La palabra crisis tiene hasta siete acepciones diferentes en el Diccionario de la Real Academia Española. La primera de ellas hace referencia a "un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados". Otra le dedica una acepción específica, como no podía ser de otra manera, a la crisis ministerial.
La diversidad de acepciones propicia que en nuestro imaginario colectivo se haya instalado una percepción negativa de la idea de crisis ministerial, alejada de la primera de las acepciones mencionadas, que nos permite una visión de la crisis como avance, oportunidad y reubicación hacia el futuro.
Nuestra historia de crisis ministeriales nos invita a pensar en estos términos: si no voy errado, todos los gabinetes del período democrático han tenido sus respectivas, a excepción del presidido por Calvo Sotelo. En febrero de 1978, la salida de Fuentes Quintana y de los ministros de carteras económicas del Gobierno planteó una necesaria readaptación del Gobierno de Adolfo Suárez a la realidad constitucional que se avecinaba.
Una década más tarde, en julio de 1988, Felipe González remodeló hasta seis carteras ministeriales tras el ingreso de España en la llamada entonces Comunidad Económica Europea.
En julio del 2002, José María Aznar renovó hasta ocho ministerios con el objetivo de afianzar su programa de reformas. Y en julio del 2007 el Gobierno de Rodríguez Zapatero renovó cuatro nuevos ministerios, incorporando a la siempre recordada Carmen Chacón.
Los cambios entienden como superada una etapa de la legislatura especialmente compleja
Contextualizar adecuadamente los cambios que anunció el presidente Pedro Sánchez, más allá de todas las lecturas posibles, entran en la lógica de entender como superada la primera etapa de una legislatura especialmente compleja.
Compleja por un clima político marcado por las tensiones generadas por el procés, por la radicalización de los discursos de la derecha parlamentaria con la emergencia de Vox y, sobre todo, por la crisis provocada por el Covid-19, que ha cambiado las agendas políticas.
Especialmente en Europa, donde el programa de recuperación económica más ambicioso hasta la fecha, a través de los fondos Next Generation, anima a hacer cambios estructurales profundos en la realidad española.
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia España Puede concreta el horizonte y las estrategias para abordar transformaciones que serán decisivas para nuestro futuro: "Para impulsar la recuperación y abordar una modernización de la economía española, comparable a la que supuso la incorporación a la UE en 1986, que permita retomar la senda de progreso y prosperidad lograda durante las siguientes décadas".
Los cambios anunciados tienen, como decía, múltiples lecturas que, dependiendo de su origen e intencionalidad, son contrarias entre sí. Y todas, a su vez, pueden aportar algo a entender el momento de cambio y las incertidumbres abiertas. Igual que son posibles diversas lecturas internas, en clave de partido, que piensen en futuras contiendas electorales y en el próximo congreso del 15 al 17 de octubre en Valencia.
De todas las lecturas posibles, hay que destacar la idea de un nuevo impulso
Como elementos interesantes sobre la mesa, tenemos la incorporación de tres alcaldesas que representan el ADN municipalista del socialismo español. Más cercanas a las realidades concretas de la ciudadanía y con la mirada amplia, panorámica e integral que exige la realidad local que se gestiona, donde ningún asunto es ajeno a una alcaldía.
Hay también una lectura en clave de género, con una más numerosa y normalizadora presencia de mujeres, así como una lectura intergeneracional con la incorporación de perfiles más jóvenes, con sobrada experiencia política y de gestión, representativos de las oportunidades de futuro de España.
De todas las lecturas posibles, hay que destacar la idea de un nuevo impulso. Un nuevo impulso a mitad de legislatura, con el desconcierto de una oposición desubicada y un programa legislativo y gubernamental que avanza intensamente.
En clave interna, tras los difíciles acontecimientos acaecidos en octubre del 2016 que implicaron la dimisión de Sánchez de la secretaria general, se han ido cerrando las heridas sin aumentar las fisuras, y se han ido reconciliando todas las pulsiones del partido por su liderazgo y por las transformaciones impulsadas.
Las que han hecho un socialismo más fuerte, más próximo a sus votantes y más enraizado a la inaplazable modernización de España. Las que han hecho un Gobierno más político, adaptado a las necesidades de reactivación y recuperación económica. Y las que han dado una respuesta progresista para una España más verde, digital, cohesionada e inclusiva.
*** Santiago Castellà es senador del Grupo Parlamentario Socialista.