¿Quieres un amante turco? No lo hagas: buen marketing, mal producto
¿Son los hombres turcos tan buenos en la cama como presupone 'La pasión turca'? ¿Son tan románticos y masculinos como en las series? La respuesta es "no".
Estoy deseando ver la reacción de la muy nacionalista audiencia turca ante la nueva saga del clásico de Antonio Gala (1994) protagonizada por Maggie Civantos (Olivia) e Ilker Kaleli (Yasam), que se estrenó en la plataforma Netflix el 28 de junio y que deja en muy mal lugar al macho turco.
En su primer fin de semana, La pasión turca fue la serie más vista en Turquía.
Los comentarios en redes sociales no se han hecho esperar, sobre todo de las turcas, que parecen estar muy de acuerdo en que Yasam encarna los problemas habituales que tienen con sus conciudadanos.
Una tal Bayrakdar espera que la serie sirva de aviso para navegantes para las españolas: "Se muestran todas las guarradas de los hombres turcos, creo que habrá alerta roja en el ámbito internacional".
Otra cree que se abusa de los clichés: "Qué serie más estúpida. Han hecho el amor en el ferry y ahora él está luchando con aceite" (lucha tradicional turca).
"Es posible que los hombres españoles que ven La pasión turca entiendan por lo que estamos pasando y quieran ayudarnos", ironiza otra. Por desgracia para esta última, los comentarios de los españoles sobre "la pasión turca" sólo se refieren a la actuación de la selección homónima en la Eurocopa.
Desde la publicación del libro y la película de Vicente Aranda (1996) hasta hoy han transcurrido tres décadas en las que las telenovelas turcas se han impuesto como un modelo de pasión y romanticismo exportable a todo el mundo. España, América Latina y Oriente Medio son algunos de los principales importadores de estos culebrones con altas dosis de drama.
"Yasan es de muy mala calaña y tiene todos los defectos del cliché machista: manipulador, posesivo, controlador sin escrúpulos"
La Desideria de Gala ha sido tuneada en versión feminista, Olivia, con poca coherencia, porque Yasan es de muy mala calaña y tiene todos los defectos del cliché machista: manipulador, posesivo, controlador sin escrúpulos.
[Espóiler: también es delincuente, infiel, progenitor y mentiroso. Nos permitimos el espóiler porque la novela de Gala es un clásico].
Que la Desideria pueblerina y religiosamente casada con un impotente perdiera la cabeza por el turco tiene sentido. Tampoco hay que olvidar que el nuevo feminismo comparte esa mojigatería.
La inverosimilitud feminista es subsanada por la excelente actuación de Civantos y de Kaleli, que además de ser muy famoso en Turquía es también pareja de la diva de la música Sıla Gençoğlu.
Kaleli, que sufrió mucho aprendiendo español para el papel, no sólo garantizará una masiva audiencia turca en la plataforma, sino que es menos ofensivo para el chovinismo que el grecofrancés Georges Corraface, que hacía perder la cordura a Ana Belén donde Aranda. Los turcos odian a los griegos.
Olivia es una profesora de arte independiente y feminista, por lo que en lugar de verse arrastrada por la pasión sexual que comparte con el turco debería hacer lo que la mayoría de occidentales cuando veranean en Turquía: tener un romance en la costa del Egeo o en Estambul, con el subidón que da el yodo marino y la novedad dopamínica, y continuar sus vacaciones.
Esta contradicción no es incompatible. Yaiza Santos y Arcadi Espada han dado a conocer algunos burning papers que explican el mecanismo desde un punto de vista de la psicología y la antropología evolutiva. Anujin Khosbayar, Mitch Brown y Coltan Scrivner han explicado por qué las mujeres "curiosas" prefieren en la cama a los hombres oscuros, narcisistas, psicópatas y maquiavélicos, y a los más femeninos y metrosexuales como padres, según Thomas Felesina y Brendan Zietsch.
Pero vayamos al grano. ¿Son los hombres turcos tan buenos en la cama como presupone la obra de Gala? ¿Son tan románticos y masculinos como en las series?
De todo hay en la viña del señor, por supuesto. El Yaman de Gala significa "el único", pero en turco su traducción es "temible, incondicional, fuerte" y "montañés". La segunda acepción se acerca más al espectáculo de ver conducir a la mayoría de hombres turcos. Todo un bajón.
"Mis amigos turcos se quejan de que es imposible tener sexo con las turcas, a las que acusan de ser muy clasistas"
Los testimonios de extranjeras que han sido parejas de turcos, secundados con investigaciones sociológicas, arrojan un perfil más preciso y realista de las relaciones íntimas en el país euroasiático, que puede ser de utilidad para las aventureras "curiosas".
Mis amigos turcos se quejan de que es imposible tener sexo con las turcas, a las que acusan de ser muy "clasistas". La mayoría asegura que es imposible tener una relación si el pretendiente no es ya propietario de una vivienda y de un vehículo caro.
Otro me comenta que desde que dejó a su novia europea hace años no ha vuelto a tener sexo. Es cierto que las turcas son terriblemente clasistas, como los turcos. Como buenos mediterráneos, les encanta aparentar, sobre todo que son ricos. El oro es condición sine qua non en una sociedad machista para atraer a las hembras.
