La Santa Inqueersición
Una nueva religión recorre los países occidentales, el fundamentalismo queer, en manos de un lobby que persigue, acosa, agrede y silencia a las mujeres feministas que denuncian las tesis acientíficas y misóginas de las leyes de identidad de género.
Una nueva religión recorre los países occidentales: el fundamentalismo queer. Su corpus teórico ha sido elaborado por la academia estadounidense. Asumiendo y desarrollando tesis postestructuralistas, defiende ideas tan acientíficas e irracionales como que el sexo o la discapacidad no son realidades materiales, sino construcciones culturales.
El borrado jurídico del sexo, en ordenamientos jurídicos que se suponen avanzados, es ya un hecho. Juristas, mujeres feministas o cualquiera que se oponga a este hecho, y a la consiguiente vulneración de los derechos de las mujeres, es difamado, acosado, amenazado y censurado.
Los adeptos a las teorías queer son feligresía. Sectarios que no admiten refutación ni crítica y que persiguen y tratan de silenciar a las herejes que nos oponemos a ellos.
Hablo de persecución política a feministas porque estas teorías se han institucionalizado en leyes de identidad y políticas de la diversidad (recordemos la actuación del Ministerio de Igualdad), y porque somos las mujeres feministas (no mujeres de ultraderecha, ni neorrancias, ni tránsfobas, como difama la feligresía queer) las que nos oponemos a tales políticas.
No es exagerado hablar de una nueva religión o de persecución política. Les invito a que conozcan lo que nos está ocurriendo a las mujeres feministas.
El 4 de febrero conocimos el procedimiento sancionador iniciado por la Junta de Andalucía a instancia de la Asociación Española contra las Terapias de Conversión y la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera contra la psicóloga feminista Carola López Moya por sus supuestas opiniones tránsfobas y contrarias a la autodeterminación del sexo y de la promoción de "terapias de conversión a personas trans" en las redes sociales.
Para aquellos misóginos q se preocupan por mis pacientes xq soy crítica con la identidad de género, decirles q mis pacientes están progresando xq precisamente les ayudo a deshacerse del malestar psicológico producido x el género, construcción cultural q subordina a las mujeres.
— ♀️Ψ Carola López Moya (@mamaresiliente) June 30, 2021
Carola López se enfrenta por este tuit a una multa de hasta 120.000 euros y a otras sanciones accesorias, como la prohibición de acceder a cualquier tipo de ayuda pública, la de contratar con la Junta o la de inhabilitación para la prestación de servicios públicos por un periodo de tres a cinco años.
Carola López no ha hecho más que defender la conceptualización que ha hecho el feminismo de la categoría género. Es decir, que el género es una estereotipia sexista, una herramienta de subordinación sexual y, por tanto, una construcción social que se debe erradicar y en ningún caso vindicar como identidad, como hacen los adeptos de la identidad de género.
Carola ni siquiera trabaja con personas con disforia de género y/o personas transexuales, sino con mujeres víctimas de violencia sexual y obstétrica.
Carola se enfrenta a un proceso sancionador por sus opiniones críticas con las leyes de identidad de género (mal llamadas leyes trans) y por hacer afirmaciones tan "osadas" como la de que el sexo es una realidad biológica inalterable.
Es paradójico que sean los colectivos transgeneristas los que acusen a profesionales de la salud de promover o ejecutar terapias de conversión. Porque son esos colectivos, con su dogma de la identidad de género y con el de "nacer en un cuerpo equivocado", los que creen que los niños que manifiestan disconformidad con su sexo; o que están descubriendo su sexualidad (y que sencillamente serán adolescentes gais o lesbianas); o que no se ajustan a estereotipos sexistas y que por eso son catalogados como niños afeminados o niñas masculinizadas; son niños con "identidad de género femenina" (y por tanto niñas en cuerpo de niños) o con "identidad de género masculina" (niños en cuerpos de niñas).
Son esos colectivos los que ofrecen como "solución" terapias "afirmativas de identidad de género" que consisten en medicalizar y hormonar a niños sanos de por vida. También, los que ofrecen cirugías con graves implicaciones físicas y psicológicas.
Los que acusan de realizar terapias de conversión son los mismos que, con su ideología, promueven la heterosexualización de mujeres lesbianas, convirtiéndolas, cirugía y hormonación mediante, en varones trans heterosexuales. Los que promueven el borrado de la orientación sexual, afirmando que las mujeres lesbianas, so pecado de transfobia, pueden y deben sentirse atraídas por "mujeres con pene" (esto es, por varones).
Curioso.
"La 'solución' ofrecida por el movimiento transgénero y la industria farmacéutica (interesada, obviamente, en tener pacientes de por vida) impide el libre desarrollo de los niños y niñas"
Son ellos los que obvian la evidencia científica. Como la que recuerda que "los datos de persistencia indican que una gran mayoría (80-95%) de niños prepuberales que dicen sentirse del sexo contrario al de nacimiento no seguirá experimentando tras la pubertad la disforia de género".
