1. Alberto Núñez Feijóo
[Suena el teléfono de Alberto Núñez Feijóo en su pazo de Los Peares].
–¿Sí?
–…
–¿Diga?
–…
–¿Hola?
–Albeeertooo…
–¿Sí? ¿Quién es?
–Albeeertooo…
–Soy yo. ¿Quién me llama?
–Las fotos, Alberto…
–¿Qué fotos? ¿Quién es usted?
–¿Recuerdas las fotos, Alberto?
–¿Pero de qué fotos me habla? ¿Es una broma? ¿Quién es usted?
–¿Te suena el nombre de Marcial Dorado?
–La madre que me p… ¿Soraya? ¿Eres tú?
–No conozco a ninguna Soraya.
–¡Soraya, carallo, déjalo ya! ¡Tengo 88 años, me he jubilado y no aspiro a liderar el PP! ¡Deja de llamarme!
–¡Como te presentes a las primarias saco las fotos!
–Soraya, por favor…
–Piénsatelo dos veces, Albertito. Te tengo pillado por donde tú ya sabes.
–Soraya, el PP no existe desde hace treinta años, ¿recuerdas?
–Mientes.
–Maroto lo refundó en 2021, Soraya. Ahora se llama Alianza Federalista y Feminista de los Pueblos del Estado Antes Conocido como España.
–Mientes. No eres de fiar. Sólo hubo un gallego bueno y no fuiste tú.
–Soraya, deja de joderme.
–No te librarás de mí jamás.
–Soraya, buenas noches.
–Hasta mañana, Alberto.
2. Oriol Junqueras
[Suena el teléfono de la centralita de la prisión de Lledoners].
–Prisión de Lledoners, diga.
–Quiero volver a entrar.
–Oriol, te hemos dicho que no funciona así. Eres un hombre libre, has cumplido tu pena y saldado tu deuda con la sociedad. No puedes volver a la cárcel.
–Por favor, dejadme volver.
–Te has chupado treinta años de prisión, Oriol. Disfruta de la vida. Al principio, la libertad cuesta. Pero acabarás haciéndote a ella.
–Vivía mejor dentro. Piscina, despacho privado, conciertos de Mishima, doble ración de postre, los funcionarios desviviéndose por complacerme, Guardiola haciéndome la rosca…
–Lo sabemos, Oriol, lo sabemos. Pero no podemos dejarte volver.
–Daré otro golpe de Estado.
–Oriol, los catalanes no te seguirán. Ahora gobierna Albert Boadella.
–Entonces atracaré un banco.
–Oriol, tengo que colgar. Tenemos trabajo. Esto es una prisión.
–Nadie me ha querido más que vosotros.
–Lo sabemos, Oriol, lo sabemos.
–Buenas tardes.
–Buenas tardes, Oriol.
–Os echo de menos.
–Oriol, cuelga.
3. Manuela Carmena
[Suena el teléfono de Manuela Carmena en su ático de 450 metros cuadrados del barrio de Salamanca].
–¿Sí?
–Vuelve, Carmena.
–¿Otra vez vosotros? Qué pesaditos sois, cojones.
–Tú nos creaste, Carmena.
–Os lo he dicho mil veces: los gays ya existíais antes de que yo fuera alcaldesa.
–Mentira. Languidecíamos moribundos en los callejones temiendo el día en que fuéramos cazados por los Blade Runner de Vox…
–Pero si hasta os subieron la paguita. ¡Cobrabais más que un ministro!
–Y el humo de los Spinners intoxicándonos los pulmones, impidiéndonos ver la luz del sol…
–No seáis melodramáticos. Ya sabéis que eso de la contaminación y de las muertes y de Madrid Central fue un rollo que os metimos para que votarais al niño ese, el que besaba tan bien.
–¿Errejón? Él nunca fue lo mismo que tú, Carmena. Vuelve, por favor.
–Soy tatarabuela. Dejadme en paz de una puta vez, coño.
