El estado natural del cielo en Eindhoven (Holanda) es gris, frío, húmedo, casi melancólico. A veces el sol intenta salir, pero la mayor parte del tiempo es la lluvia la que consigue vencer. Sin embargo, cuando en la desigual lucha un mínimo rayo penetra el alambicado sistema de nubes, la luz consigue agitar al máximo la vida de cualquier rincón, de cualquier casa, atravesando los grandes ventanales, patios y terrazas que duermen entreverados en un país poco acostumbrado al calor. Una agitación parecida, pero en las penumbras burocráticas, fue la que provocó la increíble hazaña de nuestra heroína (un "nuestra" más patriótico que nunca): la abogada española hija de inmigrantes Eva González Pérez (48 años) que ha derrotado al Estado holandés desde el despacho de su casa.
Ella y sus 42 clientes, el llamado grupo Hawái, han conseguido que el Gobierno holandés dimitiera en bloque y se investigue un sistema burocrático nuboso y muy gris a base de rayos de esperanza que han destapado la discriminación sistemática que la Hacienda Pública holandesa infligía a familias de inmigrantes (en 2021 un 25,2% de la población) en el escándalo de las "ayudas familiares".
El Gobierno holandés, con Mark Rutte a la cabeza, presentó su renuncia el pasado 15 de enero tras constatarse que la Agencia Tributaria había tratado "sesgadamente" a más de 26.000 familias (hoy llegan a 50.000 las afectadas), incluidas las 42 del grupo Hawái de Eva, reclamándoles hasta 100.000 euros de las ayudas recibidas para el pago de guarderías durante varios años simplemente por ser inmigrantes. Holanda sólo había vivido una dimisión igual en dos ocasiones antes.
Más de un año después, el 30 de mayo de 2022, ha sido el nuevo Gobierno de centroderecha el que ha reconocido por primera vez que la Agencia Tributaria holandesa actuó con racismo institucional ya que discriminaba a las familias cuyos apellidos o aspecto sonaran a origen extranjero.
"En España no creo que hubiera dimitido nadie por algo así", asegura Eva González a EL ESPAÑOL | Porfolio sentada en una pequeña sillita de Nuna, la guardería de Eindhoven propiedad de su marido Ahmet, uno de los lugares donde se destapó todo el caso. Donde empieza a salir el sol en toda esta historia y donde se dieron cuenta de que sólo le estaban reclamando la devolución de estas ayudas a familias de origen turco y marroquí.
Mientras los niños corren de un lado para otro saludándola con una gran sonrisa, ella confiesa que lo que hizo Rutte, de nuevo primer ministro, fue más una jugada de trileros que una asunción real de responsabilidades. Sólo un ministro y un secretario no han vuelto a la primera línea.
"Fue una dimisión inteligente porque si no, hubieran sufrido una moción de censura. Yo me quedé igual porque mi lucha es contra la gente de Hacienda y si no los cambian a ellos, aunque cambie el Gobierno, todo seguirá igual".
Serie y documental
Lo que sí está claro es que la vida de Eva González Pérez en los últimos cinco años bien parece más sacada de una superproducción de Hollywood (véase Legítima defensa, Informe Pelícano o Erin Brockovich; pero sin Julia Roberts, eso sí) que del día a día de una abogada de oficio en Holanda con 20 años de experiencia.
Por eso, no es de extrañar que la productora española Fremantle prepare ya un documental sobre su gesta y hasta una serie de ficción, en colaboración con la televisión holandesa RTL, para contar la victoria de una pequeña David frente a todo un Goliath. "A ver a quién ponen de protagonista. Tiene que ser una mujer que cumpla la regla del diez: 10 años más joven que yo, 10 centímetros más alta y 10 kilos menos", bromea esta española que se ríe con la calma de quien está en paz consigo misma.
La productora española Fremantle prepara un documental sobre su gesta y una serie junto a la cadena RTL
Eva González es extremeña, de nacimiento y de devoción. Bajita. Morena. Y con el calor clavado en los ojos oscuros que miran al horizonte mientras su cabeza trabaja sin parar. Es más de soñar que de dormir: "Me acuesto a las 12 o la 1 de la madrugada y me levanto a las 6 de la mañana".
El teléfono le suena cada dos por tres en la enorme cocina de su casa, situada en un barrio residencial de Eindhoven, donde nada, ni una cuchara ni un vaso, se atreven a estar fuera de su lugar.
Algunas llamadas son de políticos que le piden consejo, otras de afectados que reclaman su ayuda, su madre desde Extremadura, abogados... el WhatsApp echa humo junto a una cocina de cuatro fuegos, una parrilla y dos hornos que desvela otra de sus aficiones: ser chef.
"Mis hijos dicen que siempre me llaman cuando hay que recoger la mesa, y que así me libro; pero la verdad es que suena a todas horas", se lamenta.
