Periodismo indomable

El Español, periodismo contra los extremos

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Decía Unamuno que no quería que su pensamiento fuera "un charco de aguas estancadas" sino "un río de aguas corrientes y vivas". Y remataba: "Un río cualquiera tiene fisonomía propia, carácter propio, propia acción, y, sin embargo, es mucho menos consecuente que un pantano".

EL ESPAÑOL aspira a ser cada día un río, con sus rápidos y sus cascadas, con sus remansos y sus afluentes. Porque el ajetreo intelectual ayuda a descubrir diferentes puntos de vista, y de esta manera nos acerca a los otros, nos humaniza y hace mejores. 

Quien se aproxime a esta orilla de internet buscando una plácida alberca, sin corrientes ni recodos, muy probablemente quedará defraudado. Las viñetas de Tomás Serrano que salpican estos párrafos son una piedra de toque.

TS

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En una época en que los populismos llevan en su paleta sólo el blanco y el negro, prometen revoluciones y exigen cambios radicales, casi resulta subversivo defender las bases de la modernidad que tanto ha costado alcanzar: Justicia independiente, Administración neutral, tolerancia religiosa, libertad académica y de investigación, libertad de prensa y protección de la propiedad privada. 

Esos mandamientos de la Democracia nos comprometimos a defenderlos en nuestras Obsesiones, pero además intentamos impulsar las medidas para mejorarla, sin radicalismos ni enmiendas a la totalidad. 

El periodismo tiene entre sus responsabilidades contribuir a crear una sociedad mejor y favorecer un clima de tolerancia.  

Como bien recuerda el pensador francés Philippe Nemo, sabemos que determinadas alternativas a la democracia liberal que hoy se auspician irresponsablemente desde el sectarismo desembocan en un callejón sin salida.

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En el siglo pasado, persiguiendo utopías, la derecha engendró el fascismo y la izquierda el comunismo. "En el horror humano y el fracaso en la práctica de estos regímenes totalitarios quedó clara su profunda similitud: ambos eran incapaces de gestionar el orden social complejo de las sociedades modernas", escribe Nemo.

Aristóteles acuñó para la Historia la máxima "lo mejor es la medida" (métron áriston), que viene a decir que la virtud es un término medio entre extremos nocivos. En el periódico la tenemos interiorizada. Nos preocupan la polarización y el consecuente deterioro de la convivencia.

Sería un error confundir mesura y conservadurismo. El conservador tiene miedo al cambio y reacciona a la defensiva. Por decirlo a la manera de Hayek, "su triste sino es ir a remolque de los acontecimientos". Al liberal, sin embargo, "le repugnan como al que más la quietud y la parálisis". 

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No somos escépticos, pero desconfiamos de quienes pregonan verdades absolutas y mantienen, por principio, posiciones irreductibles. Es imposible construir desde los extremos porque su solo intento supone marginar a una mayoría.

Como Unamuno, en EL ESPAÑOL preferimos el vértigo de los matices a la realidad caricaturizada; la riqueza de contrastes a los prejuicios y pensamientos enlatados.  No trabajamos de periodistas; somos periodistas y ponemos el periodismo en el centro. 

Si esta es tu filosofía, este es tu periódico. Hazte león.