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Hay gente poliédrica. De esa que lo mismo sirve para un roto que para un descosido y con más aplicaciones que una navaja del Swiss Army. Luego está Irene Lozano (Madrid, 1971), elevando todo ello a una nueva dimensión. Lo mismo empieza en UPyD, que intenta entrar en Ciudadanos y acaba en las filas del PSOE. Lo mismo escribe a cuatro manos con el presidente del Gobierno su Manual de resistencia, que va pivotando por puestos relevantes. De ser secretaria de Estado para la España Global a presidir el Consejo Superior de Deportes. Y, de ahí, a candidata en las elecciones de la Comunidad de Madrid. Como este último movimiento ha quedado en nada tras el estrepitoso fracaso de Ángel Gabilondo frente a Isabel Díaz Ayuso, como no ha entrado en el Ejecutivo autonómico, lo ha dejado todo de nuevo. Y a buscar un nuevo puesto.
El nuevo puesto ya le ha llegado. El pasado 19 de noviembre Irene Lozano era ratificada como directora general de la Casa Árabe después de que el Gobierno, que tiene el control casi absoluto sobre la institución, propusiera su nombre. No había pasado ni una semana desde que renunció a su acta de diputada autonómica y muchos intuían que era porque le tenían algo guardado. Así, la persona que había estado saltando de puesto discrecional en puesto discrecional desde que Pedro Sánchez llegó a liderar el Ejecutivo en 2018, añadía un nuevo renglón a su abarrotado currículum.
El nombramiento se ha encontrado con el recelo de los trabajadores de la Casa Árabe, que ven cómo llevan cinco directores en 15 años; cómo Irene Lozano, a diferencia de su predecesor, el actual embajador de España en Irak, no tiene vinculación ni experiencia conocidas en el mundo árabe y que temen que el puesto se esté convirtiendo en una moneda de cambio para premiar a los amigos del gobierno de turno. Pero el asunto ni empieza ni acaba ahí, es de mayor calado y extensible a la llamada Red de Casas, así como a otros puestos de empresas públicas donde el Ejecutivo quita y pone a discreción. Es algo que le pasa a éste, pero también a los anteriores gobiernos.
Son nombramientos que, generalmente, pasan desapercibidos por lo poco conocido de la institución -en el caso de Lozano no hay siquiera una foto oficial del momento-. No son las empresas públicas tradicionales, como Correos, en las que ya hay costumbre de que cambie la dirección cada vez que muta el color del Gobierno. Además, son puestos de trabajo relativamente sencillos. Sin embargo, a pesar de su aparente pequeñez, estos nichos conforman una red de cargos asignados a dedo, pequeñas canonjías, en las que se suele situar a amigos del partido que reciben sueldos que rondan los 100.000 euros anuales. Y en los últimos meses hay mucho movimiento en ese sentido.
Por ejemplo, el pasado 25 de noviembre, el Gobierno colocó a Andrés Perelló, cercano a la dirección del PSOE, como director general de la Casa Mediterráneo, con sede en Alicante. Lo hizo tras sacarle de su puesto de embajador de España ante la Unesco para hacerle hueco ahí, en París, al que fue ministro de Cultura hasta la remodelación del Consejo de Ministros del pasado verano, José Manuel Rodríguez Uribes. La polémica ha sido tal que la Diputación de Alicante ha amenazado con salirse del consejo rector de Casa Mediterráneo, y recuerda todo ello también a cuando Iván Redondo, entonces todopoderoso jefe de Gabinete del presidente, intentó colocar el año pasado a un amigo suyo, Borja Cabezón, al frente de la Casa América.
Acaba de pasar también, hace relativamente poco, en el Hipódromo de La Zarzuela. Tras la defenestración de Iván Redondo, el que era su número dos, Paco Salazar -una de las mejores cabezas del PSOE y gran estratega político-, ha caído este verano en la presidencia de la institución. Por ello recibirá aproximadamente 116.000 euros de salario bruto anual. Más allá de sus capacidades, Salazar puso su coche para que el ahora presidente recorriera Andalucía en su reconquista de la secretaría general del partido en 2017. EL ESPAÑOL | Porfolio radiografía ahora esos pequeños puestos que, muchas veces, pasan desapercibidos y que estos días se encuentran en el centro de las polémicas.
