Desde hoy y hasta el próximo 13 de diciembre se celebra en Madrid la Cumbre del Clima Cop 25. Un evento que acogerá a líderes políticos, activistas, organizaciones sociales, expertos y más de 25.000 personas de diversos países, para abordar la necesidad urgente de intensificar la lucha contra el cambio climático.
Es un encuentro trascendental, en el que se espera que la comunidad internacional no dilate más la aplicación de medidas políticas que aseguren un combate decidido a la emergencia climática. En este sentido, el calentamiento global nos obliga a atender dos frentes igual de apremiantes. Por un lado, la imperiosa necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y de encontrar nuevas formas de producción que no degraden nuestro ecosistema. Por otro, elaborar una respuesta urgente para los más afectados por el cambio climático.
En informes elaborados recientemente, la Organización Mundial de la Salud afirmaba que entre el 2030 y el 2050, 250.000 personas más morirán cada año a causa de la emergencia climática. Por su parte, Naciones Unidas, estimaba que en los próximos 50 años, unas 500 millones de personas se verán obligadas a desplazarse por los estragos que causará el cambio climático. Por cierto, en la mayoría de los casos, se trata de las poblaciones más vulnerables del planeta, y con menos incidencia en el calentamiento global.
Ante este desesperante panorama, los socialistas españoles, en sintonía con las organizaciones humanitarias, impulsamos en el Parlamento Europeo la creación de la figura del "refugiado climático". Un marco regulatorio que actualice el estatus de refugiado de la Convención de Ginebra (1951), y nos permita ayudar y brindar refugio a las millones de personas que se verán forzadas a abandonar sus poblaciones por los desastres naturales.
Hay que actualizar el estatus de refugiado de la Convención de Ginebra para ayudar a los desplazados por desastres naturales
Avanzando en la figura del refugiado climático extendemos la protección que define el Artículo 1A de la Convención de Ginebra de 1951 a la persona que pueda demostrar que se encuentra fuera del país de donde es originario, o bien donde reside habitualmente, debido a un temor fundamentado de persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas, y que no puede o no quiere reclamar la protección de su país para poder volver.
En nuestra propuesta de considerar el estatus de refugiado climático, sostenemos que el impacto de la crisis climática es una causa más por la que esta persona puede carecer de un lugar de residencia al cual regresar. Por ejemplo, por la subida del nivel del mar, o a raíz de un desastre natural.
Reformular la figura del refugiado de 1951 para integrar a los desplazados por el cambio climático puede parecer una medida utópica. Sin embargo, la gravedad de la emergencia climática y la expectativa de millones de jóvenes que hoy luchan para enfrentar el cambio climático, nos obliga a abrir el debate sobre temas considerados utópicos. Medidas que no sean paliativos, sino verdaderas respuestas ante la inmensidad del desafío.
Sin dudas, la Cumbre del Clima nos ofrece una oportunidad única e histórica para que la comunidad internacional ponga el foco no sólo en los compromisos de carácter meramente ambiental, sino también en las personas que sufren esta emergencia. Esta iniciativa también la estamos impulsando en la Comisión de Desarrollo y Ayuda Humanitaria (DEVE por sus siglas en inglés) a través de un Informe de Iniciativa que se debatirá y dará lugar a una resolución del Parlamento Europeo. Creemos que es fundamental y prioritario avanzar en la figura del refugiado climático para proteger a las millones de personas que enfrentarán la peor cara de la emergencia climática, y la COP 25 de Madrid será una oportunidad para hacerlo visible.
*** Mónica Silvana González es diputada del Parlamento Europeo y secretaria de Área de Movimientos Sociales y Diversidad del PSOE.