–Hemos organizado una ofrenda de magdalenas al pie del altar de Santa Carmena, en la plaza de Neochueca. Nos gustaría que asistier…
–A tomar po'l culo, frikis.
–Eso no ha sonido muy inclusivo, Carmena…
–Me la suda, plastas.
4. Mónica Oltra
[Lunes por la mañana en el Colegio Gabriel Rufián de Burjassot, Valencia. La profesora de Construcción Psicosocial de Identidades Pancatalanas Mónica Oltra se dispone a dar su clase semanal a sus alumnos de Secundaria].
–Hoy repasaremos la lista de los treinta y cinco sexos específicamente pancatalanes y haremos una lista de sus ventajas respecto a los dos sexos del Antiguo Régimen castellano.
–Porompompero.
–¿QUIÉN HA DICHO ESO?
–…
–¿De dónde sale esa odiosa canción?
–Parece que viene de la calle, profesora. Creo que es el afilador. Debe de estar cantando mientras trabaja.
–¡Cuántas veces le tengo que decir que no cante esa canción debajo de las ventanas del colegio!
–Es sólo una canción, profesora. Se le habrá escapado.
–¡Es un acto intimidatorio fascista! ¿Qué será lo próximo? ¿Lanzarle vivas al Estado Antes Conocido como España?
–Pero profesora, ¿qué le ha hecho a usted Manolo Escobar?
–¡Se acabó! ¡Hoy te encargas tú de limpiar las copas menstruales de tus compañeras!
–¿Otra vez, profesora? ¿Por qué siempre nos toca a los chicos?
–¡Y recuerda utilizar jabón de pH neutro, pequeño renacuajo machista!
5. Íñigo Errejón
[Suena el teléfono de Pablo Iglesias].
–¿Sí?
–No me cuelgues, por favor, déjame hablar.
–…
–Sé que fue culpa mía. Lo reconozco.
–Me hiciste mucho daño, Íñigo.
–Lo sé. He estado pensando mucho en ello. Sé que me equivoqué. Ojalá pudiera cambiar el pasado.
–Fue humillante. Los niños se reían de mí por la calle.
–Son niños, Pablo, no saben lo que dicen. Repiten lo que oyen de sus padres.
–Y Pedro. Pedro se aprovecho de ti para acabar conmigo. Me arrastró por el barro, me llamó antidemócrata, dijo que no daba la talla como ministro.
–Pedro siempre fue cruel, Pablo. A mí también me utilizó.
–Pues bien que te paseabas por los platos de La Sexta y de La 1 dando entrevistas. No parecía que te doliera.
–Te he llamado para pedirte perdón.
–Cierto. Han pasado treinta años. Tiempo suficiente para dejar atrás nuestras diferencias.
–¿De verdad? ¿Podrías perdonarme?
–Lo pasado, pasado está.
–¿En serio? ¿Me perdonas?
–¡NO, NIÑO PROBETA DEL GULAG! ¡QUE TE JODAN!
–Eres rencoroso, Pablo.
–¡TE CARGASTE EL PUTO PARTIDO!
–Isabel llegó a ministra. Algo sacasteis.
–SE LO MERECÍA.
–Hombre, Pablo, entre tú y yo: merecérselo, merecérselo…
–NI ENTRE TÚ Y YO NI COJONES. RENUNCIÓ A HARVARD POR PODEMOS.
–A ver, Pablo, entiendo que es tu mujer, pero seamos sinceros…
–TE VOY A COLGAR. Y COMO VUELVAS A LLAMARME TE ARRANCO LAS TRIPAS.
–¿Entonces no me perdonas?
–NO, NO TE PERDONO. Y TE DIRÉ ALGO MÁS: LOSANTOS SIEMPRE TUVO RAZÓN CONTIGO.
–Eso duele.
–PUES TE JODES.
6. Borja Semper
[Suena el teléfono de Rita Maestre].
–Tía, tía, tía, ¡que me lo he cruzado por la calle!
–Tía, tía, tía, ¡que me cuentas! ¿A Borjita?
–Lo que te digo.
–¿Sigue estando igual de bueno?
–Mejora con los años, como el vino.
–[Suspiro].
–[Suspiro].
–¿Iba con esa?
–Sí, con esa.
–Cómo se nos adelantó, la Goenaga.
–Y qué lo digas, tía. No sé qué le verá.
–Vete a saber. Algo raro debe de haber por ahí escondido. Si no, no se entiende.
–Eso digo yo.
–A ver, que Borja era del PP, eso también es verdad. Lo habríamos tenido difícil para justificarlo.
–Bueno, pero que te quiten lo bailao.
–Verdad de la buena. Además, ahora es el presidente de honor de la Alianza Federalista y Feminista de los Pueblos del Estado Antes Conocido como España.
–Lo tiene todo bueno.
–Todo bueno, tía.
–[Suspiro].
–[Suspiro].
7. Teresa Rodríguez
[Suena el teléfono de Pablo Iglesias].
–¿Sí?
–Pablo, soy Teresa.
–Mira, Teresa, me acaba de llamar Íñigo. Sólo me faltas tú. ¿No llamarás para tocarme los cojones?
–Bueno, yo no lo llamaría "tocar los cojones".
–O sea, que sí.
–A ver, sólo quería saber qué tal ves que lleve treinta años de presidenta de Andalucía desde que Kichi y yo partimos peras con vosotros. JAJAJAJA.
–No habrías llegado a ningún lado sin la marca de Podemos.
–Uy, sí. Y cuando nos la quitamos de encima, ¡PUM!, treinta años de mayorías absolutas.
–Y la comunidad en quiebra durante esos treinta años.
–También. Pero a los andaluces les gusta. Sarna con gusto no pica. Además, ¿a ti no te gustaba Venezuela? Pues ahí la tienes ahora: a media hora en AVE desde Madrid.
–Ahí te doy la razón.
–¿Qué quería Errejón?
–Pedirme perdón.
–JAJAJAJA. Pringao.
–Ya ves. Lo intenta dos o tres veces a la semana.
–¿Recuerdas su cara cuando se dio cuenta de que Iván Redondo lo había engañado? ¿Que nadie en el PSOE tenía intención de convertirlo en el sucesor de Pedro Sánchez?
–Le pudo la ambición. Creyó que podía ser califa en lugar del califa.
–Será cierto, viniendo el análisis del Iznogud de Podemos.
–Mira, Teresa, íbamos bien hasta aquí. Te cuelgo que tengo que limpiar las algas de la piscina.
–JAJAJAJA. Adiós, Pablito.
8. Carles Puigdemont
[Suena el teléfono de la centralita del Parlamento Europeo].
–Parlamento Europeo, dígame.
–Escolti?
–Señor Puigdemont, deje de llamarnos, por lo que más quiera. Lleva usted treinta años con el mismo rollo.
–¿Les queda alguna vacante de europarlamentario?
–Le hemos explicado mil veces que no funciona así.
–Mi abogado dice que sí. Ha pensado una jugada maestra. Tiene que ver con un disfraz de pato, un globo aerostático, un cubo lleno de altramuces, una caja con un grillo y un pasaporte expirado.
–Señor Puigdemont, no puede usted ser europarlamentario. Además, vive usted en Laos.
–Bueno, pero si me ingresan la nómina en un banco de por aquí…
–Imposible, señor Puigdemont.
–¿Y alguna vacante de asesor, quizá?
–Señor Puigdemont, le repudió hasta su propio partido. Nadie quiere contratarle.
–¿De asesor de un asesor?
–Tampoco.
–¿De asesor del asesor de un asesor?
–Tampoco.
–¿De telefonista, quizá? ¿Se jubila usted pronto? ¿Cuánto gana al mes?
–Señor Puigdemont, esta conversación no tiene sentido.
–Le vendo una taza.
