El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta,  en un acto del club.

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, en un acto del club. Europa Press

LA TRIBUNA

¿Cuánto están dispuestos a tragar los culés con el 'BarçaGate'?

Algunos aficionados están defendiendo con desfachatez los injustificables pagos del FC Barcelona a Enríquez Negreira, acusando a los árbitros de un favoritismo merengue.

19 marzo, 2023 18:20

El otro día, en medio de la vorágine que el BarçaGate ha desatado en las redes sociales, un tuitero culé se revolvía visceralmente. Huérfano de teorías que puedan explicar de manera plausible el pago de más de 7 millones de euros al vicepresidente de los árbitros durante dos décadas, confesaba seguir a bordo no merced a ningún argumento exculpatorio, sino por pura pasión irracional.

¿Tú abandonarías a tu hijo, por muy horrendo que fuera el crimen que se le imputa, y por muy claro que tengas que es culpable?, dijo casi textualmente.

Los jugadores del Real Madrid protestan al árbitro por la tarjeta amarilla a Vinicius en el último 'Clásico', el pasado 2 de marzo en el Bernbéu .

Los jugadores del Real Madrid protestan al árbitro por la tarjeta amarilla a Vinicius en el último 'Clásico', el pasado 2 de marzo en el Bernbéu . REUTERS

Uno, que quiere mucho (no como a un hijo, pero mucho) a otro equipo muy distinto, no puede evitar encontrar chocante la postura. Hombre, a tu hijo puedes seguir apoyándole por muy abominable que haya sido su conducta (basta con ver al extraordinario Richard Jenkins como el padre de Jeffrey Dahmer en la serie). Pero conviene hacerlo con cierta discreción y sentido del ridículo.

Sobre todo porque, de lo contrario, puedes irritar todavía más a tus víctimas, que bastante hacen con intentar procesar el hecho de que les hayas timado durante tiempo inmemorial comprando (presuntamente) a la cúpula del estamento para garantizarte arbitrajes favorables.

Adquirir los favores de los colegiados, manipulados desde arriba (con designaciones, internacionalidades y la amenaza del descenso) por tus proveedores de servicio, está francamente feo. Peor aún, no obstante, está defenderlo con razones imbuidas de desfachatez, esa enfermedad de nuestro tiempo. Aunque puede que esa impudicia ayude en su torpeza a que se haga justicia. Justicia de verdad.

Contagiado por la percepción de impunidad de su cliente, Negreira alegó ante Hacienda que cobraba del Barça para procurarles "neutralidad" arbitral. Confesó pues haber ordenado el código rojo, como lo confesó Jack Nicholson en A few Good Men. Y el resto del culerío se ha dedicado básicamente a seguir confesándolo, casi se diría que sacando pecho.

Es lo que tiene ser el instrumento propagandístico de un movimiento político enfermo, tan enajenado en su percepción de las cosas que asumen como verdad empírica lo que no es sino puro delirio. Es decir, en este caso, el presunto favoritismo merengue de los del silbato. Esgrimen así el supuesto eximente de delito cometido en defensa propia (o algo así).

Ya lo espetó desacomplejadamente el socio de Roures en aquella soflama orgullosa, a las pocas horas de saberse lo de Negreira: el ejército desarmado de Catalunya sólo compró "neutralidad", dentro de un contexto en el cual quien era esquilmado era el propio Barça.

"Lo que cabe exigir a quien corresponda son medidas como las que permitieron al fútbol italiano renacer, como ahora se plasma en la Champions"

No sé si es más grave que lo digan o que se lo crean. Pero vienen a ser, otra vez, como el coronel Nathan Jessup soltándole a Tom Cruise lo de "You can't handle the truth!".

Están tan cegados en su espiral que no comprenden su flagrante admisión de culpa. Ojalá sea esta la línea de defensa en los juicios que vengan. Al fin y al cabo no hay otra, por patética que sea.

O sí. Luego están los de "habrá que demostrarlo", como si una vez hallada una tonelada de cocaína en tu almacén hiciera falta un vídeo de la cadena de distribución en plena actividad para dejar claro a qué te dedicas (gracias, Manuel Matamoros, por el aplastante ejemplo).

Aquí la cadena de distribución se llamaba Clos, Undiano, Iturralde, Hernández, etcétera. Y los (presuntos) capos se llamaban Enríquez, Arminio y Villar, encausados estos últimos en la causa Soule, que parece estar ya atando cabos con la otra.

Por último, está Laporta, que es una línea de defensa en sí misma. Un género casi, entre el astracán y el homenaje a Scarface. Ha pasado del "Me muero de ganas de explicar los pagos a Negreira" a "Me muero de ganas de contaros quién está detrás de esta campaña contra el Barça". Da la sensación de que algo se ha perdido por el camino.

[Gaspart, nexo clave entre el Barça y Negreira: inició los pagos y se reanudaron al llegar él a la Federación]

Esperemos que sólo se muera de eso, de ganas, porque su figura está alcanzando una escala tragicómica muy preocupante. No le deseo ningún mal personal a Laporta, a pesar de que todo apunta a que ha orquestado, junto a sus predecesores y herederos, el fraude totalizador que tiene ahora mismo al fútbol español postrado en la ignominia.

Lo que cabe exigir a quien corresponda son medidas como las que permitieron al fútbol italiano el renacer que ahora se ve plasmado en la Champions. Ese renacer no va a ser posible en el fútbol español si obramos con la "laxitud" que hasta el propio Tebas está desaconsejando (ahora falta verle a él, y a todos, pasar del dicho al hecho).

Valdano ha coronado un espléndido artículo con la noticia sabida y la pregunta subsiguiente: "Ahora hay Clásico. ¿Y qué, si no nos lo creemos?". Yo no sabría coronar mejor el mío.

*** Jesús Bengoechea es escritor, colaborador de Real Madrid Televisión y fundador de La Galerna.

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