El presidente ruso, Vladimir Putin, en Asjabad, Turkmenistán, el pasado viernes.

El presidente ruso, Vladimir Putin, en Asjabad, Turkmenistán, el pasado viernes. Sputnik/Gavriil Grigorov/REUTERS

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Lo que hay detrás del nuevo farol nuclear de Putin

El anuncio de Putin de cambiar la doctrina militar rusa para amenazar con el uso de armas nucleares pretende disuadir a los socios extranjeros de dar apoyo a Ucrania.

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En una declaración del 25 de septiembre de 2024, el presidente ruso Vladímir Putin anunció lo que parece ser un cambio significativo en la doctrina militar de Rusia. Anunció que la doctrina, que pronto será modificada, "propone considerar la agresión contra Rusia por parte de un Estado no nuclear", si se lleva a cabo "con la participación o el apoyo de una potencia nuclear", como "su ataque conjunto contra Rusia".

El mensaje de Putin a los responsables políticos y a los votantes occidentales es sencillo: si ayudan militarmente a Ucrania, nosotros también podríamos atacarles.

El presidente ruso continuó explicando que la nueva doctrina "establecerá claramente las condiciones para la transición de Rusia al uso de armas nucleares". Putin advirtió sombríamente: "Consideraremos tal posibilidad en cuanto recibamos información fiable sobre un uso masivo de armas de ataque aéreo o espacial y su cruce de nuestra frontera estatal. Me refiero a aviones de aviación estratégica y táctica, misiles de crucero, drones, aviones hipersónicos y otros".

Ejercicio de las fuerzas rusas de disuasión estratégica.

Ejercicio de las fuerzas rusas de disuasión estratégica. EFE

El presidente dejó claro que los próximos cambios significan que Moscú "se reserva el derecho a utilizar armas nucleares en caso de agresión contra Rusia y Bielorrusia".

La novedad de la amenaza de Putin con respecto a las anteriores no es tanto su franqueza como el hecho de que se refiera a un próximo documento oficial ruso. A pesar de su nueva calidad en este sentido, los últimos anuncios de Putin no cambian en principio la postura rusa.

Los cambios anunciados en la doctrina militar rusa son, al igual que las numerosas intimidaciones públicas anteriores con armas nucleares, una operación psicológica del Kremlin.

Como ya ha hecho varias veces, Moscú quiere disuadir a los partidarios extranjeros de Ucrania de continuar y ampliar su ayuda. El cambio ahora propuesto en la doctrina militar es otro intento de limitar la ayuda occidental a Ucrania.

La declaración de Putin debe verse en su contexto. Los documentos oficiales rusos -ya sean leyes, doctrinas, tratados u otros textos gubernamentales- tienen poco significado en un país sin Estado de derecho y con un despotismo estatal omnipresente.

Al igual que en los asuntos internos, el Kremlin toma decisiones basándose en preferencias políticas y no en actos jurídicos, que pueden adaptarse o modificarse ad hoc en cualquier momento.

Los nuevos anuncios de Putin y otras amenazas de él y su entorno están relacionados con los actuales debates estratégicos en Occidente. Un debate crítico se centra en la cuestión de si Ucrania debe equiparse con más y mejores misiles, incluido el altamente eficaz pero ahora infame misil de crucero alemán "Taurus".

Otro debate se refiere a la cuestión de si debería autorizarse a Ucrania a desplegar armas occidentales de largo alcance dentro de Rusia. Esta última cuestión en particular, es decir, el despliegue de misiles occidentales en territorio ruso, parece preocupar al Kremlin.

Sin embargo, estas cuestiones deben considerarse en su contexto histórico actual.

"Putin ha expresado repetidamente su voluntad de utilizar armas nucleares para responder a la resistencia armada de los ucranianos"

Ucrania lleva más de dos años atacando objetivos militares rusos en los territorios ucranianos ocupados de Crimea, Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jersón, utilizando, entre otras, armas occidentales. Tras las anexiones ilegales pero oficiales de Rusia en 2014 y 2022, estas cinco regiones son territorio ruso regular en virtud de la Constitución modificada de Rusia (y no sólo "repúblicas populares").

