Mientras los líderes mundiales se reunían en la Conferencia de las Partes contra el cambio climático (COP26) de este año, Viktor Orbán, que había decidido no participar en ella, cargaba contra la Unión Europea (UE). El primer ministro húngaro calificó las propuestas ecologistas de “fantasía utópica” que aumentaría los precios de la energía en Europa y anunció que Hungría “resistirá”. Según Orbán, la reunión de la UE en diciembre será tumultuosa.
Unos pocos días antes, Orbán había arremetido también contra la UE con ocasión del aniversario de la revolución húngara de 1956 al afirmar que “las declaraciones y las decisiones que Bruselas toma contra nosotros y los polacos son las que suelen reservarse para los enemigos. Es hora de que Bruselas entienda que con nosotros no pudieron ni los comunistas. Nosotros somos la arena en el motor, el palo en la rueda, la espina en la carne. Somos el David contra Goliath que harían bien en esquivar”.
La hostilidad de Orbán puede ser consecuencia de la evidencia de que los líderes europeos están agotando su paciencia con el iliberalismo húngaro. La Comisión ha iniciado el proceso sancionador contra Hungría a raíz de la ley aprobada a principios de año y que relaciona la homosexualidad con la pedofilia al prohibir la publicación de imágenes gay en los contenidos dirigidos a menores. La Comisión también ha exigido medidas anticorrupción más duras antes de autorizar el pago de los fondos europeos para la recuperación destinados a Hungría.
La UE está endureciendo su tono. La Corte Europea de Justicia ha multado a Polonia con un millón de euros al día por ignorar el mandato de que se suspenda la cámara disciplinaria del Tribunal Supremo, que amenaza la independencia de los jueces. La Comisión también ha dejado claro que Polonia debe obedecer si quiere recibir fondos de la UE. Desafiar abiertamente a la UE parece más arriesgado hoy que hace unos años.
"Dejando la retórica de lado, ¿quiere de verdad Orbán abandonar la UE? No hay demasiadas pruebas de que quiera realmente un Hungrexit. El 85% de los húngaros apoyan la pertenencia a la UE"
En respuesta a ese endurecimiento de la UE, algunas figuras relevantes del Gobierno húngaro han insinuado que el país debería pensar en salir de la UE. Algunos ministros de Orbán han deslizado la idea de que la pertenencia del país a la UE podría ser revisada dentro de unos años, cuando el crecimiento de la economía húngara dependa menos de los fondos europeos.
Este es un patrón preocupante que, ya sea de forma consciente o por un error de cálculo, está llevando a Hungría hacia la puerta de salida de la UE. Hace seis meses, el partido Fidesz abandonó el grupo de centroderecha del Partido Popular Europeo del Parlamento de Bruselas antes de que este le expulsara por sus repetidas violaciones de las leyes europeas.
Pero dejando la retórica de lado, ¿quiere de verdad Orbán abandonar la UE? No hay demasiadas pruebas de que quiera realmente un Hungrexit. El 85% de los húngaros apoya la pertenencia a la UE, y entre ellos el 77% de los votantes del partido Fidesz, el suyo. Es bastante más probable que lo que esté haciendo Orbán es prepararse para las elecciones generales de la próxima primavera, que podría perder. Orbán está intentando repetir la fórmula exitosa de 2018, cuando Fidesz ganó las elecciones, las terceras seguidas, con un programa radicalmente contrario a la inmigración y la UE.
¿Podría la situación cambiar a largo plazo? Orbán satura a sus seguidores con constante propaganda antieuropea. Y no deberíamos despreciar la gigantesca maquinaria propagandística de Fidesz y su habilidad para manipular la opinión pública. Si Orbán gana las próximas elecciones, este bombardeo mediático podría erosionar la mayoría nacional a favor de la UE.
Algunos líderes europeos serían felices si vieran a Orbán marcharse de la UE, pero una salida de Hungría o de Polonia sería visto como una prueba del declive de la UE en el mundo. Algo que ningún líder europeo quiere ver tras el shock y el caos generado por el brexit.
Orbán es un estratega inteligente. Al mismo tiempo que desafía la primacía europea en el terreno legal, coopera en otros aspectos cruciales para la UE. Hasta la llegada de la pandemia, Orbán seguía por ejemplo una política financiera disciplinada, en la estela de Alemania y los frugales de la UE.
"Liderando un grupo de partidos de derecha radical en Europa, Orbán y Kaczynski esperan combinar el peso y la experiencia de sus respectivos Gobiernos con el de esos partidos para modificar el rumbo de las políticas de la UE"
También se mostró plenamente cooperativo tras el brexit, e incluso se alineó con la UE en asuntos clave de política exterior, como las sanciones contra Rusia, creando problemas sólo en algunos detalles menores. Orbán, además, apoya las peticiones francesas de que la energía nuclear sea considerada una energía limpia y agrada a los fabricantes de coches alemanes defendiendo sus intereses en el seno de la UE.
Esta danza del pavo real, como la define el propio Orbán, le ha funcionado muy bien hasta ahora. A diferencia del partido Ley y Justicia polaco, Orbán nunca ha entrado en combate directo con la UE. Orbán no quiere abandonar la UE: quiere cambiarla.
Liderando un grupo de partidos de derecha radical en Europa, Orbán y Kaczynski esperan combinar el peso y la experiencia de sus respectivos Gobiernos con el de esos partidos para modificar el rumbo de las políticas de la UE, obligándola a aceptar la presencia de autócratas entre sus miembros.
Las recientes reuniones de Orbán con los franceses Marine Le Pen y Eric Zemmour, junto con su apoyo al polaco Mateusz Morawiecki y al italiano Matteo Salvini, sugieren la posibilidad de que pronto nazca un nuevo grupo de derecha radical. Es probable que esto ocurra antes de las elecciones generales húngaras para demostrar a los húngaros que Fidesz no es un paria, sino un elemento central en Europa.
La presión autocrática será más fuerte, más estruendosa y más unificada desde ese momento. Especialmente si los partidos europeos moderados no encuentran una mejor estrategia para responder a la amenaza iliberal. La UE debe permanecer fiel a sus valores, señalar las líneas rojas de la pertenencia al club y asegurarse de que los partidos iliberales rupturistas no tengan influencia en el grupo.
Sean cuales sean las intenciones de Orbán, existe el peligro de que la pertenencia de Hungría a la UE corra peligro por primera vez si su partido gana las próximas elecciones generales.
*** Zsuzsanna Szelényi es una política húngara, experta en política exterior, y ha sido diputada del partido Fidesz en el Parlamento húngaro entre 1990 y 1994.