–Le he dicho muchas veces que no me interesan sus tazas.
–Pero la taza lleva un dibujo de mi cara.
–Buenas tardes, señor Puigdemont.
–¿Y un sello del Presidente Legítimo en el Exilio? ¿O un juego de ollas Puigdemonix? ¿Oiga? ¿Oiga? ¿Me ha colgado otra vez? ¡FEIXISTES! ¡SEGUIM!
9. Pablo Echenique
[Suena el teléfono de Iván Espinosa de los Monteros].
–Iván al habla. Dígame.
–Iván, soy Pablo.
–Hombre, secretario general. ¿Cómo está usted hoy?
–No muy bien, la verdad.
–¿Qué es lo que ocurre, señor secretario?
–He estado pensando mucho últimamente…
–Ajajá. Déjeme que lo adivine: se va usted del partido.
–Joder, ¿cómo lo has adivinado, Iván?
–Hombre, señor secretario. Empezó usted en Ciudadanos y apoyando la guerra de Irak, luego se pasó a Podemos, luego fue ministro de Ciencia y Tecnología con el PSOE, luego se pasó a ERC, luego al PP, luego al PNV, luego a Bildu, luego a Coalición Canaria y luego a Vox.
–Nunca os prometí que seríais el último partido de mi vida.
–Uno nunca pretende ser el primero, pero siempre sueña con ser el último.
–Hombre, esto último lo habéis cumplido con creces.
–Muy gracioso, señor secretario. ¿Qué me decía usted?
–Creo que mi etapa en Vox ha acabado. Necesito nuevos retos, nuevas emociones.
–Entiendo, entiendo. ¿Y a qué partido se irá ahora, señor secretario?
–Había pensado en el Partido Estalinista Galaico-Portugués de los Fetichistas del Pie Izquierdo.
–Me parece un paso lógico tras Vox, efectivamente.
–Sí, a mí también me parece un paso coherente con mi trayectoria política.
–Sin duda, sin duda. Por cierto, señor secretario. Antes de que formalice usted su dimisión, quería comentarle un tema que tenemos pendiente por aquí. Se trata de una carta de la Seguridad Social que hemos recibido a su nombre en la que dicen no sé qué de unas cotizaciones sociales pendientes de su secretar…
–¿Iván? ¿Iván? ¡Esto se corta! ¡Iván! ¡No te oigo! ¡Te pierdo! ¡Bueno, ya hablamos otro día! ¡Se corta! ¡Se cort…!
10. Isabel Díaz Ayuso
[Suena el teléfono de Isabel Díaz Ayuso].
–¿Diga?
–Isabel, soy Ignacio. Hemos de desencallar esto de una puta vez. Llevamos treinta años sin gobierno en la comunidad de Madrid.
–Calla, calla, Ignacio, que te voy a dar una buena noticia.
–A ver, cuenta.
–Se rumorea que Echenique piensa abandonar Vox. Eso quizá abriría una ventana de oportunidad si el próximo líder del partido fuera alguien… menos rocoso que los anteriores.
–Isabel, vuelves a caer en la trampa.
–Que no, que se va de verdad.
–Da igual, hemos negociado con diecisiete secretarios generales de Vox durante los últimos treinta años. Del Vox original sólo queda Iván Espinosa de los Monteros y su mujer. Y siguen sin aceptar un pacto.
–Ten fe, Ignacio.
–¿Pero cómo voy a tener fe? Primero nos pedían una foto. Nos la hicimos. Luego pedían cargos. Se los dimos. Luego querían un pacto nacional. También cedimos. Luego nos pidieron los mejores despachos de la Real Casa de Correos y les dimos las llaves. Luego nos pidieron un intercambio de Santiago Abascal por Inés Arrimadas y les entregamos a Inés. Y cuando la quisimos recomprar, le subieron la cláusula de rescisión a cien millones. Estos tipos no quieren pactar: quieren jodernos.
–No seas tan mal pensado, Ignacio.
