1. La caza
La película de Thomas Vinterberg sobre un profesor acusado de abuso sexual infantil por la mentira de una niña. "Es un maravilloso y desolador alegato en defensa de la presunción de inocencia y de la necesidad de tratar de aproximarse siempre a la verdad de manera desprejuiciada, aunque encontrarla suponga cambiar nuestras ideas y no al contrario" dice la periodista y colaboradora de EL ESPAÑOL Rebeca Argudo. "Pocas cosas me parecen más antiwoke hoy en día que una película en la que se muestran crudamente las consecuencias de un yo te creo hermana en la vida de un hombre blanco hetero inocente y víctima".
2. Succession
Succession no es, como muchos han interpretado, una crítica al capitalismo o a los ricos, sino la tragicómica, y muy cruel, historia shakespeareana del propietario de un viejo imperio de medios de comunicación conservadores (basado más o menos libremente en Rupert Murdoch y la Fox) y de su lucha para conseguir que uno de sus cuatro grotescos hijos madure hasta convertirse en el hijo de la gran puta que se requiere para mantener el imperio a flote en un nuevo escenario mediático infinitamente despiadado. Si no es la mejor serie de la última década, poco, muy poco, le falta. Y la banda sonora de Nicholas Britell es un extra.
3. Isabel
Ester Muñoz, exsenadora del PP, escoge la serie de 2012 de Javier Olivares sobre la vida de Isabel I de Castilla. "Muestra la construcción de nuestra nación y la vida de la mayor visionaria y mejor soberana y política de la historia de España. Con ella empezó todo. Ahora que la incultura retira sus estatuas, hay que aproximarse a ella más que nunca. He visto esta maravilla cuatro veces".
4. Pretend It's a City
El periodista Julio Valdeón escoge la última creación de Martin Scorsese para huir de la dictadura de Netflix, Disney y otras plataformas convertidas en iglesias de la nueva religión progresista. "Scorsese regresa al lado de su amiga, la escritora y conferenciante Fran Lebowitz. El resultado es una serie documental que es también un homenaje a un Nueva York que muere a grandes tragos, sepultado por la apisonadora de las boutiques, los escaparates cuquis y los consumidores de frozen yogurt y quinoa. Un documental que huele a nicotina recién estrenada, a librería de segunda mano, a pan fried noodles en la madrugada de Chinatown y a hamburguesa del JG Melon rematada con un dry martini. Un vehículo a la medida del verbo supersónico de Fran. Un vendaval de inteligencia, socarronería y bendita mala hostia. Imprescindible como antídoto para la bobería woke y su insufrible cohorte de monjas alférez".
5. Comanchería
El profesor y colaborador de EL ESPAÑOL David Mejía escoge Comanchería, de David Mackenzie, "un western moderno con elementos clásicos: tipos duros, hermandad y algún que otro comentario racista". El guionista de Comanchería, Taylor Sheridan, es por cierto el director de Wind River y el autor de los guiones de Sicario y de su segunda parte, Sicario: Día del soldado, que podrían estar también sin problema alguno en esta lista.
6. Padre Brown
El filósofo Miguel Ángel Quintana Paz da por supuesto que escapatoria, lo que se dice escapatoria, hay poca. "La verdad es que yo cuando me pongo a ver series ya doy por supuesto que va a ser ideología progre en vena. No me importa, igual que escucho a Manolo Chinato o Silvio Rodríguez, pese a aborrecer sus ideologías".
Pero Quintana se apunta al juego y escoge Padre Brown, una serie de perfil bajo que esconde mucho más de lo que parece bajo su superficie: "El padre Brown nos muestra la importancia que da el catolicismo a comprender a los demás, aunque ello no implique aceptar sus fechorías. Cuando le preguntan al protagonista, en cierto caso especialmente difícil, cómo fue capaz de resolverlo, el afable sacerdote católico responde 'porque el crimen lo cometí yo' ante el pasmo de sus acompañantes. Pero no se trataba, por supuesto, de que el candoroso cura hubiese cometido el delito: simplemente había sido capaz de meterse en la mente del criminal. El catolicismo se revela una estupenda práctica detectivesca".
7. Érase una vez en Hollywood
José Ignacio Wert Moreno, periodista y colaborador de EL ESPAÑOL, escoge la gran película derechista de la última década. "Transcurre en 1969. Es la época del Nuevo Hollywood. Pero está protagonizada por un actor en horas bajas y su doble de acción, que pertenecen a la época inmediatamente anterior. Su incomprensión ante los fenómenos sociales emergentes acabará siendo clave para la reescritura de la Historia que hace el desenlace del film. Una carta de amor al cine, entendido como una industria que, a veces, expulsa a sus antiguos astros, que deben protagonizar imitaciones italianas".
