¿Quién pensaba que sería posible tener no una, sino tres o más vacunas contra la Covid-19 pasado menos de un año de su devastadora llegada a Italia? ¿Cómo ha sido posible? ¿Son seguras estas vacunas? ¿Se han hecho a carreras como las fabricadas en China o Rusia?
Éstas y muchas otras preguntas están en la mente de la mayoría de todos nosotros. Y lo que es peor, circulan todo tipo de noticias falsas, puntos de vista de expertos que se contradicen e informes de prensa pseudocientífica que inundan las redes sociales con fines poco claros.
Siga leyendo para obtener algunas respuestas.
En febrero de 2020, poca gente creía posible tener, en menos de un año, una vacuna contra el coronavirus completamente desarrollada, debidamente probada en ensayos de Fase III, autorizada por los principales organismos reguladores de todo el mundo y producida en cantidades suficientes para iniciar una campaña de vacunación para varios millones de personas en todo el mundo.
Cuando muchas voces plantearon todo tipo de salvedades, como el fracaso histórico en la búsqueda de una vacuna contra el VIH o imaginarios efectos secundarios fatales que surgirían de atajos tomados en los ensayos clínicos, muy pocas personas creyeron que había una posibilidad razonable de que una vacuna cumpliera con todas las medidas necesarias en sólo 12 meses. La mayoría de la gente y de los medios de comunicación estimaron que, en el mejor de los casos, se tardaría cinco años.
Hay varias razones que han permitido que ocurra el milagro. De hecho, las razones son perfectamente comprensibles y explican por qué el desarrollo y la producción no sólo de una o dos, sino que es probable que tres vacunas estén disponibles para llevar campañas de vacunación masiva a partir de esta semana.
Primera razón, la Covid-19 no es un completo desconocido para la comunidad científica.
A pesar de que este virus es nuevo para nuestro sistema inmune, razón por la cual está causando tales estragos y muerte, no es un completo extraño para la comunidad científica. Y no estoy diciendo que fue mutado a propósito por un laboratorio en Wuhan -una teoría que ya ha sido descartada en Nature por científicos que han publicado un análisis detallado de la secuencia genómica del virus-. Me refiero al hecho de que otros coronavirus han sido estudiados por científicos y médicos desde hace más de 15 años. Este conocimiento ha ayudado a entender este Covid-19 muy rápidamente.
En segundo lugar, enormes avances en biotecnología.
La gama de herramientas biotecnológicas disponibles para la comunidad científica se ha desarrollado enormemente en estos últimos años gracias a una ardua y sostenida investigación, tanto básica como aplicada. Como resultado, se ha podido llevar a cabo muy rápidamente una descripción muy detallada del virus. En concreto, la secuenciación de su genoma y de las famosas proteínas de su superficie. Y los avances han sido espectaculares en el desarrollo de vacunas basadas en el ARN mensajero por primera vez en la historia.
Colaboración estrecha y publicación inmediata de resultados.
Los laboratorios públicos y privados de todo el mundo han compartido no solamente muestras del virus, sino también información sobre su estructura y las secuencias genómicas de las diferentes variantes detectadas. Esta información se ha publicado inmediatamente y casi simultáneamente a su descubrimiento.
Financiación, financiación, financiación...
La estrecha colaboración entre todas las partes interesadas ha sido fructífera gracias a la rápida disponibilidad de enormes cantidades de fondos públicos, capital de riesgo y recursos propios de las grandes empresas farmacéuticas.
Rapidez administrativa.
Todos los procesos burocráticos y la toma de decisiones administrativas se han acelerado, sin alterar ni la duración ni la calidad de los distintos ensayos clínicos. No se han tomado atajos. Solamente se han acortado los tiempos entre las fases. Ha sido una cuestión de diligencia, sin que se perdiera tiempo entre los pasos del proceso.
Voluntarios.
También merece la pena destacar la velocidad con la que un gran número de voluntarios se han presentado para las pruebas. Precisamente, cuando se necesitaron decenas de miles para investigar la eficacia de cada vacuna y cualquier efecto secundario.
Transmisión aérea y asintomática.
Un factor muy importante que ha contribuido significativamente a la rápida evaluación de las vacunas es la desafortunadamente fácil propagación del virus. Un virus que es capaz de esconderse en pacientes asintomáticos que, sin saberlo, lo transmiten a múltiples contactos. Un virus que se propaga por el aire, unido a gotas minúsculas y que se propaga cuando los pacientes hablan, gritan o, simplemente, respiran.
Por todas estas razones, el milagro de desarrollar no sólo una, sino varias vacunas en un tiempo récord, en mi humilde opinión, no es tal milagro en absoluto.
*** Ángel M. Fuentes Mateos es oficial de Programas de la Unidad F3 Sistemas Industriales Sostenibles, DG R&I, Comisión Europea, y miembro de Volt España.
[La información y los puntos de vista expresados en este artículo corresponden únicamente a los del autor y no reflejan necesariamente la opinión de la Comisión Europea].