Intervención de las Fuerzas Armadas de Ecuador, el lunes 8 de enero de 2024, en la cárcel Regional del Litoral, en Guayaquil (Ecuador).

Intervención de las Fuerzas Armadas de Ecuador, el lunes 8 de enero de 2024, en la cárcel Regional del Litoral, en Guayaquil (Ecuador). EFE

LA TRIBUNA

Ecuador, un Estado contra las cuerdas

En el aire flota la tentación de replicar en Ecuador la estrategia de Nayib Bukele, ese canto de sirena de las soluciones de mano dura.

11 enero, 2024 02:26

La virulencia de los grupos armados ecuatorianos ha sorprendido al mundo durante los últimos días. Pero esta no es una tragedia nueva en Ecuador. Hace mucho que el país transita por una senda muy difícil, que se suma a la inestabilidad de sus vecinos Colombia y Ecuador, y que le impacta directamente.

Para explicar esta situación hay que hablar de cuatro factores cruciales.

1. El primero es el narcotráfico.

Ecuador nunca ha sido un país productor significativo de hoja de coca, una tarea de la que se ocupan Colombia, Perú y Bolivia. Sin embargo, sí que tiene laboratorios de fabricación de cocaína, desempeña un papel relevante en el tráfico de precursores químicos necesarios para hacer la droga y, sobre todo, es un puerto de salida.

La dolarización de su economía ha sido, además, un facilitador.

El narcotráfico es por tanto un punto crucial de la cuestión.

El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, durante una reunión con el Consejo de Seguridad Pública y del Estado (COSEPE), en el Palacio de Gobierno, hoy, en Quito (Ecuador).

El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, durante una reunión con el Consejo de Seguridad Pública y del Estado (COSEPE), en el Palacio de Gobierno, hoy, en Quito (Ecuador). EFE

Pero no sólo de drogas ilícitas vive el crimen. No se pueden perder de vista otras dos actividades muy lucrativas para este. La minería ilegal de oro y el tráfico de personas. Porque Ecuador es parte de la larga ruta de migrantes que viajan desde el sur del continente hacia los Estados Unidos.

El crimen organizado siempre ha diversificado bien su cartera de actividades.

2. El segundo punto clave es la perdida progresiva del control de las cárceles.

La virulencia de los motines en Ecuador lleva años escalando. Una situación que tampoco es exclusiva de Ecuador.

En la cárcel Modelo de Bogotá, en los primeros años del siglo XXI, se hizo desaparecer a más de cien personas (traídas desde el exterior) en sus tanques de ácido. Hoy en día, desde esos penales se lanzan estafas telefónicas.

"Pagamos el alquiler de la sede social del crimen organizado con recursos públicos"

Las cárceles salvadoreñas son ya celebres. Y fue en las cárceles estadounidenses donde los pandilleros salvadoreños trabaron relación con los carteles mexicanos mientras unos y otros seguían trabajando para sus respectivas organizaciones.

Pagamos el alquiler de la sede social del crimen organizado con recursos públicos. El crimen organizado no desdeña los regalos que le proveen.

3. La tercera clave es la estructura de los grupos criminales.

En la última década, de forma silenciosa, pero cada vez más visible, ha ocurrido un proceso de reconfiguración del organigrama del crimen organizado latinoamericano.

Lejos quedan los tiempos de los todopoderosos carteles colombianos, ahora una diversidad de actores que actúan en la región, comparten tareas, se dividen el trabajo y compiten entre sí.

Otro punto fundamental es la creciente presencia de los carteles mexicanos, que han dejado de tener intermediarios para entrar directamente a manejar su negocio en la región.

El problema latinoamericano no puede ser abordado en solitario por cada país. El crimen organizado es la empresa que mejor aprovecha las ventajas de la globalización y la fragilidad social.

4. Finalmente, hay que atender a la ecuación particular de Ecuador.

Son los factores que hacen que un mal regional común estalle de una forma tan violenta en Ecuador.

El primero es la inestabilidad política del país. Ecuador hace mucho que vive en una tensión constante en la que cada crisis política termina por arrinconar al gobierno.