Mientras cuenta lo que ha conseguido ya sentada en el salón de su casa, donde ha invitado a esta revista, se puede entrever que a ella le gusta el orden, el derecho y la verdad como pocas cosas en la vida. Bueno, lo del orden y la limpieza, aunque no lo sepa o quizás no lo reconozca, lo heredó de su madre, Carmen la Melones, que tuvo que dejar hace 50 años a su familia en San Martín de Trevejo (Cáceres), para seguir al amor de su vida hasta un punto perdido de Europa al que habían llegado casi por casualidad.
"Mi padre, Santiago, vino a Holanda en 1972 como muchos españoles buscando una vida mejor. Eligió Eindhoven casi al azar, colocando un dedo sobre el mapa al tuntún, porque mi tío estaba en Suiza. Aquí empezó a trabajar en Philips y mi madre vino más tarde, en 1973".
¿Cuándo te diste cuenta de que eras una española en Holanda? "Yo nunca", contesta veloz. Y eso que muchas de sus amigas de siempre son lo que Eva llama "como yo", españolas viviendo en Holanda que se reunían en el Centro Español de Eindhoven para hacer comunidad. En 2015, en los Países Bajos había más de 40.000 originarios de nuestro país.
Expedientes marcados
¿Cuándo entró la palabra inmigrante en tu vocabulario? "Nunca me he sentido así porque aquí los españoles eran queridos. Es diferente si eras turco o marroquí", asegura consciente de lo que habla, pues lleva casada casi 20 años con un turco nacido en Holanda, Ahmet, al que conoció en el instituto, y sus dos hijos, Nuria (17 años) y Naim (13 años), tienen las tres nacionalidades: española, turca y holandesa.
"A los holandeses de origen se lo solucionaban en días y a los extranjeros nada y además les exigían devolver"
(Una anécdota que explica lo mágica que resulta nuestra heroína es que cuando buscaba un nombre para su hijo que sonara igual en Turquía que en España, surgió la primera edición de Operación Triunfo, de la que ella era muy fan y comprobó por Naim Torres que era un nombre bien escuchado en ambos países. "Es que me encantaba el programa. Lo veíamos siempre").
Los turcos son la población inmigrante más importante en Holanda (428.395 personas), de las cuales más de la mitad, el 52,6%, ya ha nacido en el país, es decir, es segunda generación, como Ahmet. Le siguen en número los inmigrantes marroquíes y los provenientes de Surinam, justo los tres grupos que conformaban principalmente las listas negras del escándalo de las ayudas para el cuidado de niños.
Con Ahmet, Eva no sólo ha aprendido lo duro que puede resultar algunas veces ser extranjero en Holanda, sino que él fue la palanca inicial que hizo que esta abogada de oficio se haya convertido en la mayor amenaza para una maquinaria funcionarial que lleva años actuando con prejuicios.
"Yo tenía una agencia de nannies y una guardería a la que venían muchos niños con las ayudas del Estado. En 2010, el Gobierno cambió la ley para que si los dos padres trabajaban tuvieran una ayuda del 90% del coste de las guarderías o de las nannies con niños de 0 a 12 años. Sin embargo, en 2014, muchos de nuestros clientes recibieron una carta de repente en la que se les pedía de nuevo revisar la documentación. Se paralizaron las ayudas a muchas familias e incluso se les pidió que devolvieran, en pocas semanas, las que habían recibido los dos años anteriores. Algunos hasta 30.000 euros por ejercicio", narra Ahmet mientras el teléfono de Eva sigue sin parar de sonar.
Cuando Ahmet, licenciado en Económicas, empezó a recabar información de los clientes a quienes habían paralizado las ayudas se dio cuenta de que a los holandeses de origen les solucionaban los expedientes en días y a los extranjeros, de origen turco y marroquí, no sólo no se les resolvía nada sino que, además, les exigían devolver las ayudas de forma inmediata, en una ciudad donde el 37,5% de la población es de origen inmigrante.
Laurel y una parra
En la casa donde Eva creció en Eindhoven todavía se ve un laurel y una parra seca por encima de los muros que, durante muchos años, fueron la sombra cálida del recuerdo que hasta por el olfato los acercaba a sus raíces. "Plantábamos tomates en un huerto que estaba al fondo. Los de aquí no saben a nada. Ahora la hemos dejado porque mi madre se ha vuelto definitivamente a España".
Sus dos primeros años de vida, Eva los pasó "en uno de los pueblos más bonitos de España", no se cansa de repetir, con su abuela. No recuerda mucho de esos meses o, más bien, sus recuerdos se entremezclan con los siguientes veranos de primas, piscina y vecinas. O con las otras veces que ella y sus padres se subían al coche y se hacían las larguísimas 19 horas que separaban ambos mundos, ambos pueblos, ambas vidas, para volver al principio de todo.
"Recuerdo que cuando mis padres vinieron a por mí, con dos años, mi abuela contaba que yo le pedía que me escondiera de ese hombre con barba, que era mi padre", relata. Ahora "ese hombre con barba" le seca la boca cada vez que lo nombra, y le llena los ojos de unas lágrimas que no se atreven a salir. Hace casi dos años que murió, pero la melodía de una de las personas que más han influido en nuestra heroína sigue sonando en su casa gracias a la garganta de Chico, una cacatúa carolina que vive con ella desde que se casó, y que pasa de pecho en pecho por todos los miembros de la familia como si fuera uno más.