En este contexto, las desprendidas amantes extranjeras boho son muy codiciadas entre los turcos. Si además es occidental, estas representan no sólo una oportunidad de sexo gratuito, sino también de dinero (que en la privacidad no se cortan en pedir a las mujeres) y tal vez de un visado o pasaporte, en una situación de crisis económica profunda de la que los turcos ansían huir.
A diferencia de muchos hombres, conozco a pocas mujeres a quienes la desesperación crematística del sexo opuesto les ponga.
Ojo. No hay que dejarse deslumbrar por la secularidad que encontrarán en la Turquía mediterránea. Que ellos se pongan hasta las cejas de raki y cerveza y que no vayan a la mezquita, o que ellas también beban, lleven escotazos y minifaldas, es un trampantojo. Es frecuente que estos chicos alcoholizados se ofendan si alguien quema un Corán en Suecia porque "insulta" a sus madres. O que se les afloje la mano con sus parejas.
En muchos casos, estas chicas occidentalizadas amenazan con el suicidio cuando el novio europeo quiere salir huyendo. El peso de una tradición conservadora y musulmana emerge tarde o temprano en las relaciones íntimas. Todos los hombres turcos vienen con una anne, una madre, incorporada. Y son la pesadilla de sus parejas.
Estos obstáculos pueden llevar al desafecto de las europeas, no así a las latinoamericanas. Hace poco, un taxista que había vivido en Estados Unidos me comentaba lo feliz que había sido allí, porque todas sus novias habían sido latinas. "Son mucho más cariñosas y más cálidas que las turcas", decía. Estaba deseando volver a América.
Sin duda, las telenovelas han abierto camino a los turcos con las latinas, menos exigentes económicamente que las turcas y cuyas sociedades tienen bastantes aspectos en común.
En redes sociales hay centenares de vídeos de latinas casadas con turcos en los que hablan de sus relaciones y de su integración familiar y social. Muchas han acabado en pequeños pueblos, altamente conservadores, y sus maridos no se parecen en nada al atractivo Kaleli.
Son muchas las que dicen que les va muy bien, algunas cubiertas con un hiyab, y que explican con fruición detalles de lo mal que les va a "otras": sus maridos son celosos, posesivos, agresivos, no las dejan salir solas a la calle, les exigen que borren sus perfiles en redes, hacen que se cubran, las convierten en esclavas, las golpean.
Hay matrimonios acordados y matrimonios con menores de edad.
"No todo es bonito como en las telenovelas", dice una mexicana. Muchas han tenido que convertirse al islam por la presión social y familiar. Las suegras son lo peor. Algunas incluso les piden a sus hijos que golpeen a la esposa extranjera, una práctica habitual con las turcas, si la nuera no cae bien. ¿Se puede llamar a eso matriarcado?
Dados estos antecedentes, las mujeres extranjeras son competencia desleal para las futuras esposas turcas, por lo que no es extraño que las foráneas reciban insultos o empujones en espacios públicos y privados. También tengo amigas turcas, algunas casadas con extranjeros, que no soportan el machismo, la inutilidad doméstica y la dependencia maternal de sus conciudadanos.
"Los turcos son melosos hasta niveles diabéticos, se tienen en demasiada y errónea alta estima, son rápidos en enamorarse y en el sexo, la performance no es tan buena como se podría esperar"
Cuando dudo sobre cuánto generalizar el comportamiento sexual de los hombres en un país, pregunto a mis amigos gais, mucho más promiscuos que las mujeres y, por lo tanto, con una base de datos más amplia. Sus respuestas: melosos hasta niveles diabéticos, se tienen en demasiada y errónea alta estima, son rápidos en enamorarse y en el sexo, la performance no es tan buena como se podría esperar. Dicen.
Las investigaciones sociológicas se acercan más a este perfil. En un estudio llevado a cabo entre universitarios turcos en 2023, los resultados indican que "su nivel de conocimientos sexuales era insuficiente y necesitan educación sexual integral", y que "los valores religiosos y culturales" tenían peso en su comportamiento sexual.
Cuando se les ofreció la posibilidad de recibir educación sexual, exigieron grupos separados para hombres y mujeres. La disfunción eréctil tiene una prevalencia entre los hombres mayores de cuarenta años superior a la del resto del mundo, con casi un 70%.
Según un sondeo llevado a cabo entre mujeres migrantes abocadas a la prostitución, la mayoría de sus clientes turcos se niegan a usar preservativos y son agredidas físicamente por ellos.
En cuanto a violencia de género y asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, Turquía lidera los rankings mundiales. Mientras que en España 58 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en 2023, en Turquía se registran entre 40 y 60 casos al mes.
Según un informe de HRW, cuatro de cada diez mujeres turcas sufren violencia doméstica o violencia sexual.
Al mismo tiempo, los turcos aparecen como los amantes más promiscuos del mundo, con unas 14,5 parejas sexuales de media, y por delante de los australianos. Entre que la suegra te azote o que el marido te mate, tal vez la infidelidad sea un mal menor.
*** Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.