La Ejecutiva del PNV, con Andoni Ortuzar en el centro, frente a la sede del Instituto Cervantes en París.

La Ejecutiva del PNV, con Andoni Ortuzar en el centro, frente a la sede del Instituto Cervantes en París. PNV

Tribunas

Sánchez le ha regalado al PNV un palacete en París que no le corresponde

Pedro Sánchez le ha adjudicado en exclusiva la sede parisina del Instituto Cervantes a una entidad privada, sin que esta haya podido demostrar que es la legítima propietaria.

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Estamos ante un ejemplo de libro de cómo comprar las voluntades políticas engordando el patrimonio de un partido.

Para evitar semejante obscenidad, Pedro Sánchez lo habría tenido muy fácil con adscribir la propiedad del palacete del número 11 de la Avenue Marceau de París, donde actualmente está la sede del Instituto Cervantes, al Gobierno vasco, que es una entidad pública del Estado español.

Nadie le hubiera podido reprochar esa decisión porque es cierto que, en unos momentos especialmente convulsos de la historia de España y de Europa, el edificio estuvo vinculado con el primer Gobierno vasco presidido por José Antonio Aguirre, que nada más constituirse el 7 de octubre de 1936 envió una delegación a París encabezada por Rafael Picavea, estableciendo en ese edificio de la capital francesa la principal representación vasca en el exterior.

Pedro Sánchez y Andoni Ortuzar intercambian los documentos para la firma del acuerdo entre PSOE y PNV para la investidura.

Pedro Sánchez y Andoni Ortuzar intercambian los documentos para la firma del acuerdo entre PSOE y PNV para la investidura. Efe

El edificio era propiedad del Estado español desde 1951 por sentencia firme de la justicia francesa, atendiendo a las reclamaciones del régimen franquista, que lo consideraba parte de las compras realizadas en el exterior con dinero de la Segunda República.

La compra se realizó una vez que el Gobierno vasco estaba en el exilio, a partir de la caída de Bilbao el 19 de junio de 1937. Decidieron materializarla a través de un testaferro llamado Marino Gamboa, un personaje de novela que también estaba al servicio del gobierno de Negrín.

La escritura de compra, según nos cuenta el principal conocedor de esos entresijos, que no es otro que el nada sospechoso (para el nacionalismo, se entiende) Jean-Claude Larronde, tiene fecha del 8-9 de octubre de 1937.

El PNV, a través de su página web, y una vez que ya estaba publicado el Real Decreto del gobierno de España (BOE del 24 de diciembre de 2024) donde se le concede la propiedad del palacete, se ha apresurado a salir diciendo que desde el 12 de septiembre de 1936 consta la transferencia del dinero para hacer la compra. Y remarcan que fue cuando el Gobierno vasco aún no existía.

Pero todo eso es humo. Lo único que revela es la mala conciencia de un partido político que acaba de recibir un regalo desmesurado que sabe en el fondo que no le corresponde.

Porque, aun en el supuesto de que esa transferencia fuera de esa fecha, es imposible demostrar que ese dinero estuviera destinado a una compra que se materializó un año después. Y, sobre todo, sin que haya constancia alguna de que conocieran siquiera la existencia del palacete, que solo empezó a ser utilizado por los nacionalistas a raíz de la estancia en París del delegado nombrado por el Gobierno vasco, Ricardo Picavea, que lo alquiló a partir de febrero de 1937.

"El único interés de Sánchez ha sido siempre darle al PNV un regalo por el cual tener atada su voluntad en lo que quede de legislatura"

El PNV dice que consiguieron el dinero de los vascos en América, a través de un tal Belausteguigoitia, que residía en México, y también de alguno de los Sota, la familia nacionalista que era una de las más ricas de España de la época.

Pero aun en el supuesto de que ese dinero lo tuvieran destinado a esa compra, no tiene sentido que el PNV la interprete como que la compra era para el propio partido, cuando lo que estaba en juego entonces era salvar al Gobierno vasco en el exilio. El palacete era para el Gobierno vasco, no para el PNV.

La Segunda República desembolsó un crédito importante (los expertos dicen que de 500 millones de pesetas de la época), para que el nuevo Gobierno vasco echara a andar en octubre de 1936 cuando se constituyó.

Por eso el PNV tiene ahora tanto interés en decir que la transferencia para comprar el palacete es anterior a la constitución del Gobierno vasco. Porque si no resulta inexplicable ante la opinión pública que el PNV no sacara el dinero de ese enorme crédito recibido entonces. Y que sería, de ese modo, dinero del Estado para sostener a un Gobierno vasco que tenía que tener un local digno donde ubicarse una vez que fue expulsado de España.

Los especialistas, como José Ángel Sánchez Asiain, en su clásico estudio sobre la financiación de la Guerra Civil, nos cuentan que el Gobierno vasco nunca rindió cuentas al Gobierno de la Segunda República.

Incluso a instancias del Gobierno vasco se fletaron hasta tres barcos para sacar todo el dinero, joyas y acciones que había en las cajas fuertes de los bancos de Bilbao de la época, que debieron constituir el segundo mayor tesoro de la Segunda República, después del llamado oro de Moscú.

El Gobierno vasco quiso ponerlo todo lejos de los franquistas que estaban entrando ya en Vizcaya. Pero en ningún momento se le ocurrió poner aquel tesoro a disposición del Gobierno de la Segunda República, que todavía estaba en guerra.

"La oposición tiene ahora un buen motivo para reclamar por la vía judicial la restitución del palacete al Gobierno vasco"

Aquel dineral se recuperó, suponemos que no todo, gracias a las gestiones de los agentes franquistas, que consiguieron embargar y precintar los barcos en los puertos de arribada en Francia, Países Bajos e Inglaterra.

Pero el Gobierno vasco, aun con eso, siguió reclamando dinero de la Segunda República hasta el final. Incluso intentó capturar el último cargamento de oro y joyas que salió a bordo del yate Vita para México por orden del gobierno de Negrín y que al final acabó siendo controlado por Indalecio Prieto, exiliado en aquel país. El agente encargado del pirateo fue también Marino Gamboa, el mismo que puso a su nombre en primera instancia el palacete cuando fue adquirido en octubre de 1937

Así actuó el Gobierno vasco en aquel conflicto, a las órdenes de José Antonio Aguirre, el primer lehendakari. Y donde el PNV controlaba las principales carteras, pero no todas, ya que era un gobierno de coalición con socialistas, comunistas y republicanos.

El presidente Pedro Sánchez y quienes le han asesorado en esta materia no han tenido en cuenta toda esta historia de rapiñas de la posguerra, protagonizadas en gran parte por los nacionalistas vascos. Porque su único interés ha sido siempre darle al PNV un regalo por el cual tener atada su voluntad en lo que quede de legislatura.

La oposición tiene ahora un buen motivo para reclamar por la vía judicial la restitución del palacete a la entidad pública que en todo caso debería ser su receptora, que es el Gobierno vasco. De modo que así no se perdería para el patrimonio del Estado español.

Lo que se ha hecho, en cambio, es adjudicárselo en exclusiva a una entidad privada, sin que esta haya podido demostrar hasta ahora, según todas las investigaciones historiográficas que se han llevado a cabo, que es la legítima propietaria. De hecho, en el decreto donde se anuncia la entrega del palacete al PNV, se dice que es "en atención a la vinculación histórica del edificio con este partido". En ningún caso porque sea su propietario.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.