Casa Árabe, sin experiencia
Podría decirse que Pedro Martínez-Avial tenía experiencia en lo suyo. Este diplomático de carrera había pasado por numerosas embajadas españolas por el mundo, había estado en cargos del Ministerio de Exteriores durante varios años y tenía la experiencia de haber sido subdirector general del Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, subdirector general de cooperación con los Países Árabes y Mediterráneos en la Agencia Española de Cooperación (AECID) y otros. En 2017, durante el Gobierno de Mariano Rajoy, le nombraron director general de la Casa Árabe y aquello no llamó la atención de nadie. Sin embargo, el pasado mes de julio fue devuelto a la embajada en Irak, donde ya había estado y el puesto en Madrid quedó vacante unos meses. Ahí empezaron las cábalas.
En el otro lado de la esfera política, la sempiterna bien posicionada Irene Lozano dejaba su acta de diputada en la Asamblea de Madrid el pasado 15 de noviembre y no anunciaba para qué. Con el historial de cargos que tiene a sus espaldas, las sospechas en este caso iban dirigidas a que en algún sitio acabaría recalando. El 19 del mismo mes, apenas cuatro días después, se producía la cuadratura del círculo: Martínez-Avial a la embajada de Irak, y Lozano a dirigir la Casa Árabe. Entre los trabajadores de la institución no ha sentado bien, ya que tanto movimiento de sillas complica la gestión diaria y prefieren a alguien que se maneje bien y se desviva por el proyecto.
Y es que son los propios estatutos los que dicen que los directores generales han de ser "personas o especialistas de reconocido prestigio en el ámbito del mundo árabe". A la nueva directora general no se le conoce vinculación alguna con el tema. Esta revista se ha puesto en contacto con Lozano, pero ha rechazado hacer declaraciones al respecto.
Que se sepa, carece de experiencia. Aunque algo así no es nuevo para ella. Licenciada en Lingüística y diplomada en Filosofía, Lozano empezó su trayectoria en la prensa y saltó a la política como diputada de UPyD. Fichaje personal de Pedro Sánchez en 2015, no ocupó ningún cargo de relevancia hasta que él llegó a la Presidencia del Gobierno. La hizo secretaria de Estado de la España Global, la antigua Marca España, de 2018 a 2020. Luego, sin vinculación alguna con el mundo del deporte, la nombraron presidenta del Consejo Superior de Deportes, algo que generó numerosas polémicas durante su desempeño del cargo. Tras un salto fallido a la política madrileña, ahora vuelve a un cargo designado a dedo en la Casa Árabe.
"Por lo menos Lozano ha tenido responsabilidades de gestión y ha estado representando a instituciones"
La Casa es un centro estratégico en las relaciones de España con el mundo árabe, por eso sus directores generales suelen ser diplomáticos y por eso está regida por un consorcio integrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que se sienta en su consejo rector junto a la AECID, la Junta de Andalucía, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid y el Ayuntamiento de Córdoba, donde tiene otra sede. Estos, a su vez, forman parte del consejo rector que elige al director o directora general mediante un acuerdo mayoritario de sus miembros.
Fuentes internas del Partido Popular con presencia en la toma de decisiones de la institución confirman a esta revista que no han dado la batalla contra el nombramiento de Irene Lozano porque, por lo menos, tiene experiencia gestionando instituciones como el Consejo Superior de Deportes. También pesa en la balanza que el candidato lo propone el Ministerio de Asuntos Exteriores y los demás sólo votan, con el PP representado en minoría. Sin embargo, no ha gustado nada en el partido, porque consideran que se trata de otro movimiento para colocar a amigos y se ha registrado una pregunta en el Congreso de los Diputados en la que se pide al Ejecutivo que explique a qué características responde su idoneidad para el cargo. Aparte de que su biografía de Twitter ahora también está en árabe, poco más se sabe.
Por este nuevo cargo, Irene Lozano recibirá un salario nada desdeñable. Aún no se sabe la cifra exacta, ya que estos puestos reciben gran parte de la retribución en forma de pluses de productividad. Pero que Pedro Martínez-Avial cobrase 95.371,73 euros en 2019 sienta un precedente que da pistas. En todo caso, él es funcionario con mucha antigüedad y cobra por trienios. Al no serlo Lozano, su salario debería de ser más bajo y la comparación con otros directores generales similares indica que rondará, en todo caso, los 90.000 euros brutos anuales. Se trata de una cifra lejana a los 114.999 que cobró en 2019 como secretaria de Estado, pero mucho mayor que los 50.000 que estaba cobrando en la Asamblea madrileña, su puesto anterior, en el que no duró ni un año.
