Ucrania lleva siglos luchando por la libertad
Ucrania no va a retroceder en su lucha por la supervivencia. Pero necesita el apoyo firme de Occidente para imponerse al autoritarismo de Vladímir Putin.
La semana pasada, antes de dar la orden de invadir Ucrania, el presidente ruso Vladímir Putin dio uno de sus discursos más agresivos. Putin rechazó el derecho de Ucrania a existir, difundió mentiras sobre la Ucrania posterior a 2014 (como si estuviese regida por autoridades ilegítimas y una ideología nacionalista radical) y presentó el país como un Estado violento que pretende recuperar la región ocupada por los rusos del Donbás por la fuerza.
Todas estas alegaciones le sirvieron a Putin como pretexto para reconocer la independencia de las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk, y para justificar la invasión de Ucrania por las tropas de Rusia. Es más. Putin culpó a Ucrania de estar cometiendo un genocidio en estos territorios, sin explicar cómo puede suceder si las autoridades no han tenido acceso a esos lugares desde hace ocho años.
La retórica beligerante de Putin se entiende muy fácilmente. Para él, una Ucrania democrática es una amenaza existencial para el nuevo imperialismo ruso. Un modelo político construido sobre el culto al Estado y a ese nuevo Leviatán que rehabilita al estalinismo en su política interior y exterior. Por eso Rusia está tan desesperada por devolver Ucrania a su área de influencia.
Pero la realidad es que Rusia ha perdido la batalla por los corazones y las mentes de los ucranianos. El 72% de los ucranianos considera Rusia un país hostil. El 68% quiere entrar en la Unión Europea. El 54% quiere ingresar en la OTAN. La lucha ucraniana es universal: es la lucha por la libertad y la democracia.
Esta lucha contra el autoritarismo ruso no es nueva para sus ciudadanos. Ucrania ha desarrollado una cultura política que tiene como eje la defensa de los derechos humanos y el desprecio por la tiranía. Ha sido un proceso centenario. En la Edad Media, la Rus de Kiev fue una entidad política plural organizada en torno a múltiples centros de influencia configurados en ciudades-Estado, sin normas tiránicas.
"Ucrania ha pagado un alto precio por desafiar el autoritarismo ruso a lo largo de la historia"
En la Edad Moderna, la Ucrania de los cosacos instaló un modelo republicano y la idea de unidad contractual entre distintos Estados ante el pujante autoritarismo moscovita.
En el siglo XIX, la intelectualidad ucraniana desarrolló la idea política de las comunidades autónomas (hromadas), unidas ante la autocracia zarista.
En el siglo XX, la versión ucraniana del socialismo estaba orientada hacia modelos europeos, caracterizados por la cooperación económica y dirigidos hacia la emancipación de los campesinos y los trabajadores, en contraste con la dictadura del proletariado de Rusia.
Ucrania ha pagado un alto precio por desafiar el autoritarismo ruso a lo largo de la historia. Igual que ocurre ahora. En el siglo XIX, el Imperio ruso prohibió el uso de la lengua ucraniana durante medio siglo y envió a los líderes de nuestra cultura a prisión o al exilio.
En el siglo XX, los bolcheviques rusos destruyeron la independencia ucraniana, exterminaron los servicios de inteligencia y asesinaron a cuatro millones de personas entre 1932 y 1933 mediante una hambruna provocada, el Holodomor. Otras hambrunas en los años veinte y cuarenta causaron un millón de muertes. En los años setenta y ochenta, la Unión Soviética envió a los defensores de los derechos humanos en Ucrania a campos de concentración.
"Es demasiado ingenuo pensar que un rusófono tiene que apoyar necesariamente que Rusia controle Ucrania"
La ocupación rusa de Crimea en 2014 y el subsiguiente desastre militar y social en el este del país no son más que la continuación de una larga historia. La resiliencia de Ucrania ha persistido durante siglos. Ahora, las amenazas, las agresiones y las mentiras están empujando a los ucranianos al límite. Para tapar sus crímenes, el Kremlin está dibujando a los ucranianos como nacionalistas y demoníacos.
Pero esto no va de una Ucrania nacionalista que odia a Rusia. Esto va de una cultura política muy arraigada que considera esencial la libertad y que comprende la tiranía como inaceptable. Los ucranianos están unidos contra la agresión rusa, indistintamente de si su lengua materna es el ruso o el ucraniano. Es demasiado ingenuo pensar que un rusófono tiene que apoyar necesariamente que Rusia controle Ucrania. Incluso en las regiones rusohablantes del este y sur del país se extiende una identidad política donde prima el reconocimiento de los derechos ciudadanos y se margina la idea imperial del Mundo ruso.
Es necesario ir más allá de la retórica para centrarse en la realidad. A Rusia no le importa la expansión de la OTAN, sino que la OTAN frene la de Rusia. Rusia es el último imperio tiránico de Europa y está desesperado por revertir la tradición republicana y democrática de la Unión Europea (y de Ucrania).
"Ucrania no va a retroceder en esta lucha por su existencia. La comunidad internacional debe ayudar al país a defenderse"
Los países occidentales deben mostrar firmeza ante Rusia. El miedo a no provocar a Putin sólo le anima. La tanda de sanciones aplicadas contra su régimen es un paso en la dirección correcta. También la congelación del certificado del controvertido Nord Stream II.
Los siguientes pasos decisivos deben seguir en la línea de aplicar sanciones sobre sectores estratégicos, como la energía, la defensa y las finanzas; la congelación de los activos de los amigos de Putin en Occidente, con más y más sanciones individuales para presionar a la elite rusa; y el envío de material militar a Ucrania para reforzar su capacidad defensiva.
La Unión Europea, Estados Unidos y otros aliados también deberían sellar acuerdos bilaterales de defensa para garantizar la seguridad de Ucrania, y ofrecer apoyo económico al país para paliar los daños provocados por la guerra. Estas partidas deberían concederse con la condición de que Ucrania haga reformas de calado relacionadas con la independencia judicial y la lucha contra la corrupción.
Ucrania no va a retroceder en esta lucha por su existencia. La comunidad internacional debe ayudar al país a defenderse y defender la democracia en el mundo. Tiene que ser hoy. Mañana será demasiado tarde.
*** Volodymyr Yermolenko es filósofo, periodista, director de análisis de Internews Ucrania y editor jefe de ukraineworld.org.