8. La caza
El economista Daniel Lacalle escoge La caza de Craig Zobel (no confundir con la película del mismo nombre de Thomas Vinterberg, en el punto 2 de esta lista). "Es una película divertida y provocativa sobre la hipocresía de la izquierda caviar y que muestra cómo son muchas veces unos monstruos inhumanos".
La película, extremadamente violenta y de un humor negro no precisamente sutil, provocó un enorme debate en los Estados Unidos tras su estreno y fue muy criticada por el trumpismo, que se vio reflejado en ella. No deberían: la película tiene más vueltas de lo que parece.
9. Downtown Abbey
El columnista de ABC José F. Peláez tira de clásico aristocrático. "Si me permites, escojo Downtown Abbey. Esta serie, más allá de ese halo decadente y de fin de una época que se va, muestra muy bien esa derecha en la que yo creo. Es decir, la que más allá de los ideales defiende unos intereses. Y no sólo los propios, los de la familia propietaria, sino los de todos los que dependen de ella: empleados, gente que está bajo su protección e incluso, llegado el momento, los del propio país. La obligación y el compromiso por delante del hedonismo y del idealismo".
10. Los Durrell
El columnista y colaborador de EL ESPAÑOL Guillermo Garabito escoge Los Durrell, que puede encontrarse en la plataforma Filmin. "Es un alegato deslumbrante en favor de la familia precisamente en estos tiempos donde la familia carece de importancia. Una historia basada en la trilogía del naturalista Gerald Durrell que reivindica la importancia de la familia. Como El Padrino de Coppola, pero sin sangre y de vacaciones en Corfú".
11. Generation Kill
El periodista Borja Bauzá se salta por poco el límite temporal que establezco para la lista (que se trate de series o de películas de la última década) y opta por una elección chocante. Generation Kill, del muy rojo David Simon. "¿Una serie basada en un reportaje de la Rolling Stone y dirigida por David Simon en una lista semejante? Bueno: si la serie muestra a un grupo de marines puestos de anfetas entrando en Irak a sangre y fuego, mofándose (cuando no cepillándose) a los locales... y nada de eso viene acompañado de música tristona, moralina subliminal o un final redentor, pues entonces lo que tenemos es un producto tan incómodo (¡incorrecto!) como desacomplejado. En otra época hubiese sido criticada desde la derecha por su irreverencia. Hoy, sin embargo, la irreverencia parece sentar peor en otras latitudes".
12. Cobra Kai
El periodista Gonzalo Altozano (la primera persona que me habló de Ana Iris Simón cuando todavía no la conocía nadie, y uno de los principales responsables de que Feria se haya convertido en un fenómeno mediático) no lo duda ni un segundo y escoge Cobra Kai. "Es la epopeya de un héroe de la clase trabajadora blanca, Johnny Lawrence, en un mundo woke". ¡La historia de tantos!
13. Shameless
La diseñadora Sylvia Sans se apunta con entusiasmo al juego y propone no una, sino media docena de opciones: Homeland ("porque no dulcifica lo chungos que pueden llegar a ser algunos musulmanes"), Fauda ("no apta para sissies"), la temporada 5 de The Good Fight ("bastante crítica y honesta respecto a los plastas woke, aunque alguien hastiado de lo progre no disfrutará con esta serie") Curb your Enthusiasm! ("por la manía que le tiene Larry David a todo lo que suene pomposo y absurdo, y por lo tanto woke"), The Office ("la versión británica original. Antibullshit") y Portlandia ("se descojona de lo woke, aunque me pone de los nervios").
Pero si se ha de quedar con alguna, lo hace con Shameless: "Tres ejemplos: la clase trabajadora puteando a los hipsters que se instalan en su barrio del sur de Chicago; Frank, el padre de familia borracho, excusando las palizas de su hijo bully porque en el fondo le hace un favor al niño acosado, que acabará de CEO; y el hijo negro aprovechándose de la mala conciencia de los directores de colegios privados por no ser lo suficientemente multirraciales".
14. Chernobyl
Chernobyl es la serie escogida por Eli Cohen, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria. "Con una maestría formal escalofriante, Chernobyl expone por qué el comunismo no es sólo un sistema disfuncional que produce miseria y muerte, sino también moralmente malo, en contra de la creencia clásica occidental de que es una idea buena mal aplicada".
