La ikurriña: la enseña que Sabino Arana inventó para Vizcaya
En la séptima entrega de esta serie sobre el fundador del PNV, el autor se centra en la creación y uso de la bandera que acabó siendo la oficial del País Vasco.
Ningún otro símbolo, de los varios inventados por Sabino Arana –el casi desconocido himno o el mismo nombre de Euskadi–, explica estos últimos 125 años de relación entre el País Vasco y el resto de España como la ikurriña.
Al quedar instituida como bandera oficial de la Comunidad Autónoma Vasca en su Estatuto de Autonomía de 1979, todo el nacionalismo saludó aquello como una suerte de restitución histórica que se les debía, en lugar de lo que realmente fue: un gesto de generosidad y de concordia para comenzar una nueva etapa.
Sabino Arana creó la ikurriña y fue desplegada por primera vez en 1894, aunque hasta 1897 no le dio ese nombre, uniendo el término ikur (símbolo), también inventado por él, y ehun (tela). Con ikurriña nos referimos solo a la bandera vasca. Incluso en eusquera para denominar cualquier otra bandera se emplea el término en español: bandera.
El fundador del PNV la pensó solo para Vizcaya, como si Vizcaya nunca hubiera tenido bandera, lo cual es falso. La tuvo y la tiene. Es de color carmesí, como se reconoce de manera oficial. Justo el color elegido para su estandarte real por Felipe VI. Y no es casualidad.
El estandarte real de Austrias y Borbones hasta 1834 fue carmesí, lo mismo que la bandera de Vizcaya al menos desde mediados del siglo XVI, con las armas del rey de Castilla por un lado y por el otro las del señor de Vizcaya, porque la misma persona tenía ambos títulos desde 1379.
Sabino Arana, para dar a su lema Jaungoikoa eta Lagizarra (Dios y Ley vieja) la prestancia histórica que no tenía, quiso basarlo en el escudo de Vizcaya. Pero si cotejamos el lema con el escudo, elemento por elemento, ya sea por su significado o ya por su color, no coinciden con lo que el fundador del PNV quiso representar en su bandera.
El fundador del PNV pensó la ikurriña solo para Vizcaya, como si Vizcaya nunca hubiera tenido bandera, lo cual es falso
La ikurriña de Sabino Arana es además un diseño exótico –algunos ven reminiscencias de la Union Jack británica–, en la que destaca por su beligerancia contra España la cruz verde de San Andrés, símbolo de la batalla de Arrigorriaga con la que quiso representar la victoria sobre los españoles y su expulsión de Vizcaya. Sin embargo, lo que siempre representaron las cruces verdes de la bordura del escudo tradicional fue la victoria de Baeza contra los musulmanes el día de San Andrés de 1227, en la que intervino el señor de Vizcaya.
A partir de 1931, con la proclamación de la Segunda República, y desoyendo que para Sabino Arana la ikurriña era solo para Vizcaya, el PNV la extendió a todo el País Vasco en nombre de la “república vasca”.
En 1932 recibió un baño de masas con motivo del primer Aberri Eguna (Día de la Patria), pero su oficialización fue con el primer Gobierno vasco y de la mano de un consejero socialista, Santiago Aznar, que al cabo de poco tiempo fue expulsado del PSOE por su seguidismo soberanista del lehendakari Aguirre. El decreto del gobierno vasco de 21 de octubre de 1936 recordaba a su creador: “Formada por Arana Goiri'tar Sabin, creador del apelativo de Euzkadi y de su bandera”.
Pero lo más decisivo ocurrió en noviembre de 1936: el Ejército vasco (Eusko Gudarostea), al mando del lehendakari José Antonio Aguirre, emprendió una ofensiva sobre Vitoria que, de haberse consumado, habría podido cambiar el curso de la Guerra Civil. Pero no pudieron pasar ni de Villarreal de Álava, donde 600 soldados del ejército de Franco resistieron el acoso de los 5.000 del vasco, al que causaron más de 1.000 muertos y 3.500 bajas.
Los gudaris o soldados vascos, en batallones como el “Sabino Arana”, cantaban el Eusko gudariak, himno del soldado vasco, marchando tras la ikurriña, según dice la letra.
El lehendakari Aguirre, en 1955, recordando aquel desastre, dijo que la ikurriña “quedó consagrada definitivamente por la sangre de nuestros gudaris en heroica lucha”. Pero la Batalla de Villarreal y las siguientes, hasta la caída de Bilbao en junio de 1937, fueron tan adversas para el Ejército vasco y tanta la sangre nacionalista derramada en vano, que toda la política vasca se ha visto hasta hoy condicionada por aquellos acontecimientos.
Desde 1959, tanto la rama juvenil del PNV –EGI– como la incipiente ETA, surgida como escisión del PNV, competían en poner ikurriñas en lugares simbólicos. Quienes la pusieron en la catedral de Burgos el día de la Hispanidad de 1967, Santiago Arróspide e Iñaki Múgica, de EGI, pronto fueron destacados dirigentes de ETA, lo cual muestra lo permeables que eran entre sí ambas organizaciones.
ETA mató a seis guardias civiles utilizando la ikurriña como señuelo para tender trampas a las fuerzas de seguridad
Entre la muerte de Franco y la legalización de la ikurriña en enero de 1977, ETA consiguió matar a un total de seis guardias civiles utilizando la ikurriña como señuelo para tender trampas a las fuerzas de seguridad que procedían a retirarla. Y en 1978 ETA asesinó a Esteban Beldarrain Madariaga, cobrador de peaje en la autopista Bilbao-Behovia, bajo la acusación de haberle visto disparando en público contra una ikurriña.
Los gudaris de Aguirre se batieron en el campo de batalla y perdieron estrepitosamente, y ETA, matando por la espalda y de improviso, acabó también siendo derrotada. Y todos lo hicieron bajo el mismo pabellón: la ikurriña de Sabino Arana.
El nacionalismo vasco, una vez convertida la ikurriña en bandera oficial de Euskadi en 1979, y saltándose la ley de banderas de 1981, no paró hasta desterrar del País Vasco la enseña nacional española: el PNV desde las instituciones y ETA con asesinatos.
La bandera española hoy solo se ve en ciertos edificios oficiales de algunas poblaciones importantes, mientras que en el resto de los 252 municipios vascos está completamente desaparecida. A diferencia de lo que ocurre con la ikurriña, habitual en todos los espacios públicos y llevada por los particulares con entusiasmo en cualquier espectáculo deportivo o festivo, o luciendo en ventanas y balcones en el Aberri Eguna.
Pero exigir la preceptiva colocación, junto a la ikurriña, de la enseña nacional española, hasta en el despacho mismo del lehendakari, siendo como es representante ordinario del Estado español en Euskadi (artº 33.2 del Estatuto), se sigue considerando por los nacionalistas una provocación en toda regla. Y la única explicación posible es que prefieren la ikurriña de Sabino Arana, la que llevaban los gudaris en Villarreal y con la que asesinaba ETA, en lugar de la ikurriña del Estatuto de Guernica, avalada por la Constitución, igual que lo están la bandera española y su escudo desde 1978.
*** Pedro José Chacón Delgado es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.