El tercero excluso. Lo leí en una obra de Daniel Innerarity, Ética de la hospitalidad. En un proceso de negociación entre dos partes el acuerdo final suele afectar a un tercero, que generalmente queda damnificado por la decisión, y que no es ni reconocido ni invitado al debate y al proceso de búsqueda de la solución.
Efectivamente, el gobierno central y las comunidades autónomas en el Consejo Territorial de Servicios Sociales y Dependencia discuten del reparto de fondos y centran su atención en desposeer de fondos a las ONG de carácter estatal para responder a las exigencias de las autonomías. El final lo conocemos, las comunidades obtienen más, el gobierno central consigue aplacar momentáneamente el envite territorial y las ONG estatales ven reducidos sus recursos y también sufren en su dignidad. Pero qué importa, total son ONG.
Nadie valora el trabajo que hemos realizado en la trinchera del Covid-19. Cuando muchas de estas administraciones autonómicas y estatales seguían agazapadas en el búnker hasta que el bombardeo terminara, nosotras estábamos ahí. La mayoría fue incapaz de dotarnos de los medios de protección, el apoyo sanitario y los recursos humanos que precisábamos. Algunas de ellas siguen eludiendo sus responsabilidades y cargándonos la responsabilidad de los impactos de la pandemia. Mientras asistíamos al conocido pin-pon de derivar la responsabilidad de uno a otro -el ministerio culpa a la comunidad autónoma y viceversa-, las personas seguían recibiendo nuestros apoyos.
Nadie ha levantado una voz para defender a las profesionales, mayoritariamente mujeres, que han luchado hasta la extenuación en las organizaciones del tercer sector. No reconocen nuestra capacidad de generar redes de distribución, de recursos, de formación de urgencia, de adaptación de servicios y equipos para afrontar la pandemia. La red de solidaridad y de último recurso que en estas semanas se han desplegado por toda España, en gran parte, ha sido gracias a las ONG.
Asegurar y proteger la estructuración estatal de la acción social del Tercer Sector es una decisión estratégica
Sí, ONG de ámbito estatal que cumplen desde hace muchos años un papel esencial de vertebración y apoyo a la parte de la sociedad más vulnerable. Hemos hecho más rápido, más barato y mejor que cualquier administración ayuda humanitaria en nuestro país. Y ese valor nadie nos lo puede quitar. Aunque nos traten a veces con el desprecio de ni ser considerados, ni agradecidos y menos pagados.
El 0,7 del impuesto de sociedades nació del tercer sector, y en tiempos del PP, como una fuente complementaria y de articulación del necesario papel de lo estatal y de lo autonómico. Asegurar y proteger la estructuración estatal de la acción social del tercer sector es una decisión estratégica y la inversión con mejor rentabilidad que en estos momentos puede hacer el Estado.
Pero los ansiosos devoradores de todo recurso disponible que son las comunidades autónomas, exigen al gobierno un chivo expiatorio y rápidamente se vuelve la mirada a la parte más débil del sistema, a las ONG, que otra vez jugaremos ese papel del tercero excluido.
Muchas personas trabajadoras y voluntarias de nuestras organizaciones nos repiten: hemos estado ahí, en esta crisis lo hemos dado todo. Para ellos y ellas mi reconocimiento y admiración. Han sabido estar en el lugar que nos corresponde junto a la fragilidad, ofreciendo un cuidado generoso más allá de lo exigible. Una vivida ética de la hospitalidad que hace emerger lo mejor de la sociedad, a pesar de la obstinada incapacidad de la política de no ver más allá del poder, el dinero y la confrontación.
*** Enrique Galván es director de Plena Inclusión.