Mi nombre es Vladimir. Vivo actualmente en Minsk, donde ahora estamos luchando contra un gobierno dictador. No puedo callar más. Viví muchos años en España, y estuve acreditado como periodista deportivo. Y veo que ahí falta información.
Tras el séptimo día de protestas puedo decir que jamás ocurrió esto en 26 años de poder de Lukashenko. Y está todo en juego. Es sorprendente que, por primera vez, se anuncie ahora una "manifestación de apoyo" al presidente, que ya no es legítimo. Pero ya sabemos por qué. Llegan a nuestro país los representantes de la UE. Y quieren hacer lo típico del comunismo.
Preparan una manifestación masiva. ¿Cómo? Muy fácil. Usan todo el aparato burocrático, llaman a los funcionarios, empleados que trabajan en colegios, alcaldías, etcétera. Les amenazan con despedirlos si no acuden. Nada nuevo bajo el Sol. Y llevarán a los miembros de la UE a lugares estratégicamente elegidos.
Aquí vivimos como en Alicia en el País de las Maravillas o en 1984. Mi pueblo no quiere guerra, no queremos escenarios como los de Ucrania o Georgia. Nada de eso. Queremos que Lukashenko deje su silla y pase a se ex presidente. Que recoja a sus hijos y se vaya.
El lunes pararon más de doscientas fábricas de entre las más importantes del país, e incluso la televisión oficial, que está harta de falsas noticias y mentiras.
En siete días de protestas no se ha roto ninguna vitrina, escaparate, paradas de transporte urbano... Los disturbios los ha protagonizado la Policía especial durante dos noches después de proclamarse presidente a Lukashenko con el 80% de los votos.
Llegó el momento en que todos los calabozos estaban llenos. En un habitáculo para cinco han llegado a meter a 40
Ahí empezó la revuelta del pueblo. Porque fueron dos días de terror, con escenas como de película. Palizas de cinco contra uno. Aquello parecía la Gestapo o las SS de la Segunda Guerra Mundial. Arrestaron a más de 7.000 personas. Los torturaron de forma sádica. Llegó el momento en que todos los calabozos estaban llenos. En un habitáculo para cinco han llegado a meter a 40.
Pero la situación ha empeorado para la dictadura. Cuando entendieron que la gente no iba a parar han dado marcha atrás. Ya llevan tres días sin detener a gente. Pero muchos siguen detenidos. El Ministerio del Interior niega que haya torturas o violaciones. Ahora niegan todo, pero no pueden liberarlos por un motivo. Están desaparecidas más de 80 personas. Tememos lo peor. Oficialmente ya murieron tres, pero la realidad puede ser catastrófica. Personalmente no puedo confirmarlo, pero hay quien ha visto camiones policiales yendo al crematorio cargados de muchos sacos....
Repito que todo el país sale a la calle, hasta los pueblos más pequeños. Y ahora quisiera explicar algo sobre las elecciones. Puedo confirmar que Lukashenko ganó las primeras. La segunda vez lo apoyó mucha gente. Pero desde las siguientes elecciones, cuando aparece Lidia Ermoshina al frente de la Comisión Central, todo pasa a ser una gran mentira.
El ego del presidente es tan grande que ya no admite ganar con el 60% o 65%: quiere el 80% o el 90%. Y empieza a trabajar Ermoshina. Mi experiencia en las votaciones desde 1998 hasta mi marcha del país es reveladora. Me permitieron votar hasta dos semanas antes de la fecha. ¡No es broma! Sin control ni vigilancia. ¿Podéis imaginar lo que pueden hacer con los votos?
Ha habido un río de votos falsificados. Por eso en las fábricas, en el Ejército, en la Policía... todos estaban obligados a votar antes. Luego llegó el tema del control de las urnas. Primero fue que ningún compromisario pudiera acercarse a las mesas electorales. Dos metros de distancia mínima. Luego, ni estar allí.
Nunca Bielorrusia ha estado tan unida. Queremos el despido del dictador que nos ha devuelto a lo peor de la ex URSS
Parece mentira pero esto es real y pasa en Europa. Las elecciones han sido un escupitajo a la sociedad. Presentaban a los otros candidatos como bandidos, ladrones, personas que quieren destruir el país... Pero no pueden engañar siempre. Y la esposa del encarcelado Tichanovskiy levantó la bandera como Juana de Arco y se presentó candidata. Lukashenko se rio de ella, pero le ha salido mal.
Svetlana Tijanovskaya dijo que quería llegar al poder para devolvernos la Constitución de 1994 y, en seis meses, convocar nuevas elecciones sin Lukashenko. Con ella se levantó el pueblo. Y cuando llega la noche de 9 de agosto y dicen que ha ganado Lukashenko con el 80%, estalla el país.
Sabíamos que se preparaba un nuevo golpe de Estado falseando los votos. La sociedad respondió creando una plataforma Golos (El Voto) a la que la gente enviaba una foto de la papeleta que metía en la urna, para así poder hacer un recuento veraz. El Gobierno lo prohibió, amenazó e hizo todo lo posible para evitarlo. Incluso hicieron un apagón en internet de casi tres días. Pero existe otra forma de conectarse, como hacen en China, Irán o países así.
A pesar de todo, Svetlana Tijanovskaya se impone en muchas mesas. Y empieza una película absurda.... Aparecen falsificaciones, papeletas quemadas, hechas con prisa, incompletas... Existen vídeos y audios de todo eso. Y luego sale Ermoshina y dice que todas las denuncias de fraude han sido rechazadas. Punto final. Pero la plataforma Golos confirma justo todo lo contrario. Paran primero tres fábricas importantes reclamando elecciones nuevas y, poco a poco, todo el país.
Nunca, hasta este momento, Bielorrusia ha estado tan unida. Y queremos solo una cosa: el despido del dictador que nos ha devuelto a lo peor de la ex URSS. Dimisión de Lukashenko y Ermoshina. Con eso volvería a normalidad. Y luego tocaría limpiar nuestra Policía de esos bandidos que han dado órdenes de imponer el miedo.
*** Vladimir Shreiter es periodista.