"El presidente ha propuesto hacer más cárceles e incluso barcos-cárcel. Nada de eso va a funcionar si la cárcel no se maneja con transparencia"

La capacidad del Estado ha ido retrocediendo mientras los espacios de poder y de mercado salvaje son aprovechados por los criminales. La corrupción ha hecho el resto.

Policías persiguen a un delincuente cerca de la sede del canal de televisión TC, en Guayaquil (Ecuador).

Policías persiguen a un delincuente cerca de la sede del canal de televisión TC, en Guayaquil (Ecuador). EFE

También la connivencia entre la policía y el crimen, los guardianes de las cárceles que trabajan para los reclusos, las autoridades portuarias que no controlan el tráfico ilícito y un sistema de lavado eficazmente aceitado en una economía altamente informalizada.

Recién estrenado en su cargo, el presidente Daniel Noboa ha hecho lo que Guillermo Lasso hizo veinte veces durante dos años: convocar el estado de guerra, la excepcional suspensión del Estado de derecho debido a una amenaza de seguridad nacional.

Una medida fácil, puede que necesaria durante unos días, pero inútil a mediano plazo porque sólo restringe más la vida a unos ciudadanos sitiados por la inseguridad.

El presidente ha propuesto hacer más cárceles e incluso barcos-cárcel. Nada de eso va a funcionar si la cárcel no se maneja con transparencia y haciendo valer la justicia y el monopolio estatal de la violencia. Llenar cárceles de jóvenes (casi siempre pobres) viene muy bien para inflar egos autoritarios. Pero si no hay control, reinserción y derechos, se convierte en un macrosistema de selección de personal para la estructura criminal.

¿Podrá el ejército ecuatoriano controlar lo que la policía no ha podido controlar? Muy probablemente no, como ya ha ocurrido en México, Colombia y en otros tantos sitios.

Porque el problema de la criminalidad no es el de la proporción de poder bélico del Estado frente al crimen. Es un problema de creación de sistemas de gobierno paralelos o anidados dentro de la propia estructura institucional y que se alimentan de las brechas sociales. Y eso no se combate a cañonazos.

Ecuador tiene un largo camino por delante para hacer frente a su crisis de seguridad, sí. En un primer momento, tiene que retomar el control directo. La ofensiva armada de los delincuentes es descomunal en su fuerza, pero muy especialmente en sus formas.

"A Bukele le toco lidiar con las maras, depredadoras y corrosivas socialmente, pero que no son ni de lejos similares al gran crimen organizado latinoamericano"

Sin embargo, Ecuador necesita diagnosticar mejor su problema.

¿Para qué toma una televisión un grupo criminal? Para mostrar su poder, sí. Pero ¿a quién? ¿Al gobierno, a otros criminales, a los ciudadanos? ¿Cómo controlar la violencia sin romper más la frágil institucionalidad? ¿Cómo lidiar con un fenómeno transnacional? ¿Cómo hacer gobernables las cárceles?

En el aire flota la tentación de replicar la estrategia de Bukele, ese canto de sirena de las soluciones de mano dura.

Una diferencia importante a tener en cuenta es que a Bukele le toco lidiar con unas maras, tremendamente depredadoras y corrosivas socialmente, pero que no alcanzan ni de lejos (en poder, dinero y cooptación institucional) al gran crimen organizado latinoamericano.

Aun así, esta por verse que su éxito temprano sea viable a largo plazo y que el remedio no sea más caro que la enfermedad en términos de deterioro democrático.

Cuando Noboa-padre aspiró a gobernar Ecuador no podía imaginar el tamaño del desafío al que se enfrentaría luego su hijo. Ojalá su visión de exitoso empresario le sirva para planificar una estrategia de largo plazo. Difícil tarea para un presidente cuyo mandato es de por si una larga campaña para las elecciones de 2025.

*** Érika Rodríguez Pinzón es profesora de la Universidad Complutense, investigadora del ICEI y Special Advisor del Alto Representante de la Unión Europea.

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