Aunque ahora cueste mirar adelante, con los muertos diarios cerca del millar y las UCI colapsadas en prácticamente la mitad de las comunidades autónomas hasta hace apenas tres días, España parece haber pasado el pico de contagio y se acerca al escenario que se va a presentar tras la gran crisis sanitaria, económica, social y global que va a dejar la pandemia.
Esta situación, que ha puesto en solfa el progreso alcanzado en las sociedades capitalistas occidentales, va a obligar a los gobiernos y a los ciudadanos a plantearse algunas de las líneas que hasta hace solo un mes se consideraban intocables.
Con todo el país confinado, la economía “hibernada” y millones de personas con un futuro incierto o sin futuro, hay que analizar los errores evitables cometidos y encontrar soluciones para evitar que se repita esta situación. Y esas medidas, si no se toman de la forma adecuada, chocarán de plano con los derechos y libertades que disfrutamos hasta el pasado 14 de marzo.
El debate que se avecina es el de la libertad versus la seguridad para preservar la salud pública. Sin un mayor control y sin diagnósticos y seguimiento de la ciudadanía, los contagios de esta y de futuras pandemias serán incontrolables. Así se extrae de los casos de China y Corea del Sur, donde mediante big data y aplicaciones con geolocalización controlan a toda la ciudadanía las 24 horas. Son modelos de éxito que chocan con los valores democráticos occidentales y, especialmente, de la vieja Europa.
Pero, ¿estamos preparados para esas decisiones? ¿Podrán los gobiernos ponerlas en marcha? ¿Estamos dispuestos los ciudadanos a asumirlas?
Las respuestas a estas preguntas, hoy inexistentes, marcarán el debate público y político los próximas semanas. La lucha entre la libertad individual y la seguridad del colectivo se acrecentará cuando empiece a hablarse de medidas que, muy probablemente, tendremos que incorporar a la rutina diaria como las mascarillas, los desinfectantes, los guantes, el distanciamiento social, el control de temperatura o incluso la geolocalización de personas (recordemos el rifirrafe que se montó cuando hace unos meses las compañías telefónicas utilizaron esos datos de forma anónima).
Surgirán propuestas de mayores controles para evitar 'importar' problemas 'extranjeros'
Cuando se supere la primera fase de esta crisis, controlar la expansión de la epidemia y no colapsar los sistemas sanitarios, llegará la política. Será la hora de volver a la normalidad. Levantar las medidas más restrictivas y, progresivamente, recuperar las rutinas. Para afrontar esta fase, se abrirán debates profundos en las sociedades occidentales bajo el eje de libertad o seguridad y que se centrarán, probablemente, en:
- La eficacia y la inversión en Servicios Públicos: La pandemia del Covid-19 va a acelerar un debate ideológico visceral en la política española. Los conservadores y liberales aprovecharán los errores del Gobierno para cuestionar un modelo con decenas de administraciones que se ha visto ineficaz, aunque no más que el resto de modelos occidentales, a la hora de frenar la expansión del coronavirus.
Los progresistas, en cambio, achacarán a los recortes ejecutados principalmente por los conservadores durante la crisis de 2008 como los grandes culpables de la mala respuesta estructural de los 17 sistemas sanitarios que existen en España.
- El modelo territorial del Estado: Por un lado, las denominadas comunidades históricas mostrarán su enfado por haber sido anuladas por el Estado. Por otro, los partidarios de la recentralización argumentarán la escasa solidaridad intercomunitaria y el dislate de tener 17 gestiones de la crisis diferentes.
El debate sobre el modelo autonómico se enconará además por las convocatorias electorales aplazadas en Euskadi y Galicia y la próxima cita con las urnas en Cataluña. En esta comunidad, los independentistas aprovecharán los errores del Gobierno para generar nuevas sensaciones y relatos de agravio y diferenciación.
- Individualismo frente a colectividad: Esta situación puede suponer un cambio existencial. Las propuestas de inversión en Sanidad serán un ejemplo de ello. Habrá quien quiera primar la coexistencia del modelo público-privado primando a estos últimos para reducir la carga impositiva desde el Estado y quien defienda que solo una sanidad pública potente es capaz de afrontar crisis del tamaño de la provocada por el Covid-19.
El euroescepticismo crecerá de forma exponencial en los países más afectados por la crisis
- Localismo en vez de globalización: El mundo es global; las amenazas son globales y no entienden de fronteras. Sin embargo, en las pandemias, la localización es clave para su control. Surgirán propuestas de mayores controles para evitar importar problemas extranjeros.
Si a esto se une que las entidades supranacionales, como la UE, reaccionan tarde y mal, el euroescepticismo crecerá de forma exponencial en los países más afectados por la crisis. Aparecerá también la necesidad que los Estados sean autosuficientes en suministros clave, y surgirá el debate de los beneficios y problemas que ha traído la deslocalización.
- Un nuevo mercado: La crisis va a dejar a una parte de la población productiva sin un futuro claro. Eso va a generar grandes tensiones sociales y también económicas. Las medidas para rescatar a estos ciudadanos generarán un debate fiscal de calado.
En el otro extremo, entre la personas que conserven el puesto, habrá muchas empresas que hayan descubierto por la vía de los hechos las ventajas del teletrabajo. Supone un ahorro de costes y una mejora en la conciliación. Pero también una incidencia en el mercado inmobiliario y en la gestión de redes y equipos de trabajo en un país acostumbrado al presentismo.
Esta nueva realidad marcará e influirá toda la esfera política. Traerá una crisis gubernamental que el Partido Socialista tendrá que lidiar frente a los intentos de la oposición por castigar al Gobierno y capitalizar ciertos éxitos de gestión. En cualquier caso, nos enfrentamos a un escenario, a un país, muy distinto al de 2019. Tras el Covid-19, todo será diferente y la regulación se centrará prioritariamente en medidas de recuperación económica, de protección social y, muy probablemente, de gestión de crisis.
España puede aprovechar esta crisis para liderar el cambio de paradigma o para perderse en cuitas y no acometer reformas y cerrar indefiniciones estructurales que lastran el crecimiento y el progreso del país.
*** Fran Jerez es licenciado en Ciencias Políticas y CEO de Estrategos.