Casa del Mediterráneo
"Nos da la sensación de que le estaban guardando el puesto", comenta una fuente que ha pedido permanecer en el anonimato, pero que conoce bien el funcionamiento interno de la Casa Mediterráneo, con sede en Alicante. "Nos hemos tirado 18 meses aquí sin director, con los secretarios generales dirigiendo de forma interina", añade. "Qué casualidad, lo sacan de la UNESCO y un mes después lo traen a la Casa. Además, su nombramiento fue rapidísimo, convocado de forma urgente. Y mira tú qué casualidad que, justo después de nombrarle, la Generalitat Valenciana, regida por su compañero y amigo Ximo Puig, decide celebrar en la Casa el acto por la Constitución, algo que siempre se había hecho en un teatro de Alicante. Él, por supuesto, estuvo todo el rato en primera fila", apuntala con sorna.
Esta persona que habla se refiere a lo que ha pasado con Andrés Perelló (Buñol, 1957). Este histórico político socialista valenciano fue nombrado en 2018 embajador delegado permanente de España ante la Unesco. Pero el cargo tiene una caducidad de dos años y ha ido a parar a otro descolgado, el exministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, que se quedó sin su trabajo en el Gobierno tras la crisis de este verano y ha preferido seguir la vía institucional que volver a su empleo de profesor titular de universidad. Por el otro lado, y como Perelló guarda una excelente relación con el Ejecutivo, en un movimiento similar al de Irene Lozano, poco tardaron en buscarle un nuevo puesto: en septiembre se mudó a Alicante y en noviembre le nombraban director general de Casa Mediterráneo.
Tras una larga carrera en la política valenciana, desde alcalde en su pueblo -Buñol- hasta diputado en las Cortes regionales, Perelló entró en el comité federal del PSOE en 2004. También ha sido senador y europarlamentario, pero el cargo que más le ha acercado a Pedro Sánchez fue el de secretario de Justicia, Libertades y Nuevos Derechos del partido, es decir, el encargado de los temas de Memoria Histórica que se han traducido en victorias políticas tan rotundas para los socialistas como la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Ahora pasará a cobrar 85.000 euros brutos anuales, aunque la cifra podría acabar siendo mayor.
Con su nombramiento se ha vuelto a romper la tradición de colocar al frente de la institución a un funcionario del cuerpo diplomático. Su antecesor, Javier Hergueta, asumió el cargo dejando su puesto de embajador en El Congo y ahora ha ido a parar al frente de la delegación en Turquía. Cambiar un perfil así por otro como el de Perelló, ha provocado numerosos roces en la política regional de la Comunidad Valenciana. Su nombramiento ha contado con el voto favorable, en el consejo rector, de los tres representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores, los tres de la Casa Mediterráneo y el de la Generalitat Valenciana. El Ayuntamiento de Benidorm y la Diputación de Alicante, bajo el control del PP, han votado que no y el Ayuntamiento de Alicante, también popular, se ha abstenido.
"Nosotros nos estamos planteando salir de Casa Mediterráneo", comenta a esta revista una fuente de la Diputación. "Pagamos religiosamente todos los años 40.000 euros por ser Vos quien sois, pero ya vimos que en la época de Yolanda Parrado, una directora general del PSOE que entró cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero, la Casa Mediterráneo se convirtió en una sede más del partido y ahora tememos que pase lo mismo", añade. "Y no es una cuestión de ideologías. Sino de que hay una tradición de nombrar a personas del Cuerpo Diplomático y al anterior, a Hergueta, lo aplaudieron a izquierda y derecha cuando se fue", asegura.
De África a América
La polémica suscitada por el nombramiento de Irene Lozano al frente de la Casa Árabe remueve viejos fantasmas de estos cargos que suelen pasar desapercibidos, pero que reciben altos sueldos. Ella no pertenece al cuerpo diplomático que suele regentar las instituciones que forman la Red de Casas, como tampoco lo hace Andrés Perelló. Pero ellos no son los primeros en esta excepción. Está también el caso de José Segura Clavell en la Casa África.
José Segura Clavell (Barcelona, 1944) fue nombrado en marzo de 2019, unos meses después de que Pedro Sánchez asumiera el poder tras la moción de censura, sustituyendo al frente de la institución a Luis Padrón López. Este último, antes de llegar ahí, había sido director general y luego secretario general de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas -actualmente Gran Canaria-. El cargo le había dado una amplia experiencia en el comercio internacional, especialmente en relación con los países de África Occidental. Además, fue asesor para el Banco Mundial de un programa en Cabo Verde.
