Entre la guerra de Ucrania, el Sáhara y el colapso económico por la huelga de transportistas, el Covid-19 parece haber pasado a la historia. En este contexto, se ha tomado la decisión de eliminar los aislamientos de los casos leves y asintomáticos y las cuarentenas de sus contactos.
Pero prescindir de golpe de las cuarentenas de los positivos asintomáticos y sobre todo de los test de detección del virus cuando la incidencia sigue rozando los 400, sin consenso científico, tiene visos temerarios. ¿Está el Gobierno seguro del paso que está tomando?
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Para Joan Carles March, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública: "Es una decisión precipitada, tenemos una incidencia acumulada aún muy alta". Otro de los argumentos contrarios a esta estrategia defiende que los asintomáticos, pese a no sufrir la enfermedad, pueden contagiar a otras personas, por lo que deberían guardar cuarentena para que no se propague el virus.
¿Considera precipitada la decisión del Gobierno? ¿Es momento de cambiar las formas de analizar los contagios o valorar las decisiones a partir de ellos? ¿Constituye esta nueva decisión un riesgo de cara al fin de la pandemia, o es el momento de dar un paso hacia delante en términos de restricciones?