La invasión rusa a gran escala de Ucrania en 2022 demostró que la arquitectura de seguridad existente, fruto de la Segunda Guerra Mundial y el proceso de Helsinki, no cumplió su función primordial, ya que no fue capaz de ofrecer las medidas y herramientas eficaces para prevenirla.

El proyecto piloto de Helsinki, que desde 1975 se perfilaba como un ejemplo a seguir en otras regiones del mundo, se ve más bien como una anomalía de la regla universal desde la perspectiva actual.

La amenaza que representa Rusia es multifacética e integral, y sin duda va más allá del continente europeo. La guerra de agresión rusa contra Ucrania tiene dimensiones y ramificaciones globales que afectan a la seguridad política y militar, nuclear, alimentaria, energética y ecológica.

Si son ciertas las reglas de la historia, cuanto más dure la guerra rusa contra Ucrania mayor será el déficit de seguridad en Europa y su vecindad. Las guerras supuestamente locales y no arregladas a tiempo suelen propagarse a regiones enteras e incluso generar metástasis en otros rincones del mundo.

En función de su cercanía geográfica, Europa fue la primera en notar la incertidumbre geopolítica provocada por el revanchismo de la Rusia de Putin.

Volodímir Zelenski y Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, durante su rueda de prensa el pasado 17 de octubre en Bruselas Reuters

Dada la inmovible postura del Kremlin de aferrarse a sus planes de apoderarse de Ucrania, si no en un blitzkrieg, sí en una guerra de desgaste, parece que el mundo se encuentra en un callejón sin salida. Moscú no tiene la menor intención de actuar de buena fe cuando dice que está dispuesta a negociar. Todas las propuestas que hizo públicas el Kremlin son sólo un ultimátum.

Es obvio que Putin no se satisfará con Crimea o Donbás. Él va a por todo. Fuera quien fuese su sucesor, además, la conquista de Ucrania, como paradigma fundamental de la esencia de Moscovia como Estado, quedaría intacta.

Quizás el mejor momento para frenar las ambiciones imperialistas del Kremlin fue en 2014, cuando Putin se atrevió a anexionarse partes de un Estado soberano, paso insólito en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Lamentablemente, la reacción del mundo fue débil e indecisa.

Ahora la gran pregunta es "¿estamos condenados Ucrania y Europa a una guerra aún más larga?".

La respuesta depende de las conclusiones de las élites de las naciones democráticas tras las experiencias vividas desde 2014, y especialmente desde febrero de 2022.

El pasado 16 de octubre, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, presentó el Plan de Victoria en la sesión plenaria del Parlamento ucraniano.

Esta propuesta tiene como objetivo el fortalecimiento de Ucrania (no sólo militarmente) y que Rusia se dé cuenta de que sus intenciones de conquistar Ucrania ya no son viables. También, de que sufrirá inútiles pérdidas económicas y de vidas rusas, y de que eso la obligara a sentarse a negociar una paz justa y duradera basada en las normas del derecho internacional.

Interesa a todo el mundo civilizado que Rusia pierda la guerra contra Ucrania. Cualquier otro resultado desencadenaría una serie de guerras y conflictos armados, profundizando aún más la incertidumbre en Europa y en nuestra vecindad.

Poner fin a la guerra antes de que termine 2025, como apunta el Plan de Victoria de Zelenski, es indudablemente ambicioso.

"Si Ucrania logra que Rusia acate la legalidad internacional, mandará un mensaje claro a otros agresores potenciales para que se abstengan de desatar nuevos conflictos"

Este Plan no sustituye la Fórmula de Paz propuesta en la Cumbre del G20 en noviembre de 2022. Su propósito es diferente, aunque complementario: tender puentes para preparar la segunda edición de la Cumbre de Paz Global.

Si la guerra de Rusia contra Ucrania se soluciona en la Cumbre de Paz en base a la legalidad internacional, esto mandará un mensaje claro a otros agresores potenciales para que se abstengan de desatar nuevas guerras y conflictos.

Si Ucrania no se ve reforzada ahora, Putin aprovechará cualquier pausa, sea un alto el fuego o un congelamiento temporal, para rearmarse y reponer sus arsenales, y así renunciar definitivamente a la diplomacia y volver a atacar.