Clavell, en cambio, ha tenido una vida más política que técnica. Afiliado al PSOE desde los años 70, incluso en la clandestinidad, este profesor universitario de Termodinámica ahora jubilado ha ido ocupando gran parte de los cargos que han estado a su disposición. Ha sido consejero y presidente del Cabildo de Tenerife, alcalde de San Cristóbal de La Laguna, senador y diputado en el Congreso hasta 2016. Tras retirarse, se dedicó a escribir libros como El fracaso de la Reforma Eléctrica del PP y su repercusión en Canarias. Hasta que llegó a su trabajo actual en la Casa África, labor por la que cobró 91.154,98 euros el año pasado.
Así, Lozano, Perelló y Clavell forman en la actualidad el trío de directores generales de la Red de Casas que no son funcionarios. Pero pudieron ser más. No fue nada pequeña la polémica que se generó a finales del año pasado y principios de este en torno a la posibilidad de que Borja Cabezón (Madrid, 1980) acabara al frente de Casa América, si acaso la institución más importante de todas. Cabezón, del PSOE de Madrid, estuvo en la Moncloa como director general de Asuntos Nacionales de la Presidencia del Gobierno desde 2018 hasta abril de 2019, cuando volvió a la Asamblea de Madrid.
Una de las cosas que más daño hizo fue el hecho de que era amigo personal de Iván Redondo. Ambos se habían conocido en 2015, cuando Redondo preparó a Cabezón en su candidatura para la Alcaldía de Majadahonda y luego se lo llevó a la Moncloa. Después, en 2019, lo metieron en las listas autonómicas del PSOE de Madrid, cuando Ángel Gabilondo parecía que tenía posibilidades de ser presidente regional. Como no lo consiguió, se puso a buscar un puesto mejor, hasta que salió la opción de dirigir Casa América. El puesto estaba remunerado con 90.000 euros brutos anuales.
El caso de Cabezón es prácticamente idéntico al de Irene Lozano. Ambos han contado con el beneplácito de Moncloa, lo que les ha asegurado sus primeros trabajos bajo el ala del Gobierno -él ante Iván Redondo y ella como secretaria de Estado y presidenta del Consejo Superior de Deportes-. Los dos intentaron, él en 2019 y ella en 2021, dar el salto a la política madrileña y ocupar un buen puesto en un posible gobierno de Ángel Gabilondo. Como este extremo nunca se ha producido -por culpa, habría que decirlo, de Isabel Díaz Ayuso-, renunciaron a su acta de diputado autonómico sin decir a dónde iban a parar y sus siempre protectores les abrieron las puertas de la Casa América, primero, y la Casa Árabe, después.
Pero la suerte de Irene Lozano ha sido mejor que la de Cabezón. "Ya no es sólo la tradición de que al frente de Casa América haya un diplomático, es que viendo su currículum y su perfil, para un puesto de suma importancia, generó mucho malestar", comenta una fuente del PP madrileño. Y los populares dieron la guerra rechazando su candidatura hasta en cinco votaciones del consejo rector que se fueron sucediendo a lo largo de este año. "Menos mal que el nuevo ministro en Asuntos Exteriores lo entendió como un planteamiento razonable y se ha desbloqueado la situación", añade.
Así, el pasado mes de julio, con José Manuel Albares ya al frente de la cartera, el Ministerio proponía a Enrique Ojeda Vila para ser director general de la Casa América y logró el consenso que hacía falta para salir adelante. A fin de cuentas, Ojeda era, en el momento de su nombramiento, embajador en Chile y lo había sido en Bolivia y El Salvador, además de haber pasado por otras embajadas como la de Guatemala. Cuenta con 27 años de carrera diplomática dedicada, casi en su totalidad, a Iberoamérica. ¿Y por qué no han buscado un perfil similar para Casa Árabe? "Por lo menos Lozano tiene más trayectoria que Cabezón. Ha sido secretaria de Estado y ha sido presidenta del Consejo Superior de Deportes. Al menos ha tenido responsabilidades de gestión y ha estado representando a instituciones importantes", añade la fuente.
Los caballos y el tabaco
Estos movimientos de personas afines a la Moncloa que recalan en puestos de relevancia no se acaban con el caso de Irene Lozano ni con la situación actual de la Red de Casas. Hay más puestos así, cargos que pasan desapercibidos, pero que suponen verdaderas canonjías que reportan cuantiosos beneficios sin tener que rendir cuentas como se haría en una empresa privada. Uno de los más llamativos, que también ha tenido movimiento últimamente, es el del Hipódromo de La Zarzuela.
