Este año sí. Como el turrón, “volvemos a casa por navidad”. Después del intento fallido del año pasado, estas navidades todo volvería a ser como antes. Hace más de un mes que había ido a comprar todos los adornos navideños disponibles, y mi casa deja a la de Papá Noel a la altura del betún. Tengo de todo: belén, árbol, guirnaldas, corona en la puerta, renos, dos caganer, un Olentzero y un tió, dos bandejas de turrones y peladillas, un bol de fruta escarchada y dos cajas de sidra, de la “famosa en el mundo entero”. No me falta de nada.
Pero el otro día, nos llega la noticia de una nueva amenaza que parece sacada de Pesadilla antes de Navidad. Además, se parece sospechosamente a la lotería, porque si pasas por el bar del pueblo a tomar café, te puede tocar. Que toca cena con los del trabajo, también te puede tocar. Comilona con los amigos del instituto, ¿y si toca? El chiringuito de Estepona donde veraneas, pues allí también puede tocar. Y es que la suerte es de todos.
Este año ya no será Justino, el vigilante de la fábrica de maniquíes El Pilar. El que reparte la suerte se llama NU, y su apellido Omicron. Pero os digo una cosa, yo esta vez no quiero que me toque ni el reintegro. Y como se alargue hasta Reyes, prefiero que me caiga carbón.
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Detrás de esta viñeta están Benjamín y Mercedes. Son padre e hija. Benjamín dirige el estudio Arquitectos San Lorenzo 8. Mercedes, diseñadora gráfica, trabaja en Brava Producciones. El texto queda a cargo de Paula, la hija mayor, que se dedica a la seguridad alimentaria. La idea de cada semana: un asunto de familia.