Un hombre armado con cara de sorpresa al ver dos civiles entrando en la base de la Legión nos recibe. Las miradas extrañas de gente empuñando fusiles infunde miedo, a pesar de ir acompañados por un sargento y un alférez en todo momento. Nada más llegar abandonamos un coche utilitario para subir a un Santana Aníbal, desde luego más incómodo y ruidoso, además de un aspecto militar inconfundible.
Varias barreras después las miradas de desconfianza continúan, el vehículo empieza a recorrer los caminos del campo de tiro. El estruendo de la chapa, el motor y el aparataje de comunicación y soportes de armas hacecomunicación y soportes de armas hacen imposible oírse en el interior. El semiblindado al que seguimos nos lleva por sendas poco transitadas, se ven varios vehículos anfibios LAV a los alrededores, señales que indican prohibición a tanques y subimos por pendientes que la gran mayoría de coches no serían capaces.
Al abrir la caja se oye de fondo, "ahí está el Barret", el arma de mayor calibre y más potente a su disposición. Con una munición que casi no cabe en la mano, su uso está prohibido contra personas, es lo que se llama un rifle antimateria. Sus disparos pueden inhabilitar tanques y cada bala puede estar cerca de 1 kg de peso. Al grito de "va Barret" todos los presentes se equipan con auriculares de protección. Segundos después un disparo audible a kilómetros corta la respiración y una nube de polvo se levanta alrededor.
A lo largo del primer ejercicio de entrenamiento se puede ver la increíble precisión que tienen para abatir objetivos difícilmente visibles a simple vista, calculando humedad, el aire que pasa entre las lomas y hasta la rotación de la tierra si fuera necesario.