Desde que la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó en diciembre a favor de abrir el proceso de impeachment de Donald J. Trump, su presidenta, Nancy Pelosi, quedó atrapada en un dilema gestado durante meses. Y es que, si las declaraciones del líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, deben tomarse al pie de la letra, entonces no habrá imparcialidad en el juicio a Trump en esta Cámara.
A pesar del juramento de imparcialidad que los senadores deberán hacer antes de que comience el juicio, McConnell se ha jactado ya de que él no es "un jurado imparcial". Más aún: ha dicho que "no habrá diferencia entre la posición del presidente y la nuestra sobre cómo resolver esto ".
La respuesta de la presidenta Pelosi ha consistido en demorar hasta esta semana la presentación formal al Senado del impeachment. Esto es muy de Pelosi: echar mano de astucia y estrategia. Ante un juicio en el que, de entrada, el Senado se posiciona a favor de Trump, tiene sentido retrasar el asunto. ¿Por qué? Porque están apareciendo más pruebas que pueden influir en la opinión pública, y eso podría presionar al Senado para que cumpla su juramento de hacer un juicio imparcial.
Además, esto no va sólo del caso Ucrania, en torno al que se centra el impeachment; la opinión pública puede verse sacudida por cualquier otro escándalo que salpique a Trump. Un gran por ejemplo es su reciente decisión de matar al general iraní Qasem Soleimani, que ha generado el miedo a una guerra devastadora en Oriente Medio. Ahí Trump no solo se ha granjeado las críticas de los demócratas del Congreso, sino también de los republicanos, que han denunciado su acción imprudente.
Todavía hay republicanos moderados e independientes que tendrán un peso decisivo en las elecciones presidenciales
Si bien la calle se divide en general en líneas partidistas muy marcadas, todavía hay republicanos moderados e independientes que tendrán un peso decisivo en las elecciones presidenciales de noviembre. A medida que se desengañan de Trump, eso ejerce presión sobre los senadores republicanos en distritos moderados, lo que hace que su eventual voto para destituirlo del cargo o no -lo más probable-, tenga políticamente menos riesgos para ellos.
Pelosi ha aprovechado esta circunstancia para lograr que el Senado vote el Acuerdo Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, y también un proyecto de ley de medicamentos recetados. El tiempo ha estado de su lado: el retraso del impeachment ha sido profundamente frustrante tanto para McConnell como para Trump. McConnell quiere apresurar el juicio para obtener una absolución lo antes posible y Trump pretende comenzar a explotar su exculpación.
El miércoles, la Cámara de Representantes procedió finalmente a la votación para enviar el impeachment al Senado, y eligió a los siete legisladores designados por Pelosi para entregar los dos cargos contra Trump, por abuso de poder y obstrucción al Congreso. La Cámara celebró lo que se llama un "engrossment ceremony", que es un procedimiento especial para dar mayor solemnidad a la sesión. Después, el grupo de siete legisladores cruzó el Capitolio para entregar los cargos al Senado.
Ahora bien, todo esto plantea la pregunta de dónde está el punto de acusar a Trump si hay poca o ninguna posibilidad de que haya un juicio imparcial en el Senado y, más significativamente, su destitución. Veamos. Hay dos razones interrelacionadas por las cuales el impeachment es importante, aun cuando Trump no sea apartado de su cargo. Una es institucional: se trata de defender la Constitución y los controles y equilibrios que ésta establece para la gobernación de los Estados Unidos.
La Constitución establece una serie de controles y equilibrios para que ninguna institución sea todopoderosa
La Presidencia de Estados Unidos es poderosa y ha sido especialmente dotada con más y más poder en política exterior. Pero el presidente es solo eso, un presidente y no un rey, y la Constitución establece una serie de controles y equilibrios para que ninguna institución sea todopoderosa. Y es deber de la Cámara de Representantes realizar investigaciones sobre cualquier posible abuso de poder o conducta criminal de cualquier funcionario.
Por tanto, no procesar políticamente a Trump sería una negligencia grave, incluso podría argumentarse que las investigaciones para su impeachment deberían haber comenzado mucho antes. El presidente acumula una lista interminable de acciones para incurrir en impeachment, particularmente en relación con las interferencias electorales de Rusia.
Sin embargo, una Cámara controlada por los republicanos no iba a llevar a cabo una investigación para procesar a su propio presidente. Las llamadas a presentar el impeachment arreciaron precisamente desde que los demócratas ganaron el Congreso en enero de 2019, pero Pelosi, nuevamente, siempre estratégica, se contuvo hasta que encontró el caso correcto.
Ahí, el incidente de Ucrania fue ideal, porque es fácil de entender. De hecho, tanto Republicanos como Demócratas están de acuerdo en lo que sucedió. Todo está en la llamada del 25 de julio registrada en la Casa Blanca con la conversación entre Trump y el presidente ucraniano.
Al cumplir con su deber, la Cámara de Representantes ayuda a restaurar una fe renovada en los ideales del país
Es fácil entender que retener la ayuda militar aprobada por el Congreso a un aliado a cambio de favores para beneficiar a la campaña de reelección del presidente es un abuso de poder, el primer cargo para el impeachment. Tampoco es difícil entender el segundo cargo, el de la obstrucción al Congreso, porque el presidente se negó a cumplir con las citaciones de investigación.
Si bien los Republicanos asumen lo ocurrido entre Trump y Ucrania, no creen (o al menos eso dicen) que eso sea suficiente para un impeachment. La Constitución no es muy clara acerca de lo que son "altos delitos y faltas" para llevar al impeachment.
Todos estos procedimientos institucionales y la defensa de los controles y equilibrios constitucionales tienen un segundo efecto importante. Al cumplir con su deber, la Cámara de Representantes ayuda a restaurar una fe renovada en los ideales del país. Puede parecer muy simbólico, pero en eso consiste la democracia: valores compartidos que las instituciones defienden.
Brenda Wineapple, autora de The Impeachers: the Trial of Andrew Johnson and the Dream of a Just Nation, escribió que el impeachment es una "forma de esperanza". Y ciertamente podría serlo, aunque más para los demócratas que para los republicanos en este momento. Pero tenemos por delante un largo futuro en el que importará mucho que la Constitución se haya respetado o no en este momento. Lo que ocurra ahora marcará el rumbo de lo que sucederá después para la democracia de Estados Unidos.
*** Alana Moceri es experta en relaciones internacionales, escritora y profesora de la Universidad Europea de Madrid.