–No soy mal pensado. Es que llevamos treinta años sin gobierno en la comunidad.
–Y mira qué bien nos va: ya hemos superado el PIB de California. Igual el problema éramos los políticos, Ignacio.
–Nah.
–Nah.
11. Soraya Sáenz de Santamaría
[Suena el teléfono de Soraya Sáenz de Santamaría].
–¿Diga?
–…
–¿Diga?
–…
–¿Hay alguien ahí?
–¿Presidenta?
–¿Quién es?
–¿Hablo con la presidenta?
–¿Presidenta? ¿Qué presidenta? ¿Por quién pregunta usted?
–Pregunto por la presidenta de España.
–¿La presidenta de Españ…? ¿Pero quién es usted?
–Si no está la presidenta de España, ¿puede pasarme por favor con la presidenta del PP?
–¿Alberto? ¿Eres tú, Alberto? ¡NO EMPECEMOS OTRA VEZ!
–¿Has llegado ya a presidenta, Soraya? Dime, ¿ya eres presidenta de algo?
–¡SABES PERFECTAMENTE QUE NO!
–¿Y cómo es eso, Soraya? ¡Con todos tus contactos y tus informes y tus fotos y tus agentes del CNI! ¿A qué se debe eso, Soraya? Dímelo, estoy intrigado.
–¡A cascarla, Alberto!
–Hasta mañana, presidenta.
12. Rocío Monasterio
[Suena el teléfono de Rocío Monasterio].
–¿Diga?
–Hola, mi tigresa de los Tercios.
–Hola, mi bebote de Lepanto.
–Pablo se va.
–Lo sabía. Tendremos que buscarnos a otro. O a otra.
–¿Qué te parece Marta Flich?
–Buena candidata. Experiencia tiene.
–No le pillaría de nuevo, nuestro rollo.
–Para nada.
–Otra cosa. He pensado en qué podemos pedirle ahora a Isabel e Ignacio.
–¡Oh, sí, sí! ¿Qué se te ha ocurrido?
–¿Por qué no les pedimos que se despeloten, les untamos en brea y los mandamos al Día del Orgullo LGBT después de repartir cubos con plumas de gallina entre los asistentes?
–Me parece una idea brillante, mi coquito de Gibraltar.
–Somos la pareja perfecta. ¡Brindemos por treinta años más!
–¡Por treinta años más!
13. Carmen Calvo
[Suena el teléfono de la Oficina Europea de Patentes].
–Oficina Europea de Patentes, dígame.
–Soy yo otra vez.
–Hola de nuevo, señora Calvo. Espero que esta vez no me llame usted por nada, como las últimas cuarenta y ocho veces.
–No, ahora va en serio.
–¿Qué ha inventado el socialismo ahora, señora Calvo?
–Los ornitorrincos.
–¿Cómo dice?
–Los ornitorrincos. ¿No sabe usted lo que es un ornitorrinco?
–Sé lo que es un ornitorrinco, señora Calvo. Sólo que dudo que el socialismo haya inventado los ornitorrincos.
–Por eso es tan importante registrar la patente. Para que nadie se atribuya el mérito o, peor aún, intente minimizar este logro del socialismo inventándose un ornitorrinco liberal. Por ejemplo.
–No creo que nadie intente patentar un ornitorrinco liberal, señora Calvo.
–Ah, usted no conoce a la extrema derecha de mi país. Son capaces de cualquier cosa.
–Señora Calvo, no puede usted patentar los ornitorrincos.
–¿No será usted acaso una fascista?
–No, señora, no soy una fascista.
–Entonces, ¿no puedo patentar los ornitorrincos?
–No.
–¿Y el oxígeno?
–Tampoco.
–¿La bombilla?
–No.
–¿La rueda?
–No.
–¿El amor?
–No.
–¿La imprenta?
–Señora Calvo. Déjelo.
–No se librará tan fácilmente de mí. La capacidad del socialismo de generar mejoras para la humanidad es infinita.