El general Gan Pampols no tiene quien le escriba
Si en otros países occidentales es habitual que los militares se encarguen de la reconstrucción tras los desastres, ¿por qué ha causado tanto estupor la elección del nuevo vicepresidente valenciano?
El 29 de agosto de 2005, el huracán Katrina, probablemente el más devastador de la historia de los Estados Unidos, se abatió por segunda vez sobre las costas del golfo de México.
Arrasó con todo lo que encontró a su paso desde Florida hasta Texas. Las cifras de fallecidos quedaron establecidas tardíamente en 1.392. Las pérdidas materiales se elevaron a 150.000 millones de dólares.
Hoy, en España, cualquiera que se acerque a la intrahistoria de ese desastre humanitario y medioambiental reconocerá fácilmente las secuelas que dejó en el debate público: tardanza en reaccionar del presidente George W. Bush y falta de liderazgo; acusaciones mutuas de inacción entre los gobiernos federal, estatales o locales afectados por el huracán; intereses políticos inconfesables; falta de empatía, violencia y saqueo.
El presidente Bush encargó a Michael Chertoff, por entonces secretario de Seguridad Nacional, la respuesta federal a la crisis. Chertoff, después de algún titubeo, le encomendó la conducción operativa de la ayuda a un oficial naval, el vicealmirante Thad W. Allen.
En 2019, el presidente Emmanuel Macron confió al general de cuatro estrellas Jean-Louis Georgelin la dirección del magno proyecto de reconstrucción de la catedral de Notre-Dame, un icono de la capital del Sena y de la historia religiosa y cultural de Francia. Desempeñó ese encargo hasta su fallecimiento en 2023, poco antes de ver rematada su obra.
Portugal adoptó parecida decisión, encomendando a uno de sus generales la coordinación de la campaña de vacunación contra la Covid-19.
Mario Draghi también recurrió a capacidades militares genéricas, responsabilizando de esa función al general Francesco Paolo Figliuolo.
El caso de este teniente general italiano es aún más paradigmático si cabe, ya que, en 2023, sería nuevamente comisionado para la reconstrucción de las tres regiones italianas arrasadas por las inundaciones del año 2023.
¿Qué les pasa a los españoles?
La reacción más extendida al nombramiento del teniente general Gan Pampols, como responsable directo para la reconstrucción de los municipios arrasados por las inundaciones del 29 de octubre, ha sido el estupor.
No habían transcurrido 24 horas desde que se conoció su nombramiento cuando empezaron a llegar los primeros juicios de intenciones, más sencillos de formular que las eventuales dudas sobre su idoneidad.
Sin embargo, y como en los otros casos aquí traídos a colación, Curro Gan, como es conocido entre sus allegados y amigos, es un oficial que posee un espléndido historial profesional. Inteligente, trabajador, capaz y resuelto, sabe perfectamente lo que significa la reconstrucción integral de un país, algo que va mucho más allá de lo que ahora se le ha encargado.
Como ya sucediese con la participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la pandemia de la Covid-19, quienes cuestionen la validez de esa experiencia en un militar, y probablemente por el hecho de serlo, lo harán desconociendo que la experiencia vital y profesional del nuevo vicepresidente lo hace idóneo.
Idóneo para hacer diagnósticos, identificar tareas, asociarlas a objetivos, atribuir prioridades, distribuir recursos, confeccionar los planes de reconstrucción que ayuden a aliviar los efectos de la tragedia y, si le dan todo lo que pida, evitarlas.
Como en otras facetas de la vida, no necesita saber de todo, sino sólo tener claro aquello que desconoce, lo que le permitirá rodearse de los indispensables expertos.
"Los militares llevan toda su vida enfrentándose a urgencias y sufrimiento, y saben perfectamente lo que es lidiar con la falta de orden"
¿Lo podrían hacer otros? Por supuesto. Pero los militares llevan toda su vida haciéndolo, y conocen perfectamente lo que es enfrentarse a la falta de orden, las urgencias y el sufrimiento.
Que hubiera bastado con recurrir a la figura del comisionado, sin integrar al general en la estructura del Gobierno autonómico, quizá.
Pero cuando decenas de miles de seres humanos esperan una solución para sus vidas truncadas, sería una frivolidad quedarse en la anécdota. Por el contrario, parece mucho más razonable dejar trabajar al general en aquello que le han encargado.
Me gustaría creer que esta decisión, más allá de alegados oportunismos, es una prueba de que la sociedad española empieza a descubrir que las capacidades de los ejércitos en estos casos apocalípticos no se agotan en una mano de obra numerosa, disciplinada, siempre dispuesta y barata.
Y es que los problemas complejos requieren soluciones del mismo tenor.
La OTAN tiene una acreditada capacidad para bautizar con nombre exóticos conceptos de toda la vida. Llama "conciencia situacional" a la percepción de todas las tensiones o factores que ayudarán a definir un problema.
La coalición internacional en Afganistán, donde el general Gan Pampols prestó un tiempo sus servicios, tuvo que valerse de este concepto para manejarse en esa Torre de Babel que componían contribuciones nacionales, agencias internacionales, organizaciones no gubernamentales de diverso jaez y los despojos de una administración estatal que ahora habría que reconstruir desde sus cimientos.
Dos fueron los obstáculos que, finalmente, dieron al traste con la operación: la corrupción y los talibanes.
El éxito de lo que se le ha encomendado al general Gan Pampols radicará en que sepa mantenerse alejado de la una y de los otros. Mientras se pone a prueba su capacidad, no parece demasiado pedir que se le deje trabajar en beneficio de los valencianos, en aquello que él mismo ha calificado como una misión que da sentido a toda una vida.
Pues que así sea.
*** Juan Carlos Domingo Guerra es general de división del Ejército de Tierra en la reserva y autor del ensayo Soldados (Almuzara, 2023).