Tres días para que se celebren las elecciones en Cataluña. Salvador Illa, Salvadorillo, dibuja en su entrevista de esta mañana con El País una Cataluña normal, cansada del procés, que quiere abrir una nueva etapa. Promete que no gobernará con Junts, pero no se cierra a acuerdos puntuales. Sin embargo, esa normalidad que trata de dibujar Illa queda reflejada en la última respuesta de la entrevista.
Illa pide perdón por haber dicho en un mitin “Lérida” en lugar de “Lleida”, lo que le costó las críticas más feroces del independentismo. Entonces él, en esta Cataluña normalizada, dice: “Pido perdón, fue un lapsus”. Ni que hubiera difamado a Lleida. ¿O es que decir “Lérida” en esta Cataluña normal es difamar?
Quizá la respuesta de Illa se explique con esta crónica que publica El Mundo: “Illa abraza el nacionalismo para resistir el empuje de Puigdemont, que le persigue en las encuestas”. Ese abrazo consiste –según leo– en “sumar a su campaña iconos sobranistas como Trapero o Tarradellas, fichar a exconsejeros de Convergència e incluso alabar a Jordi Pujol”.
El expresident fugado no se rinde. Sigue haciendo campaña por la UNED, a distancia desde Francia. Marcos Lamelas, de El Confidencial, ha ido a ver uno de sus mítines y escribe: “Tocar a Puigdemont, ver a Puigdemont. La cola para hacerse una foto con él dura más que su discurso. Ayer recibía a sus votantes de Tarragona”.
Y a mí esto no me hace gracia porque sería faltar al respeto a todos esos oyentes que esperan fuera del estudio cada mañana a que acabe el programa para poder tocar a nuestro patrón. La cola de esos achuchones al grito de “haz luz con tu criterio independiente” también dura más que el programa.
El País: “Izquierda e independentismo prometen aislar a la ultraderecha. Todos los partidos salvo PP y Cs firman un cordón sanitario para no apoyarse en los votos de Vox y Aliança Catalana”. El premio al mejor titular del día se lo lleva Chapu Apaolaza que escribe en ABC tras haber cruzado el muro. Pasa un día con Julia Calvet, musa de Vox en Cataluña, hija de un padre independentista. Aprendió a hablar castellano en condiciones –dice ella– ya mayor y viendo Disney Channel. Chapu titula, parafraseando el poema de Goytisolo, “Pedradas para Julia”.
Mientras tanto, una crónica en El Mundo para intentar descifrar qué hace el padre Feijóo. Cuenta Lamet que están nerviosos en Génova porque, según algunas encuestas, el PP podría no superar a Vox. Entonces, el PP ha decidido endurecer su discurso y vincular inmigración ilegal con delincuencia.
No es próspero el pronóstico para Yolanda Díaz, cuya marca parece esperar otro desplome electoral. El Confidencial: “Sumar se vuelca para contener otro batacazo: toros, Palestina y pacto sindical”. Yolanda, qué más da todo, qué importa el mundo, sólo hago radio si me demuestras que es verde la luz de tus ojos de gata.
Esta mañana, patrón, me ha resultado imposible distinguir el fango del merengue. Sigo con Sumar, que ha metido en un buen lío a José Manuel Albares. EL ESPAÑOL: “Los ataques de ministros de Sumar a Israel por ‘genocidio’ debilitan a Albares en su cumbre de este viernes con Antony Blinken, el secretario de Estado de Biden”.
Relata La Razón el cabreo de Moncloa con los ministros de Sumar, en concreto con Pablo Bustinduy, que mandó sin avisar a las empresas españolas que trabajan en Israel una carta para pedirles que dejaran de hacerlo. Israel ha contestado duramente a través de su embajada en España.
Las acampadas pro-Palestina continúan en Madrid. Entre las fotos donde veo a Rosa, a Amón, a Félix y al profesor con un bocadillo y unas latas de cerveza dentro de una tienda de campaña, leo este titular de Infolibre: “La universidad recupera el espíritu crítico del 15-M y toma partido por Palestina”.
Estados Unidos trata de frenar el ataque de Netanyahu a Rafah, donde están hacinados un millón y medio de gazatíes. Portada de La Vanguardia: “Biden reduce por primera vez el envío de armamento a Israel”. El País: “Washington paraliza el envío de 3.500 bombas a Israel”.
Termino hablando del fiscal general, Álvaro García Ortiz, que comparte con el profesor una lesión dolorosísima: la famosa hernia fiscal. Ayer fue reprobado en el Senado. Eso el fiscal, no el profesor, que supongo estará a punto. En la votación, destaca ABC, García Ortiz no fue apoyado por ninguno de los partidos nacionalistas, que se abstuvieron. La Razón: “El fiscal general choca con el Supremo con su cargo en el aire. García Ortiz cuestiona ahora la imparcialidad de los jueces que decidirán sobre su designación”.
Y una última noticia jurídica, EL ESPAÑOL: “Últimatum del Gobierno al PP. Si no renueva el CGPJ antes del 10 de junio, lo hará por su cuenta. Moncloa baraja rebajar las mayorías para elegir a los vocales”.
*Esta es la revista de prensa que Daniel Ramírez realiza cada mañana para 'La España que madruga', en 'Más de Uno', el programa de Carlos Alsina en Onda Cero.