Recientemente, Ucrania también ha atacado masivamente numerosos objetivos militares e industriales en territorio legítimo de Rusia. Al menos un avión no tripulado voló hasta el mismísimo Kremlin. Algunos de estos ataques ucranianos han tenido resultados impresionantes, destruyendo, por ejemplo, grandes depósitos de municiones en el interior de Rusia.

La doctrina militar rusa vigente ya permite a Moscú utilizar armas nucleares en respuesta a ataques extranjeros llevados a cabo únicamente con armas convencionales.

Los ataques masivos de Ucrania con aviones no tripulados y la incursión de las fuerzas terrestres ucranianas en territorio ruso tanto ilegítimo como legítimo desde 2022 podrían ser interpretados por el Kremlin como que permiten a Moscú tomar represalias con armas de destrucción masiva.

Desde 2010, la doctrina militar rusa lo permite en casos de "agresión contra Rusia con el uso de armas convencionales si la existencia del Estado se ve amenazada". Esta peculiaridad de la doctrina nuclear rusa, que autoriza el uso de armas nucleares en respuesta a ataques con armas convencionales, fue confirmada en los "Fundamentos de la política estatal de la Federación Rusa en el ámbito de la disuasión nuclear" a partir de 2020, confirmados por el Decreto nº 355 del presidente ruso.

Desde 2014, Putin y compañía han expresado repetidamente su voluntad de utilizar armas nucleares para responder a la resistencia armada de los ucranianos, apoyada por Occidente, contra la expansión territorial de Rusia en Ucrania con armas convencionales.

La frase "la existencia misma del Estado ruso" podría interpretarse como la inviolabilidad de sus fronteras, la seguridad de su espacio aéreo, etcétera, incluidos los territorios ucranianos anexionados, que Moscú considera ahora parte de Rusia. No es de extrañar que los políticos y propagandistas rusos hayan estado lanzando amenazas nucleares contra diversos países mensualmente desde 2022.

"Los anuncios de Rusia de utilizar armas nucleares no son un anticipo de acciones reales, sino una guerra psicológica para socavar la defensa de Ucrania"

Sin embargo, no se ha utilizado ningún arma nuclear, ni en Ucrania ni en ningún otro lugar. Esto se debe a que los anuncios verbales o escritos de Rusia de utilizar armas nucleares no son un anticipo de acciones reales.

Forman parte de una despiadada guerra psicológica para socavar la autodefensa de Ucrania. El reciente anuncio de Putin de cambios en la doctrina militar rusa forma parte de este gran juego internacional de relaciones públicas.

Una decisión rusa de utilizar armas nucleares se guiaría menos por los documentos oficiales que por la política de poder. Si el Kremlin cree que el uso de armas de destrucción masiva reforzará su poder, lo hará.

Tal acción podría haber tenido lugar antes y podría tener lugar en el futuro, independientemente de la redacción exacta de las frases pertinentes en tal o cual texto oficial ruso. El Kremlin se moverá en una u otra dirección por conveniencia política más que por legalidad oficial, por consideración estratégica más que por obligación doctrinal.

Esto significa, en primer lugar, que es poco probable que Rusia escale contra un Estado de la OTAN mientras Moscú crea en la sinceridad del compromiso de defensa mutua de la Alianza.

En segundo lugar, significa que los países occidentales y otros interesados en evitar que Rusia utilice armas de destrucción masiva en Ucrania deben asegurarse de que el Kremlin no crea que puede salirse con la suya. Por tanto, todos los gobiernos del mundo interesados en evitar una escalada nuclear en Europa del Este deben adoptar una postura pública.

Deben dejar claro al Kremlin que una nueva escalada del ya genocida ataque de Moscú contra la nación ucraniana tendrá graves consecuencias para Rusia y sus dirigentes.

Putin está amenazando una vez más a la humanidad con que Moscú recurrirá a las armas nucleares si algún país se resiste a la guerra convencional de expansión y aniquilación de Rusia. Todos los adultos que no estén de acuerdo con esa lógica y quieran impedir que se haga realidad ese escenario deberían decirle al Kremlin de forma clara e inequívoca: "¡No!".

*** Andreas Umland es analista del Centro de Estudios de Europa Oriental de Estocolmo (SCEEUS) en el Instituto Sueco de Asuntos Internacionales (UI).