Rueda celebra su triunfo electoral en Santiago de Compostela.

Rueda celebra su triunfo electoral en Santiago de Compostela. Lavandeira Jr EFE

LA TRIBUNA

Una ola ha nacido en el Atlántico y promete extenderse al resto de España

19 febrero, 2024 08:43

Suelen decir los de fuera que los gallegos somos más prácticos que ideológicos, más de administración de casino de provincias que de alta política de Estado. Una forma educada de afirmar que no tenemos ideales. O, al menos, no los que importan. Esos que caben en banderas y titulan la Historia. Nacionalismo, comunismo, populismo.

"No nos entienden, no", dice un verso del himno gallego. Y va a ser verdad.

El fin de la tierra a dos pasos del faro, la Santa Compaña, la lluvia que esculpe y alegra de verde la piedra de los cementerios, la luna en O Cebreiro que se coge con la mano, el cielo de nubes que aquí sentimos como el tejado de casa, la ermita de San Andrés de Teixido, a la que va de muerto quien no fue de vivo…

Alberto Núñez Feijóo sigue la evolución del escrutinio, este domingo en la sede de Génova, junto a Elías Bendodo y otros miembros del su equipo.

Alberto Núñez Feijóo sigue la evolución del escrutinio, este domingo en la sede de Génova, junto a Elías Bendodo y otros miembros del su equipo. PP

Un gallego no necesita de los universos creados por otros porque ya vino al mundo con el suyo. Todos los demás los percibe pequeños y pasajeros, y los intuye falsos.

Esta es la primera razón por la que Alfonso Rueda ha ganado las elecciones. Porque en un programa electoral, un gallego no busca un catecismo, ni laico ni santo, sino un listado de tareas caseras, cuanto más prosaico y presupuestado, mejor.

La segunda razón es que un gallego no quiere que un político se ocupe de su Felicidad, de traerle un Tiempo Nuevo o de asegurarle un Horizonte de Ilusión. De la misma manera que no pretende que le pode los rosales el fontanero que contrata para taponar un escape de agua. Lo único que quiere es que le arregle la cañería, que de sus rosales ya se encargará él.

La tercera es que un gallego no olvida. El bipartito está demasiado cerca en la memoria: la dictadura de una sola lengua y los primeros tanteos del sectarismo más agresivo y excluyente. En Galicia aprendimos pronto que el nacionalismo no quiere a la tierra, a la real, sino a la que sólo existe en su cabeza. Y para hacer realidad esta, está dispuesto hasta a destruir aquella.

"En 2024, en plena era 2.0, la moderna y moderada Pontón bajo la advocación de la momia del Kremlin"

Ana Pontón estaba abocada al fracaso en su disfraz de moderación porque no hay blanqueamiento que pueda hacer olvidar todo esto. Por mucha sonrisa, voz suave, emociones positivas, disfraces fashionistas y sueños blancos de épicas generosas, al final, al despertar, el dinosaurio siempre estará ahí.

Pero no el del cuento de Monterroso, sino el que escupen los rancios y disparatados Estatutos de la UPG, la facción hegemónica y más radical del BNG, a la que pertenece nuestra Yolanda Díaz autonómica: "La Unión del Pueblo Gallego es un partido comunista y patriótico que asume la lucha de liberación nacional y social de Galicia, y la instauración de un Estado gallego que siente las bases para la construcción de la sociedad comunista, bajo los principios ideológicos y políticos de Marx, Engels y Lenin".

En 2024, en plena era 2.0, la moderna y moderada Pontón bajo la advocación de la momia del Kremlin.

Y la cuarta razón la entenderán bien mis paisanos, mirando al PSdeG del triste Gómez Besteiro, puesto por su jefe al servicio del BNG: no es tan fácil engañar a un gallego. Sobre todo cuando el que te está vendiendo la vaca, te canta a la vez las excelencias del cabrito ajeno. Al final, comes en casa.

El proyecto de Sánchez es el de una falsa confederación, con las comunidades con lengua propia privilegiadas sobre las restantes, y reservadas en exclusiva a los partidos nacionalistas (previa sumisión de los PSOE locales, convertidos en sus serviciales utilleros) a cambio de garantizarse la Moncloa.

"Una ola ha nacido en el Atlántico y desde el norte promete extenderse por el resto"

Y el precio que Sánchez está dispuesto a pagar, el que ya ha empezado: amnistía, referéndum, amparo de la discriminación de los disidentes a manos de los separatistas, humillación del Estado, desprestigio internacional, presión máxima sobre las instituciones, polarización y cualquier otro daño imaginable a nuestra traicionada condición de ciudadanos libres e iguales.

Hoy, el proyecto de Sánchez ha sido derrotado en Galicia. El BNG, el tercer cómplice necesario, ha perdido las elecciones, y los gallegos, los primeros españoles en poder pronunciarse sobre la amnistía, la han condenado.  

"Galicia no ha dejado sola a España", dirán algunos. No. Se trata de mucho más. España se ha reivindicado en Galicia.

La fase de la resistencia ha acabado. Comienza ahora la de la lucha por volver al camino de la igualdad ante la ley, el respeto a las libertades individuales y la solidaridad entre todas las tierras de España.

Una ola ha nacido en el Atlántico y desde el norte promete extenderse por el resto.

No lo olviden. Este es el Hogar de Breogán.

*** Marcial Martelo de la Maza es abogado y doctor en Derecho.

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