Para estimar el impacto económico que podría tener el coronavirus en España habría que hacer algunos supuestos. Uno, sobre la magnitud del fenómeno (número máximo de contagiados). Otro, sobre su duración (una cosa es que se alcance el máximo de contagiados en dos semanas y otra distinta si eso ocurre en tres meses). También sería necesario hacer un supuesto sobre el ritmo al que remita la enfermedad, porque cuanto más lento sea, peor para la confianza de los consumidores.
Evidentemente, se pueden hacer muchos supuestos distintos y combinarlos de forma diferente, por lo que la cantidad de escenarios probables es grande. No tiene sentido apostar por la mayor probabilidad de uno u otro, al menos en esta etapa inicial en la que los propios médicos están buscando respuestas.
Lo que sí sabemos es que el coronavirus está provocando cambios de actitud en consumidores y empresarios. Por ejemplo, la cancelación de viajes al exterior impacta negativamente en agencias de viajes, líneas aéreas, actividad en aeropuertos...
Si quienes dejan de viajar al exterior gastan en España (cines, restaurantes, ropa, etc.) lo que tenían pensado gastar en Italia o China, algunos segmentos de la economía podrían tener un efecto favorable. Incluso, podría favorecer el saldo de las cuentas exteriores, cosa siempre bienvenida mientras la deuda exterior española siga siendo altísima.
Potencialmente muy dañino podría resultar que, así como hay quien decide no viajar a Italia, en el exterior se vea a España como un lugar al que tampoco se puede viajar. El turismo del exterior contrata 224 millones de pernoctaciones por año (una cifra que se ha mantenido en ese nivel máximo desde 2017). Los turistas extranjeros gastaron en España 92.300 millones de euros en 2019 (7,4% del PIB, una cantidad enorme).
Esperemos que, esta vez, el gobierno socialista no intente recuperar la economía con un 'Plan E'
Pero hay otro efecto muy positivo para España: el precio del petróleo Brent promedió en febrero 49 euros/barril, el precio más barato en más de dos años. El precio del final del mes, que los mercados de futuros apuestan que se mantendrá durante varios meses, es aún más bajo (menos de 46 euros/barril). Es decir, que España podría disfrutar del petróleo más barato desde 2016, lo que permitiría ahorrar más de 7.000 millones de euros en importaciones (fortaleciendo las cuentas exteriores) y mantener muy baja la inflación (lo que sostiene el poder de compra de salarios y pensiones).
Otros impactos potencialmente importantes son imposibles de cuantificar. Por ejemplo, las fábricas que necesitan insumos de China para producir y no los reciban en tiempo y forma, el daño a la confianza por la caída del precio de las acciones que cotizan en la bolsa o la medida en que pueda resentirse el crecimiento económico de nuestros principales socios comerciales (Francia, Alemania, Italia y Reino Unido). También es probable que el Banco Central Europeo pueda adoptar medidas de estímulo.
Sea cual fuere el impacto neto de todo lo anterior, el mismo caería sobre una economía que se está debilitando, tanto por razones estructurales (gradual desaparición de los factores que permitieron un alto crecimiento entre 2015 y 2017), como por errores de política económica (subida exagerada del salario mínimo, incremento de impuestos, aumento del gasto público y del déficit fiscal, amenaza de reversión de la reforma laboral, etc.).
Digámoslo con claridad: al menos por ahora, el trío que conforman Pedro Sánchez, Nadia Calviño y María Jesús Montero es potencialmente mucho más peligroso para la economía española que lo que pueda ser el coronavirus. Cuando en abril o mayo se produzca la primera subida interanual del paro desde 2013, ellos culparán al coronavirus. Usted, amigo lector, sepa que es una subida made in Sánchez.
Antes de la irrupción de esta enfermedad, la previsión era de un crecimiento del PIB que pasaría del 2% en 2019 a poco más de 1,5% en 2020. En la medida que la cuestión del coronavirus se prolongue, no sorprendería que el crecimiento de este año se acerque al 1%. Esperemos que, esta vez, el gobierno socialista no intente recuperar la economía con un Plan E.
*** Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados.