La exlíder de UPyD, Rosa Díez, junto con el expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante un encuentro en 2014.

La exlíder de UPyD, Rosa Díez, junto con el expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante un encuentro en 2014. Europa Press

LA TRIBUNA

El centro, ese permanente objeto de deseo

Aunque la mayoría de los españoles se declaran de centro, los partidos de centro no son mayoritarios, sino principalmente instrumentales y a la larga, prescindibles.

5 febrero, 2023 02:13

¿Pero qué tiene el centro político para que sea un objeto permanente de deseo?

Todas las encuestas de opinión ponen de manifiesto que una gran parte de la población en un espectro de 1 a 10 se sitúa alrededor del 5, o tal vez del 6. Y que los extremos no tienen apenas seguidores ni partidarios.

Cartel electoral con la imagen de Adolfo Suárez con el que CDS se presentó a las elecciones de 1986.

Cartel electoral con la imagen de Adolfo Suárez con el que CDS se presentó a las elecciones de 1986.

Pero luego, a la hora de comprobar el resultado de cualquier elección, los llamados partidos de centro alcanzan muy malos resultados y escasa representación, cuando no se encuentran en trance de desaparecer. ¿Cómo es eso posible?

Se me ocurre una primera razón. Manifestarse partidario del centro en público, ser moderado y dialogante es sumamente elegante y apetecible tanto desde el punto de vista intelectual como político. Algo así le pasa al término liberal. ¿Quién rechazaría en sociedad decirse liberal?

Ser de centro en la mayoría de los casos es algo que no obliga a definirse. Es, de alguna manera, una posición relativamente cómoda. Confundir, sin embargo, el centro con el liberalismo es un error.

Pues el liberalismo sí es una ideología política. Pero el centro es más bien una entelequia la mayoría de las veces. Y añado, abrazar la ideología liberal no presupone situarse siempre y casi obligatoriamente en lo que estamos llamando el centro político.

Los llamados partidos de centro son más bien lo que se conoce como partidos bisagra. Partidos, en principio, reducidos, con pocos escaños, que viven de prestar sus votos a derecha e izquierda, para así ir viviendo sin presentar en realidad ninguna alternativa que les haga reconocibles para el electorado.

"El centro político desapareció porque probablemente había cumplido la misión para la que fue creado"

Extraigamos pues una primera conclusión. No se debe confundir un partido de centro con un partido liberal. Ser liberal sí supone tener un posicionamiento ideológico y político reconocible. Ser de centro, por lo general, constituye meramente un posicionamiento táctico, la mayoría de las veces carente de ideología precisa. Su papel arbitral parece que le impide tener un posicionamiento político definido. Es un partido instrumental que por lo general resulta prescindible a largo plazo

El éxito inicial de Unión de Centro Democrático en nuestro país residió precisamente en su carácter instrumental. En que ofreció al electorado no un posicionamiento ideológico sino una alternativa táctica al continuismo de Alianza Popular y a la ruptura que caracterizaba a los partidos de izquierda. El país en aquel momento no quería ni la continuidad del franquismo que representaba la Alianza Popular, ni la ruptura que preconizaban los partidos de izquierda.

Fue la UCD quien supo interpretar juiciosamente lo que deseaban los españoles mayoritariamente. Esto es, una reforma profunda sin saltos en el vacío, ni tampoco un vacío de poder.

Por eso, cuando se concluyó la reforma política y se aprobó la Constitución, la UCD empezó a desmembrarse. Y los democristianos y los más conservadores se fueron a AP, mientras los socialdemócratas se marcharían al PSOE. La mayoría de los liberales nos quedamos en la UCD porque no tuvimos dónde ir. Y el centro, en realidad, desapareció porque probablemente había cumplido la misión para la que fue creado.

La viabilidad de un partido de centro es pues muy reducida. Y solo puede pervivir en circunstancias excepcionales cuando está llamado a cumplir una función como instrumento político. Por eso, una vez más, no es intercambiable un Partido de Centro con un Partido Liberal.

"A un liberal auténtico le acabará yendo mal casi siempre en cualquier partido"

Suele malinterpretarse lo que expresan la mayoría de las veces las encuestas. Pareciera que un partido de centro debiera ser mayoritario, pero no es el caso. A la hora de votar, los electores se van a la derecha o a la izquierda. Y el centro queda reducido a una posición meramente testimonial.  

La operación reformista de Roca y Garrigues, el CDS de Adolfo Suárez, la UPyD de Rosa Díez y finalmente el intento de Ciudadanos de Albert Rivera son una buena muestra de lo que estoy defendiendo. Hay muchos centristas en las encuestas, pero muy pocos votos para los partidos de centro.

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Otra cuestión más enjundiosa es qué deben hacer en la vida política aquellas personas que se autodenominan liberales.

En las dictaduras y en los regímenes autoritarios, deberán compartir la lucha por las libertades con los partidos de izquierda. Mientras que en los regímenes democráticos plenamente consolidados deberán hacer frente a las soluciones de corte socialista que son propias de la izquierda, acabando por apoyar a las formaciones pertenecientes a la derecha.

Sin embargo, el liberal, por esencia, es un ser libre y por tanto difícil de encasillar. A un liberal auténtico le acabará yendo mal casi siempre en cualquier partido, pues los liberales suelen ser poco respetuosos con la disciplina que exigen los partidos. Y tratan de mantener siempre una actitud marcadamente individual y personal a la hora de enjuiciar las cuestiones políticas en disputa.

*** Ignacio Camuñas fue ministro de Relaciones con las Cortes en el gobierno de Adolfo Suárez.

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