Por tanto, la "solución" ofrecida por el movimiento transgénero y la industria farmacéutica (interesada, obviamente, en tener pacientes de por vida) impide el libre desarrollo de los niños y niñas, y la normal resolución de la inconformidad del niño o la niña con su propio cuerpo.
Otra profesional perseguida hasta el cansancio por explicar esto mismo y combatir este maltrato a la infancia es la doctora en Psicología Laura Redondo.
Redondo no sólo ha tenido que soportar en las redes sociales miles de insultos e incluso amenazas de muerte, tanto contra ella como contra sus allegados, por su labor de divulgación científica. También la han intentando denunciar y ha recibido amenazas profesionales.
Desde una de las juntas directivas de su sector profesional le han pedido que cese su labor de divulgación porque otras personas "no piensan" como ella. También le han dicho que iban a exponerla profesionalmente y a intentar inhabilitarla si sigue aportando información (recordemos, feminista y científica) para explicar la realidad de la misoginia y de los peligros para las mujeres y los menores generados por las leyes identitarias.
El objetivo del movimiento transgénero con la incoación del procedimiento sancionador contra Carola López y el acoso constante a Laura Redondo es clara. Amedrentar a cualquier profesional de la salud que haga su trabajo buscando soluciones para los pacientes que manifiesten disconformidad con sus cuerpos o con su sexo.
También pretenden incitar a los profesionales de la salud a que asuman acríticamente el mantra de la identidad de género y a que manifiesten su conformidad con los tratamientos experimentales de las "terapias de afirmación de identidad de género".
"Esto es persecución política y violencia institucional contra una mujer que ya ha sufrido la represión franquista. Una mujer que ahora enfrenta la persecución del lobby trans"
Buscan además (recordemos que Carola López ni siquiera trata a pacientes con disforia de género) perseguir y silenciar a las mujeres feministas que denuncian este maltrato a la infancia o que son críticas con la ideología transgénero. Pretenden advertir de lo que podría pasarle a cualquiera que levante la voz.
Recordemos también la expulsión de Lidia Falcón y del Partido Feminista de España de Izquierda Unida (partido donde estaba integrado el PFE). O la denuncia por parte de la Federación Plataforma Trans y la Dirección General de Igualdad de la Generalitat de Cataluña por "delito de odio" por esta entrevista en EL ESPAÑOL y otras declaraciones en comunicados del partido.
La Fiscalía archivó la denuncia con una contundente, certera y justa argumentación: la crítica política a un texto normativo no es delito de odio, "sino manifestación legítima del derecho a la libertad de expresión".
Esto es persecución política y violencia institucional contra una mujer que ya ha sufrido la represión franquista. Una mujer que ahora enfrenta la persecución, con el amparo y la participación de las instituciones y de los partidos que se dicen de izquierdas, de un lobby que cuenta con todos los medios para iniciar litigios estratégicos que sirvan para silenciar y acobardar las voces críticas.
Quiero, por último, recordar la infame campaña de señalamiento, amenazas y acoso padecida por Ángeles Álvarez, exdiputada del PSOE, política con una larga y reconocida trayectoria de defensa de derechos de las mujeres, y primera parlamentaria en España en manifestar públicamente su condición de mujer lesbiana.
A pesar de todo esto, y por el simple hecho de ser crítica con las leyes de autodeterminación del sexo, Chueca, precisamente Chueca, apareció el 29 de junio de 2020, el día siguiente al del Orgullo, empapelado con carteles con la cara de Ángeles marcada en la frente, cual diana, con las palabras "de ti no estoy orgullose". Creo que no es necesario decir a quiénes recuerdan estos métodos.
"A pesar de todo, seguiremos oponiéndonos a las creencias irracionales del fundamentalismo queer. Seguiremos enfrentándonos a su feligresía sectaria e inquisitoria"
Hace un mes expliqué mi caso en EL ESPAÑOL. En el artículo afirmaba que esta es la experiencia de muchas mujeres feministas que hacemos crítica política y jurídica, legítima y fundamentada, contra las leyes de identidad de género por su vulneración de los derechos de las mujeres y su maltrato a la infancia.
Estas son las consecuencias. Amenazas de todo tipo, tentativas de inhabilitación profesional, señalamiento y difamaciones públicas, procesos sancionadores administrativos, procedimientos penales y agresiones físicas (como las padecidas por la ilustradora feminista Laura Strego o por la feminista británica Julie Bindel).
Y todo ello por cuestionar el dogma acientífico y sexista de la identidad de género. Por criticar su asunción en la norma jurídica. Y por rechazar la creencia transgenerista de que los varones pueden ser mujeres.
A pesar de todo, seguiremos oponiéndonos a las creencias irracionales del fundamentalismo queer. Seguiremos enfrentándonos a su feligresía sectaria e inquisitoria. Y siendo críticas. Porque la crítica no es odio ni pecado de fobia.
Sabemos, como decía Nawal Al Sadawi, que decir la verdad en un mundo que miente es peligroso. Asumimos el riesgo. El feminismo y la razón aplastarán a esta Santísima Inqueersición.
*** Paula Fraga es abogada especializada en Derecho penal y de familia.