Han vuelto a Cibeles las políticas de Manuela Carmena. Con estas palabras, Ortega Smith cerraba su intervención en el pleno municipal celebrado el día siete de septiembre. Lo decía a cuenta de la ordenanza de movilidad sostenible que acaba de aprobar el Gobierno de José Luis Martínez Almeida con el apoyo de los cuatro concejales que conformamos el grupo mixto.
Aunque la hipérbole discursiva de Vox responde fundamentalmente al objetivo de diferenciarse de un PP con el que tiene demasiado en común, no deja de ser cierto que el texto presentado por su equipo es claramente continuista con el que en 2018 aprobó su antecesora. Tal es así que lo que ratificó el pleno del pasado lunes no fue una nueva ordenanza de movilidad sino una modificación de la nuestra.
Las políticas de movilidad de Carmena están de vuelta. Para alivio de los madrileños y para desesperación de Vox, que recriminó duramente al alcalde su cambio de postura. La norma profundiza en las medidas de limitación y restricción del tráfico motorizado en la ciudad de Madrid, a las que PP y Ciudadanos se oponían ferozmente desde la oposición; estableciendo, por ejemplo, la prohibición de circular en el conjunto de la ciudad a los vehículos sin etiqueta a partir del 1 de enero de 2025. También define Áreas de bajas emisiones, Madrid Centro y Plaza Elíptica, tal y como exige la ley de cambio climático aprobada recientemente por el Gobierno de España.
La crítica evidente es que al texto le falta ambición. Que la situación de hoy no es la de 2018 y que esta modificación debería haber sido aún más restrictiva en las limitaciones a los vehículos motorizados.
Almeida ha tenido que rectificar y asumir que Madrid Central se queda
Siendo esto evidente, tampoco debemos olvidar dos circunstancias. La primera es que el mismo alcalde que hace sólo dos años prometía cargarse la zona de bajas emisiones (ZBE) y se oponía a cualquier medida de restricción del tráfico en nuestra ciudad, ahora ha tenido que rectificar y asumir que Madrid Central se queda, como le reprochan sus socios de investidura.
La segunda, y aún más importante, es que hay una sentencia del TSJM, ratificada por el Supremo, que anula Madrid Central. Por lo que en caso de no haberse aprobado una ordenanza que preservara la ZBE, esta hubiera decaído a mediados de este mes. Así, no sólo desaparecería Madrid Central sino también las Áreas de Prioridad Residencial (APR) implantadas en los mandatos de Gallardón y Botella, y Madrid retrocedería casi 20 años en políticas de restricción del tráfico. Los coches podrían volver a circular por la calle Huertas, como desean los negacionistas de Vox.
Qué duda cabe que el principal responsable de haber llegado a esta situación es el propio alcalde, con aquel recurso absurdo que presentó siendo portavoz de la oposición, pero sólo reprobando su actitud no resolvíamos el problema.
Había que obligarle a rectificar y eso es precisamente lo que hemos hecho. Negociar un acuerdo para sacar adelante una ordenanza que asegurara unos mínimos esenciales. El más importante: que Madrid Central siguiera siendo Madrid Central.
Si recordamos, esta medida tenía dos objetivos: impedir el tráfico de paso y restringir la entrada de vehículos de quienes ni viven ni trabajan en el centro. Ambos se mantienen inalterados.
El riesgo de que Madrid perdiera su área de bajas emisiones estaba muy presente
No obstante, se planteaban dos excepciones: equiparar las condiciones de acceso de los comerciantes a las de los residentes y ampliar el horario de circulación de las motos. Sobre esta última, cabe recordar que se ha restablecido el horario original (de 7 a 22 horas) como parte del acuerdo alcanzado entre nuestro grupo y el equipo de gobierno. Respecto del régimen de acceso de los comerciantes, la pregunta obligada es si ello puede suponer que al centro de Madrid accedan más coches de los que ahora están autorizados. La respuesta es no. Actualmente, quien tiene un comercio dentro de Madrid Central ya puede entrar con su vehículo, bien porque esté empadronado o bien porque disponga con una autorización provisional. Lo que hace esta ordenanza es dar carta de naturaleza a una situación que se está produciendo de facto.
La segunda condición que planteamos para aprobar el texto fue incorporar una serie de medidas que entendíamos necesarias para que Madrid avance hacia una movilidad más sostenible. Medidas como la pacificación del tráfico, reduciendo la velocidad en calles de plataforma única y de dos carriles por sentido; bajar las motos -y el resto de vehículos- a la calzada; implantar el autobús a demanda tanto en horario nocturno como diurno; establecer puntos de carga y descarga en los aparcamientos municipales para resolver la distribución “de última milla” mediante vehículos ligeros; equiparar al taxi con el transporte público cuando deban adoptarse medidas excepcionales en relación con el tráfico; o crear el Consejo de la Movilidad Sostenible, un órgano que se ocupe de la evaluación, seguimiento y mejora de las políticas de movilidad.
El mantenimiento de Madrid Central y la incorporación de estas y otras muchas medidas a la ordenanza han decidido nuestro voto favorable a la misma. Por convicción y por responsabilidad. Porque el riesgo de que Madrid perdiera su área de bajas emisiones estaba muy presente y nuestro compromiso como concejales independientes de los aparatos y de las lógicas de partido es ser útiles a los madrileños. Así lo hemos hecho en este caso y así lo vamos a hacer de aquí en adelante.
*** José Manuel Calvo es concejal de Recupera Madrid.
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