El pasado martes nos sobresaltó la noticia. Una explosión en la presa de Nova Kajovka, a sesenta kilómetros de Jersón, destina a la ruina y la muerte a miles de personas en la región. Volodímir Zelenski señaló rápidamente al responsable. Denunció que Rusia es el autor de un nuevo crimen de guerra. Uno de los peores desde que comenzó la invasión de Ucrania en 2014.

El agua comenzó a salir descontrolada. Las imágenes de la catástrofe no tardaron en asomar por las redes sociales. Las poblaciones de toda la región quedaron anegadas, con el agua sucia en todas partes, dejando el rastro de la destrucción a su paso. Zelenski anunció que, en una semana, informaría sobre las primeras evaluaciones de daños. Pero distintas organizaciones advirtieron, sin necesidad de esperas, sobre un perjuicio extraordinario. Algunas zonas tardarán décadas en recuperarse. Algunos daños son, directamente, irrecuperables.

En este episodio, abordamos la tragedia desde distintos ángulos. Jara Atienza entrevista a una voluntaria de las tareas de evacuación de la organización Helping to LeaveFermín Torrano cuenta lo visto y vivido en Jersón, incluso una fuga en lancha para escapar de las bombas rusas. Y Borja Lasheras analiza las evidencias de la autoría rusa y una crueldad que, semana a semana, se comprueba que carece de límites.

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