Bernd Reichart durante la presentación del formato de la Superliga.

Bernd Reichart durante la presentación del formato de la Superliga.

LA TRIBUNA

La Libertad guiando al fútbol (de nuevo)

El cuento que nos cuentan hoy LaLiga, la FIFA y la UEFA es el mismo que nos contaron cuando el TJUE resolvió el caso Bosman a favor de la libertad. 

27 diciembre, 2023 02:04

Era pesimista sobre la respuesta del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) a las cuestiones prejudiciales planteadas por un juzgado de Madrid en el caso de la Superliga.

Como Javier Tebas, que se ve que tenía formadas y abastecidas las acorazadas de la propaganda para el día de la sentencia, como averiguó el ínclito Jorge Calabrés. Que a estas alturas debe de ser uno de los pocos habitantes de la burbuja del periodismo deportivo español que no actúa como si dependiera, directa o indirectamente, en mayor o menor medida, de ese producto interior bruto que generan el Real Madrid y el FC. Barcelona, pero que maneja Tebas con más discrecionalidad que un parlamento.

Pesimismo, sí. Pero no jurídico, sino antropológico. De nuevo como Tebas (que si no es un jurista brillante, sí es abogado), siempre supe que la ley y el Derecho estaban de parte de las pretensiones de la Superliga.

Javier Tebas, en rueda de prensa.

Javier Tebas, en rueda de prensa. Cordon Press

No deja de ser admirable que dos asociaciones privadas como la UEFA y la FIFA hayan conseguido crear, y amurallar frente al orden jurídico expresión de la soberanía popular, un territorio franco. Territorio dentro del que se erigen, a efectos prácticos, en fuente de Derecho público, que ambas pretenden no sujeto a límites.

Y más admirable incluso es que casi nadie se admire de la existencia, en pleno siglo XXI, de semejante ecosistema.

O quizá sea que ninguno debiera admirarse. Porque las fundadoras y beneficiarias de tan singular rareza son burocracias repetidamente malditas por la corrupción, pero bendecidas por el oro de las televisiones, que pesa mucho en la opinión a corto plazo. Aunque traiga la misma fatalidad que, para el secular atraso de la Península Ibérica, trajeron la plata de México y el oro de Brasil.

Habría sorprendido, pues, que las opiniones sobre esta sentencia del TJUE, que reafirma la primacía de los fundamentos de la Unión Europea sobre las facultades erga omnes que se atribuyen a sí mismas las burocracias corruptas que gobiernan el fútbol, hubieran girado alrededor de la declarada ilegalidad de las sanciones que la UEFA quiso imponer a los promotores de la nueva competición.

"Para cuando Javier Tebas y Aleksander Ceferin mandaron a sus abogados contra la medida cautelar, hacía mucho que habían mandado a sus opinadores de encargo a corromper la opinión pública"

Es imprescindible recordar que la UEFA no impuso las sanciones ilegales por una sola razón: se lo prohibió el juzgado de Madrid. Para cuando Tebas y Aleksander Ceferin mandaron a sus abogados contra la medida cautelar, hacía mucho que habían mandado a sus opinadores de encargo a corromper la opinión pública, exigiendo y jaleando la imposición de unas sanciones ilegales. A sabiendas, además, del daño de difícil reparación que su imposición habría causado al fútbol español.

Consecuencia que deduciría a primera vista toda inteligencia no desviada de la vocación de objetividad por cualquier clase de interés.

Es imprescindible recordarlo porque sobre lo que de verdad ha sido noticia esta semana es sobre lo que ellos, justo, no van a hablar. Sólo les conviene su relato.

Florentino Pérez, en la Asamblea de Socios del Real Madrid.

Florentino Pérez, en la Asamblea de Socios del Real Madrid. EFE

Algunos de esos opinadores no pueden saber, porque entonces vestían pantalón corto, que el cuento que nos cuentan es el mismo que nos contaron cuando el mismo TJUE resolvió, en el mismo sentido, el caso Bosman. Tampoco entonces la opinión orbitó en torno al triunfo de la libertad y del Derecho que la ampara: se nos impuso el mismo relato monolítico sobre los males que la libertad causaría al fútbol.

Pero hoy, 28 años después, está empíricamente demostrado que esos augurios eran completamente falsos. Como, en general, lo fueron siempre las jeremiadas de los reaccionarios a lo largo de la historia del fútbol: contra la profesionalización, contra la creación de la Liga o contra la creación de la Copa de Europa. Todas ellas iban a acabar con el fútbol.

Y todas lo propulsaron.

Aunque a lo largo de la historia de la humanidad la libertad ha demostrado ser un factor de crecimiento, nadie puede probar hoy que la Superliga, tal y como está concebida, será buena para el desarrollo del fútbol. Tampoco lo contrario.

Por eso, y porque el fútbol tiene problemas patentes, hay que celebrar que, con la sentencia del TJUE, el fútbol haya reconquistado la libertad de intentar resolverlos. Libertad de la que la UEFA le había despojado.

Esa era la noticia. Nada más, pero nada menos.

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