Hasta este verano, el presidente del mismo era Álvaro Gutiérrez de la Fuente. Llegó como una colocación más, en octubre de 2018, a poco de que Sánchez aterrizara en el Gobierno. Sin embargo, no causó polémica porque es un profundo conocedor del sector hípico. Además de su experiencia en distintas empresas, es criador y propietario de caballos de carreras, fue miembro de la junta de la asociación de propietarios durante casi 10 años y fue el impulsor del Spanish Racing Club, el primer sindicato profesional de propietarios de caballos.
Este verano fue relegado, y de presidente pasó a director general. La presidencia ahora está ocupada por Francisco José Salazar Rodríguez, Paco Salazar (Montellano, Sevilla, 1968), quien fue número dos de Iván Redondo hasta la caída de éste. Tras ocupar muchos cargos en el PSOE andaluz -donde trabajó un tiempo en el Gran Hipódromo Andaluz como técnico-, el verdadero impulso de Salazar llegó cuando entró en la órbita de Pedro Sánchez.
Ambos se conocieron en la etapa de Zapatero al frente del partido, pero su relación se estrechó cuando defenestraron a Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE. Salazar se alió con él y le puso el coche para recorrer los municipios andaluces de cara a las primarias en las que desbancaría a Susana Díaz. Después, Sánchez le encargaría diseñar el nuevo PSOE andaluz, se lo llevó a la Moncloa como director adjunto del Gabinete de la Presidencia, junto a Iván Redondo y Salazar participó en momentos políticos tan importantes como el envío del otrora ministro de Sanidad Salvador Illa a arrasar en las elecciones catalanas.
Con la crisis de gobierno del pasado mes de julio y la destitución de Iván Redondo, Salazar se quedó descolgado porque ya no pertenecía al equipo del nuevo jefe de Gabinete, Óscar López. No pasó nada. El mismo mes, el 23 de julio, el amigo del presidente encontraba acomodo en su nuevo puesto: la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales le proponía para el cargo, la junta de accionistas le nombraba consejero y el consejo de administración le designaba presidente. Rápido y sencillo. Por ello cobrará aproximadamente 116.886,34 euros brutos al año, que fue el salario de su predecesor en 2019.
Y es que cada vez que cambia lo más mínimo el Ejecutivo, se produce este baile de sillas. Ya pasó cuando Sánchez entró en 2018, cuando dejó de gobernar en soledad y pasó a hacerlo en coalición y ha vuelto a pasar este verano con los cambios en los ministerios. Hay muchos de estos cargos-premio. El último runrún es que podría pasar próximamente en Cetarsa, la Compañía Española de Tabaco en Rama, una empresa estatal dedicada a la producción agrícola del tabaco.
Al frente de la misma está Juan Andrés Tovar (Casar, 1955), que llegó a la presidencia de Cetarsa en julio de 2018, justo después del cambio de Gobierno. Cacereño de origen -la mayor parte de la plantación de tabaco se produce en Extremadura- está afiliado al PSOE desde los 22 años y su primer cargo fue a los 24, como concejal en Casar (Cáceres). No tiene estudios superiores y lleva más de 40 años cobrando sueldos públicos, ya que ha sido senador, alcalde, presidente de la diputación y ha estado al frente de otras empresas públicas extremeñas.
El año pasado cobró por su trabajo 172.544,96 euros brutos anuales. Se trata del sueldo más alto para el presidente de la empresa desde 2014, que estaba en 159.000, y que es la primera fecha disponible en el portal de Transparencia de Cetarsa, cuando la empresa estaba bajo el mando de Javier Gómez Darmendrail, de la órbita del Partido Popular.
Esa gran retribución se produjo a pesar de que se trató de un año de pandemia mundial, con la mayoría de empresas cayendo en picado, y con un cultivo, el del tabaco, que según el propio Ministerio de Agricultura es "de poca relevancia a nivel nacional" aunque "de gran importancia socioeconómica en las comarcas en las que se concentra". De hecho, según los últimos datos del Ministerio, la producción de tabaco a la que se dedica Cetarsa supuso el 0,15% de la producción de la rama agraria y el 0,26% de la producción vegetal en España.
Eso no impide, de todas formas, que el puesto sea apreciado en este juego de sillas. Y así están en Cetarsa, a la espera de ver qué pasa, si el sillón cambia de nuevo. Igual que estuvieron esperando en Casa Mediterráneo con directores interinos, igual que estuvieron en Casa América aguardando a que el nombramiento se desbloqueara. O como en la Casa Árabe, que va cambiando de director en director y aguardan a ver qué sucede con Irene Lozano. ¿Durará?