Excursionistas 'indepes' en Madrid
El autor recuerda cómo la manifestación que el separatismo organizó en la capital de España pasó sin pena ni gloria para sus ciudadanos.
Madrid, ciudad ya acostumbrada a acoger a un más que notable número de turistas y visitantes durante todo el año, tuvo que hacer frente y soportar estoicamente la llegada el pasado 16 de marzo de unos miles de excursionistas catalanes que con sus carteles, lacitos, banderas y mochilas llegaron para pasear su liturgia por la capital de España.
Un luminoso día primaveral ciertamente invita a hacer turismo de excursión y el negocio del autocar y el bocata se frota las manos cuando las sectas separatistas alimentan sus negocios un fin de semana. Éstas, saben que tienen garantizado el cobro y si no, para eso está mamá Generalitat y el gobierno catalán. Como no tienen actividad alguna donde la tendría que tener, que es en Cataluña, procuran distraerse un fin de semana festivo y de excursión colectiva, como en el cole.
Lo malo de todo ello es que esa gente de paz -porque entendamos que los CDR violentos sólo colapsan e incendian en Cataluña, no fuera que les cayera una dolorosa colleja-, van paseando por Madrid pretendiendo extorsionar a la Justicia en su labor, atacar el Estado de derecho y clamar en favor de unos delincuentes políticos en prisión preventiva por haber cometido, ni más ni menos, que un intento de golpe de Estado a la nación en su integridad territorial.
Apoyados por algún vasco, otros antisistema, comunistas y, en realidad los de siempre, cantaron sus canciones, leyeron sus soflamas, agitaron sus banderas y se dieron un baño de autoestima en Cibeles, corazón de Madrid. A todo eso, allí estaban enseñando el careto el flautista Artur Mas de Hamelin, el presidente de la Generalitat, el del Parlamento catalán y algunas musas y musos de ese fenómeno llamado procés.
España es mucho más democrática de lo que pensamos; los españoles un ejemplo de pacifismo, convivencia y paciencia
Y a todo ello Madrid, en donde se celebraba un partido de fútbol de 90.000 espectadores en el Bernabéu y con sus miles de turistas normales, asistió impávida al espectáculo como si del Entierro de la Sardina, la pequeña Rúa Carnavalesca, los Moros y Cristianos o cualquier procesión colectiva se tratara.
Y es que España es mucho más democrática de lo que pensamos; los españoles un ejemplo de pacifismo, convivencia y paciencia; los madrileños, como siempre, un prodigio de hospitalidad, y, la fiesta se desarrolló en paz, sin altercados ni enfrentamientos. Finalmente, los excursionistas regresaron a Cataluña tan contentos, quemaditos por el sol, la barriga llena, una normal afonía y aquella sensación de cansancio que presenta siempre el regreso de la excursión.
España, los españoles, los catalanes-españoles y Madrid le han dado al festival la importancia que merece, es decir, ninguna. Neptuno, Cibeles, Colón y la Puerta de Alcalá han testificado una vez más que a los humanos nos gusta cada cierto tiempo procesionar o salir de colorística excursión. Aunque la diferencia es que ese sábado no se celebraba más que el libertinaje de expresión, la impunidad delictiva, la ruptura de la integridad territorial y la presión sobre el marco constitucional común.
Para la seria y sofisticada Europa Central y Escandinava, España siempre ha sido ejemplo de alegría, color, luz y diversión por sus mundialmente famosas tradiciones. Para acabar, me pregunto si los ciudadanos europeos no deben estar asombrados de cómo ahora en España aumenta la afición por el excursionismo.
*** Mariano Gomá es vicepresidente de Foro España.