Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador.

Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador. EFE

LA TRIBUNA

Sheinbaum y AMLO se inventan un agravio diplomático de otro siglo

AMLO y Sheinbaum están utilizando a Felipe VI como cortina de humo para tapar la incompetencia de su Gobierno.

26 septiembre, 2024 11:58

El martes 1 de octubre Claudia Sheinbaum tomará posesión del cargo como primera presidenta de la historia de México. Ante este hito histórico, el Gobierno mexicano ha decidido realizar un desplante también histórico: excluir al jefe de Estado español, Felipe VI, de la lista de invitados.

En 2019, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) envió una carta a la Corona (y también al papa, todo sea dicho) en la que solicitaba que se pidiera perdón por los crímenes cometidos durante la conquista mexicana.

En un delirio de grandeza, AMLO decidió erigirse como defensor de los indígenas mexicanos para pedir que el rey de España pidiera perdón por unos hechos acontecidos hace más de quinientos años (la conquista de México) aplicando el ordenamiento jurídico internacional vigente actualmente: la Carta de Derechos Humanos.

Claudia Sheinbaum.

Claudia Sheinbaum. EFE

La Corona, ávida y diplomática, hizo lo que tenía que hacer: dedicar su tiempo y el del monarca en construir lazos diplomáticos para la prosperidad del país y no enredarse en debates que, sea cual sea el resultado, nada bueno traerán a mexicanos y españoles, cuyas necesidades y preocupaciones pasan por otros derroteros.

Si parecía que este debate estéril estaba enterrado, ha llegado Claudia Sheinbaum para revivirlo y, de un plumazo, crear una crisis diplomática entre dos países hermanos.

Quién sabe si por voluntad propia o por imposición del todavía dueño del sillón presidencial, la presidenta electa de México ha decidido dejar fuera de la lista de invitados a Felipe VI. Putin, Maduro y los socios de Bildu, que si por algo son todos ellos conocidos es por su defensa de los derechos humanos, sí estarán presentes.

"Pensar que en el siglo XXI un país deba pedir perdón por crímenes cometidos hace más de quinientos años resulta sorprendente"

Detrás de este delirio colectivo de los dirigentes mexicanos se encuentra una idea que sostiene que los países europeos colonizadores deberían pedir perdón a los países colonizados por los crímenes cometidos.

Esta idea oscila entre lo oportunista y lo pretencioso.

En primer lugar, por la cuestión del "por qué". Según el Gobierno mexicano, España debe pedir perdón por los crímenes y las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas.

Antes de entrar a analizar este debate, debemos partir de la base de que nadie niega que durante la época colonial se cometieron atrocidades, del mismo modo que nadie niega que las superpotencias del momento se beneficiaron de esas conquistas desde un punto de vista político y económico. Pero pensar que en el siglo XXI un país deba pedir perdón por crímenes cometidos hace más de quinientos años resulta sorprendente.

La configuración histórica mundial se ha construido (lamentablemente) a base de guerras y ocupaciones, algunas más largas que otras, y algunas más atroces que otras. Eso es lo que nos ha traído hasta aquí y nada podemos hacer para cambiarlo.

Pero lo que sí podemos hacer es decidir qué hacemos de ahora en adelante. Si seguimos la tesis mexicana, deberíamos entrar en una espiral interminable de disculpas entre países por las invasiones otomanas, las del Imperio romano, las inglesas, las españolas…

Ridículo, sí. Pero si pensamos entonces que España es el único país que debe pedir perdón (y concretamente solo a México) entonces esta tesis no se sostiene, ya que implicaría ignorar la responsabilidad compartida de otros países en el proceso de colonización y sus consecuencias.

Sin embargo, existe otra tesis muchísimo más útil para el devenir de la humanidad que consiste en centrarnos en construir relaciones sólidas entre países, sobre todo entre los que comparten tantos lazos culturales como México y España, y no en destruirlas. Es la tesis que defiende que la diplomacia hay que utilizarla para ayudar al de enfrente y no para escudarte en sus acciones para justificar tu incompetencia.

"Exigir una disculpa unilateral es más un acto simbólico (y oportunista) que un verdadero esfuerzo por reconocer y reparar las injusticias del pasado"

Luego encontramos la cuestión del "quién". ¿Quién debe pedir perdón?

Porque salvo que yo me haya perdido algún curso de Historia de España, Felipe VI no estaba, allá por el año 1500, azotando a los pueblos indígenas "con la espada y con la cruz", que diría AMLO. ¿Hernán Cortés? Difícil. ¿Solo debe pedir perdón España?

De nuevo, entonces exigir una disculpa unilateral podría interpretarse más como un acto simbólico (y oportunista) que como un verdadero esfuerzo por reconocer y reparar las injusticias del pasado.

Y, por último, y a mi juicio más importante, ¿a quién debe pedir español Felipe VI? ¿Al Gobierno mexicano? ¿O al pueblo mexicano?

Y si es a este último, antes de nada debemos plantearnos una pregunta muy importante. ¿La solicitud formal de disculpas es un sentir popular en México o una ocurrencia política?

Si fuera un sentir popular, tras la carta de AMLO en 2019, habríamos visto en España, en México y en otros países colonizadores decenas de manifestaciones que, de ocurrir, sólo han tenido lugar en la mente de AMLO.

De ser una ocurrencia política para tapar carencias, entonces no es una defensa a ultranza de los derechos humanos, es oportunismo político y chantajismo.

Según datos del Gobierno mexicano, en 2020 residían en España más de 60.000 mexicanos. Si miramos la economía, España es el segundo inversor extranjero en México, sólo por detrás de Estados Unidos, con un capital acumulado de más de 74.000 millones de dólares desde 1999.

En términos de comercio bilateral, en 2022, las exportaciones mexicanas hacia España superaron los 5.000 millones de dólares y las importaciones de productos españoles rondaron los 6.000 millones.

¿Tiene sentido poner en riesgo esta relación por un debate estéril y fuera de lugar?

No obstante, los habrá que estén de acuerdo en que nuestro país debería pedir perdón a México. Y sus argumentos tendrán.

Pero lo que nadie puede negar, con independencia de su opinión al respecto, es que estas no son las formas.

Una presidenta electa no puede romper una tradición entre países por un debate tan vacío. Y todavía más importante, no es prudente que un país imponga a otro la manera en que debe condenar unos hechos en los que ha participado, y menos aún por una cuestión de oportunismo político.

Y es que AMLO en su momento, y Sheinbaum ahora, utilizan este asunto como cortina de humo para tapar la incompetencia de su Gobierno para resolver muchos de los asuntos pendientes que tiene México.

¿Acaso el presidente AMLO le pedirá perdón a los miles de jueces que quiere dejar en la calle con su reforma judicial? Porque eso también son derechos humanos. Y de los que definen la fortaleza de una democracia.

¿Acaso el partido Morena pedirá perdón por tantos años en los que no ha sido capaz de combatir la corrupción y la inseguridad en su país? Porque eso también son derechos humanos, de los que sufre la gente de a pie.

Y más importante, ¿acaso el Gobierno mexicano le dará las gracias a España por los miles de mexicanos emigrados a los que ha acogido? ¿O por los cientos de millones de euros invertidos en la región?

Mejor haría el Gobierno mexicano en mirar la viga en el ojo propio, que la paja en el ojo ajeno. Mientras tanto, Felipe VI en la Zarzuela y Sheinbaum rodeada de Putin, Maduro y Arnaldo Otegi. Vivan los derechos humanos.

*** Gabriel Rodríguez es abogado y diputado del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid.