Las democracias liberales de Occidente están bajo el asedio de un crecido autoritarismo. Cada vez más Estados se están despojando de las cortapisas de la era liberal (pluralismo político, imperio de la ley, división de poderes y respeto a los derechos y libertades).

Una pandemia mundial, terribles guerras a nuestras puertas y líderes mundiales desatados están acelerando el ritmo de las malformaciones y haciendo que crezca de nuevo ese sentimiento de incertidumbre e inseguridad tan plásticamente descrito por Stefan Zweig en El mundo de ayer.

Todo parece estar en proceso de cambio sin que sea fácil prever el futuro de nuestro Estado social y democrático de derecho. ¿Adónde va esa infraestructura institucional que tras la II Guerra Mundial ha servido a las sociedades occidentales para asegurarse el más largo periodo de paz en democracia, de progreso y de respeto de las libertades? 

Desde hoy nos falta en España uno de estos maestros que durante años nos ha ayudado a buscar este tipo de respuestas. Se trata de Elías Díaz (Salamanca, 1934-Madrid, 2025), fallecido en la mañana de ayer. 

Elías Díaz, además de un amigo entrañable, ha sido un maestro de muchos; un maestro de la España constitucional. Maestro en el sentido que daban a este término los hombres y mujeres de la Institución Libre de Enseñanza.

El maestro, decía Giner de los Ríos, no informa sino forma; no instruye sino que educa.

Y el profesor Elías Díaz, a lo largo de su dilatada carrera de profesor universitario desde 1956 hasta hoy (Salamanca, Complutense, Oviedo, Valencia y Autónoma de Madrid) ha formado y educado a miles de universitarios, algunos de los cuales, a su vez profesores, han seguido formando y educando a miles y miles de jóvenes

"Elias Díaz ha contribuido a la construcción del discurso de nuestra democracia a través de sus numerosos discípulos repartidos por España"

Alérgico a los cargos públicos, su aportación directa a la mejor España no está en la política: es la única persona que conozco que haya rechazado una embajada como la de Roma y apenas soportó seis meses como director del Centro de Estudios Constitucionales.

Ha sido fundamentalmente un profesor que ha contribuido a la construcción del discurso de nuestra democracia a través de sus numerosos discípulos repartidos por España, o participando en aventuras como Cuadernos para el diálogo o la revista Sistema, que fundó y dirigió durante años. 

Y, sobre todo, nos ha ayudado con sus trabajos (trece libros y más de ciento cincuenta artículos y ensayos) sobre la historia del pensamiento español, la filosofía política, la filosofía y sociología del derecho y el socialismo español. 

Con el trasfondo siempre inseparable de sus viejos maestros (Enrique Tierno, Joaquín Ruiz-Giménez, José Luis Aranguren y Norberto Bobbio) ha utilizado siempre la razón como esa antorcha de la que hablaba Voltaire para alumbrarnos en la oscuridad, como gran escoba para liberarnos de los ídolos de la caverna, de la plaza y del mercado, como quería Bacon

Por eso el hilo conductor de toda su obra ha sido siempre lo que él llamaba la reconstrucción de la razón "frente a las irracionalidades dogmáticas (religiosas, políticas, etcétera) y a las sinrazones de todo tipo impuestas por la fuerza y por la propaganda monolítica de la España totalitaria salida del triunfo de la guerra civil" (Los viejos maestros, 1994) 

Reconstrucción de la razón suponía para Elías Díaz, en primer lugar, "des-ocultar" lo enterrado y "des-velar" lo borrado en nuestra historia para recuperar lo mejor del liberalismo español, que lo hubo, y que está representado por Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza.

Su obra des-veladora, La filosofía social del krausismo español, la completó con la puesta en valor de la historia olvidada, cuando no desconocida, del pensamiento español desde 1936 a 1973: el impacto del régimen franquista en la vida intelectual española, la ruptura con las tradiciones filosóficas y culturales de la Segunda República, la influencia del nacional-catolicismo y la gradual apertura intelectual en España

Son trabajos que tienen poco que ver con la actual memoria democrática. Porque son historia, no memoria, aunque sí forman parte de esa pedagogía de la memoria que toda sociedad tiene que practicar si quiere sobrevivir y asentarse sobre su mejor tradición. 

Estado de derecho y sociedad democrática, de Elías Díaz.

Reconstruir la razón implicaba asimismo des-velar la mentira que suponía presentar la España de los años setenta como un Estado de derecho. Denunciar esta manipulación es lo que hizo en 1966 con su obra Estado de derecho y sociedad democrática (ocho ediciones, nueve reimpresiones y traducida fuera de España). Obra secuestrada por el Gobierno, pero decisiva en la reconstrucción de la razón democrática en España.  

Quien no vivió aquellos tiempos difícilmente puede imaginar lo que supuso aquel libro para toda una generación que comenzaba a despertar intelectual y políticamente. Frente al régimen franquista, que tenía la osadía de presentarse con ocasión de los famosos XXV Años de Paz como un Estado de derecho, un profesor, entonces poco conocido, se atrevía a enmendarle la plana insistiendo en que era mucho lo que le faltaba para merecer tal calificativo.

A su rigor académico se unía su carácter de libro militante contra la dictadura de Franco. Como dijera años más tarde el propio Elías, el libro iba destinado a combatir la negación fascista del Estado de derecho, así como las falsificaciones derechistas del mismo: le costó el confinamiento y una incansable persecución académica.

Es verdad que tras la denuncia contra el Régimen por parte de la Comisión Internacional de Juristas en 1962 hubo otros libros, no muchos, sobre estos temas. Ninguno con un impacto tan profundo en los jóvenes de aquellos años y particularmente entre quienes comenzábamos a trabajar en la Universidad. 

Elías Díaz ha seguido manteniendo su firme compromiso con la idea de soberanía nacional, división de poderes, imperio de la ley y derechos humanos garantizados legalmente. Lo mantuvo frente a los intentos de legitimación del franquismo; lo siguió manteniendo frente al menosprecio del Estado de derecho por parte de cierta izquierda.

Y lo ha seguido manteniendo hasta los últimos días de su vida frente al populismo rampante de toda democracia que no reconozca la alternancia en el poder y el derecho de los ciudadanos a convertir con su voto las minorías en mayorías.

Hoy, cuando parece que Carl Schmitt ha vuelto a Europa, este libro de Elías Díaz es de obligada lectura para los defensores de la democracia representativa.

Reconstruir la razón suponía para Elías Díaz también volver a poner sobre sus raíles democráticos al socialismo español, con sus trabajos Legalidad y legitimidad en el socialismo y Socialismo en España. El partido y el Estado

"El anclaje en la Constitución, el imperio de la ley, la defensa de los derechos humanos y el compromiso con la democracia parlamentaria se convirtieron, gracias a él, en las señas de identidad del PSOE"

Estas obras y multitud de artículos al respecto han sido capitales en la historia del socialismo español en los últimos cuarenta años. Su producción teórica, junto con la de su amigo Gregorio Peces-Barba, ha colaborado activamente a que el PSOE superara la mitificación del largocaballerismo, a recuperar la versión más socialdemócrata de su historia (Fernando de los Ríos) y a interiorizar en el PSOE, poco a poco, un claro discurso y compromiso con la democracia y el Estado de derecho. 

El anclaje en la Constitución, el imperio de la ley, la defensa de los derechos humanos y el compromiso con la democracia parlamentaria se convirtieron, gracias a su magisterio, en las señas de identidad de aquel PSOE que, bajo la dirección de Felipe González y de Alfonso Guerra, se rehízo a sí mismo a partir de Suresnes como un partido socialdemócrata. 

Elías Díaz ha sido en España lo que su amigo Norberto Bobbio fue en Italia: el maestro.

Quienes tuvimos la suerte de tratarle durante cincuenta y cuatro años junto con la inseparable Maite bien en Madrid, en Asturias o en las últimas e inolvidables excursiones a Toledo hemos perdido un queridísimo e irremplazable amigo con el que dialogar y seguir aprendiendo. 

Pero nos queda su obra a la que podemos acudir siempre que, como es el caso, sintamos inquietantes temblores en nuestro suelo institucional. 

Adiós, maestro y amigo. 

*** Virgilio Zapatero es rector emérito de la Universidad de Alcalá.