Las naciones occidentales que forman parte de la OTAN deben mostrar su voluntad política, colectiva e individual, y aceptar la cruda realidad: Rusia jamás abandonará sus ambiciones de apoderarse de todo el territorio y del potencial económico, industrial, científico y humano ucranianos (sólo como primer paso para volver a las fronteras de 1991) mientras Ucrania esté fuera de la Alianza.

Putin y toda la cúpula política y militar rusa son conscientes de la inferioridad de su ejército en una eventual guerra convencional contra la OTAN. Y la guerra nuclear no es una opción.

La invitación formal para que Ucrania se adhiera a la OTAN sería algo más que un gesto simbólico. La determinación de la Alianza daría certeza a la irreversibilidad de la integración de Ucrania en la UE. También dejaría claro que la democracia es la única forma posible de gobierno en Ucrania.

Está claro que, a estas alturas, la adhesión de Ucrania a la OTAN suscita dudas y precaución entre algunos gobernantes occidentales.

En términos de geopolítica, tal invitación a Ucrania y la irreversibilidad de la integración europea servirían para ponerle los puntos sobre las íes al Kremlin.

En segundo lugar, para lograr la victoria en esta guerra Ucrania necesita reforzar, con ayuda de sus socios, las capacidades militares de su ejército, que deben ser suficientes para desgastar sustancialmente el potencial ofensivo del invasor tanto en los territorios temporalmente ocupados como en el de Rusia.

Al mismo tiempo, las defensas aéreas ucranianas deben ser blindadas hasta tal punto que sean capaces de proteger suficientemente las ciudades y las infraestructuras contra los bombardeos y los drones. Los ciudadanos de Ucrania deben poder llevar a cabo operaciones conjuntas defensivas para derribar los misiles y drones rusos en el espacio aéreo de Ucrania.

"Para lograr la victoria, Ucrania necesita reforzar sus capacidades militares lo suficiente como para desgastar el potencial ofensivo del invasor"

Por otra parte, las inversiones en las industrias de defensa ucranianas permitirían ampliar la fabricación de armamento y de drones y misiles.

Acompañadas por el levantamiento de la prohibición de usar las armas de largo alcance occidentales, estas medidas en su conjunto serían una herramienta de persuasión.

Como medida de contención contra la agresión rusa, Ucrania propone desplegar en su territorio un paquete integral de armas convencionales de disuasión estratégica.

Este paquete debe ser lo suficientemente potente para proteger a Ucrania de cualquier amenaza militar por parte de Rusia y reducir al máximo el alcance de las acciones rusas, dejándole sólo dos opciones a Putin:

1. O sumarse a las negociaciones diplomáticas honestas para poner fin a la guerra de manera justa. 

2. O afrontar la perspectiva de perder de forma segura la capacidad de continuar su guerra de agresión como consecuencia del uso del paquete de disuasión proporcionado a Ucrania.

Es obvio que la intención de apoderarse de los recursos naturales críticos de Ucrania, junto con su potencial de producción de alimentos y energía, es uno de los motivos que llevó a Putin a desatar esta guerra.

Ucrania propone a sus socios, en particular los Estados Unidos y la Unión Europea, celebrar un acuerdo especial sobre la protección conjunta de los recursos críticos en Ucrania, la inversión también conjunta y la posterior explotación económica.

Tal acuerdo complementaría y fortalecería orgánicamente el sistema existente de presión económica sobre Rusia.

Otra de las propuestas incluidas en el Plan de Victoria del presidente Zelenski está pensada para el período de posguerra.

Una vez terminada esta guerra, y visto que los contingentes militares ucranianos son numerosos y tienen experiencia, Ucrania está dispuesta a ofrecer su potencial para reforzar la defensa de la Alianza Atlántica y garantizar la seguridad en la UE, sustituyendo, previo consentimiento de los socios, ciertos contingentes militares estadounidenses desplegados en Europa por tropas ucranianas.

Ucrania está abierta a la diplomacia, pero a la diplomacia honesta y desde una posición fuerte. La implementación de la Fórmula de la Paz es la garantía de que durante las negociaciones Ucrania no será coaccionada por una injusticia.

El Plan de Victoria es la herramienta para allanar el camino hacia una diplomacia honesta y, finalmente, a la paz justa y duradera que los ucranianos merecen.

*** Serhii Pohoreltsev es el embajador de Ucrania en España.