Chernobyl es también la serie escogida por el músico Joaquín Felipe, de los Fresones Rebeldes, Los Canguros y Cola Jet Set: "Es un ejemplo perfecto de en qué fallan y cómo fallan los sistemas aparentemente garantistas como el soviético. En el mundo libre al menos te puedes quejar".
15. El hombre de las mil caras
La película escogida por el periodista Manuel López Sampalo, columnista y colaborador de EL ESPAÑOL "ofrece una exquisita muestra del putiferio que fue el tardofelipismo. No es la mejor película del sevillano Alberto Rodríguez, que tiene sus cimas en Grupo 7 y La isla mínima, pero es el primero que se atreve a llevar a la gran pantalla los platos rotos del fin de fiesta del gran Gobierno del PSOE. De hacerse un largometraje (el tema lo merece) sobre el saqueo de los ERE por el socialismo andaluz, nos gustaría ver al genial Rodríguez detrás de la claqueta".
16. Valley of Tears
Isidoro Tapia, economista y autor del libro Un planeta diferente, un mundo nuevo, opta por la serie israelí de HBO sobre la guerra de Yom Kipur. "La serie narra el ataque sorpresa de Siria y Egipto contra Israel aprovechando la fiesta religiosa del Yom Kipur, que casi hizo colapsar el Estado judío hasta que este recibió el decisivo apoyo de Estados Unidos, que cimentó la alianza entre ambos países y que provocó una curiosa metamorfosis de Israel a ojos de los partidos de izquierda: del paraíso de los kibutz, Israel pasó a convertirse en una especie de bestia negra".
17. Nomadland y Mare of Eastown
El escritor y diplomático Juan Claudio de Ramón escoge dos opciones aparentemente antagónicas, pero que no lo son tanto. "Supongamos que una serie progresista es una donde predomina la denuncia del sistema y una conservadora, una donde el protagonista en un agente moral que sube o cae como consecuencia de sus acciones".
"Cualquier serie buena será compleja y mezclará ambas dimensiones. The Wire, por ejemplo, tiende a mostrar injusticias estructurales y la pondría como ejemplo de serie progresista buena. Shameless, como serie derechista mala, porque los pobres son gente vil que tienen la culpa de todo lo que les ocurre".
"Es interesante el contraste con Nomadland o Mare of Eastown. Ambas son historias de la desindustrialización y podrían haber exagerado su populismo. Y, sin embargo, predomina en ambas el esfuerzo individual por salir al paso de las dificultades, con ayuda del amor que se recibe y que se da, sin pedir demasiadas cuentas al Estado".
"En Nomadland, el personaje de Frances McDormand renuncia a un subsidio porque quiere trabajar de lo que sea. Mare of Eastown es un noir, y el noir es conservador casi por defecto: un equilibrio moral se ha roto y, al final de la historia, ese equilibrio debe restaurarse. Las acciones, las mentiras, tienen consecuencias. Y si hay crimen, habrá castigo".
"Eso me parece más profundo que cuestiones superficiales, como si Winslet aparece con arrugas, que es lo más normal del mundo. Tampoco es la primera vez que una mujer interpreta a un detective, que además aparece en toda su humanidad, imperfecta ella como los hombres que la rodean. Gran serie".
18. The Young Pope y Shtisel
The Young Pope es la serie más moderna de esta lista, en fondo y forma, y al mismo tiempo la más conservadora. A fin de cuentas, toda la obra de Paolo Sorrentino es un canto nostálgico a la belleza, y la belleza es conservadora por naturaleza. Shtisel es, por su parte, una rareza sorprendente. La historia de una familia judía ultraortodoxa de Jerusalén que fascina precisamente por lo cerrado y claustrofóbico de su mundo, pero que te hace preguntarte si lo cerrado y claustrofóbico no será, precisamente, la falta de referentes morales de la posmodernidad.
19. La La Land y Whiplash
Damien Chazelle es garantía de éxito. Pero ¿qué tienen en común dos películas aparentemente tan diferentes en tono y color como La La Land y Whiplash? La idea de que los sueños no salen gratis, la de que la excelencia sólo llega a través de una disciplina cuasimilitar, la de que uno es siempre el responsable último de sus elecciones vitales, y la de que el amor es un lastre cuando se aspira a algo más que el mínimo común denominador. La idea, en fin, de que uno sólo se convierte en adulto cuando aprende a negociar con la realidad.