados de cómo ahora en España aumenta la afición por el excursionismo.

*** Mariano Gomá es vicepresidente de Foro España.

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