"Mi padre le enseñó canciones como Quinto Levanta y otros silbidos suyos y ahora, cuando lo oigo, parece que sigue aquí abajo, por mi casa", narra sin perder una sonrisa que ella dice que no enseña mucho pero que en realidad revela la capacidad de lucha de quien acaba de ser reconocida por la revista Opzij como "la más mujer más influyente de Holanda" por su "minuciosidad" y por "ser alguien que, independientemente de lo que se espere de ella, haber arrojado una gran piedra a un estanque social".
Garganta profunda
Son las tres de la tarde del 9 de diciembre y en Eindhoven la luz ya empieza a caer. Parece que el sol no puede ganar siempre. Eva asesora desde su ordenador a varios parlamentarios, vía WhatsApp, en el debate que se celebra en el Parlamento holandés esa tarde por la existencia de listas negras.
Encima de ella, en una repisa, esta extremeña muestra a Porfolio varios de los premios que ha ido recibiendo tanto en Holanda como en España y que reconocen su labor en la lucha por los derechos humanos y civiles. "Yo siempre supe que este caso iba a salir bien. Estaba claro que actuaban en contra de la ley, no podía salir mal".
Además del Derecho, Eva también tuvo de su lado a las "buenas personas" y algo de suerte para que su denuncia hiciera temblar a todo un Estado: primero por la decisión de un trabajador de Hacienda de convertirse en su garganta profunda y después por la idea de su marido de grabar una visita de un funcionario donde se leía claramente junto a sus clientes la nacionalidad de cada uno.
"Para mí, el garganta profunda es como un ángel. Estaba a punto de jubilarse y nos facilitó papeles porque pensaba que Hacienda estaba haciendo las cosas mal. Él es un héroe porque se ha atrevido a enfrentarse a un sistema injusto. El día que me mandó un WhatsApp diciéndome que le habían despedido, me quedé en shock. Contacté con todos los políticos que conocía y les advertí de que era imposible que lo despidieran. Hubo hasta un debate parlamentario, muy bonito, para devolverlo a su puesto", aclara esta extremeña.
La grabación de su marido fue una prueba clave en todo esta pelea contra la maquinaria estatal: "Son unas ayudas cuyos únicos requisitos eran que los dos padres trabajaran y el nivel de ingresos y sin embargo aparecía que eran turcos y marroquíes junto a sus nombres. Eso era una ilegalidad flagrante y el motivo de las listas negras", asegura Ahmet.
En cuanto llegó a casa tras verse con el funcionario y se lo contó a su mujer, Eva lo tuvo claro: había que poner una queja a la Agencia de Protección de Datos.
"Yo pensé que una queja no iba a arreglar nada, que era algo menor", asegura el marido de nuestra heroína, pero fue la muesca que rompe un cristal grueso y que ha acabado con una multa a Hacienda de 2,7 millones de euros y con papeles oficiales desvelados.
"Porque mi marido es turco"
La historia de cómo pelear, y ganar, por quienes menos tienen ha llegado hasta los colegios holandeses donde tuvieron que explicar lo que estaba ocurriendo para que el Gobierno dimitiera dos meses antes de las nuevas elecciones. "En clase hablaban de lo que había hecho la abogada Eva González y yo estaba callada hasta que al final dije: 'Es mi madre'. Y todos me miraban como ¡halaaaa! Estaba muy orgullosa", asegura su hija Nuria (17 años), a la que le queda un año para entrar en la universidad y casi se inclina más por los números de su padre que por las letras de su madre.
Pero en el caso que ha levantado las pesadas alfombras de la discriminación en todo un país, los números y las letras se mezclan casi a plomo en el sufrimiento de las familias afectadas. Cartas reclamándoles miles de euros. Expedientes que pedían más papeles. Llamadas que nadie respondía... Hubo familias que tuvieron que pedir dinero prestado, mudarse de casa e incluso dejar de estudiar o trabajar uno de los dos padres para poder cuidar de sus hijas porque no podían permitirse los 3.400 euros que cuesta la guardería por niño al mes, de media, en Holanda.
"Cuando los padres llamaban a Hacienda les decían que la culpa la teníamos en la agencia. Cuando llamábamos nosotros, nos decían que los clientes no habían presentado bien los papeles. Nos enfrentaban unos a otros. Fue muy duro porque había familias que no podían sobrevivir entre las deudas y el cuidado de los niños", relata Ahmet.
Eva siempre tuvo claro el caso: el derecho de esas familias se estaba vulnerando y no se paró a pensar si la lucha era contra Hacienda o contra todo un Estado. "Mi intención era coger dos o tres casos, pero acabaron siendo 42. Nunca quise coger más porque estos están muy bien documentados".
Los afectados le pagaron, en algunos casos, 600 euros como mucho por sus honorarios. "No podíamos pagar más y ella no nos pidió más", recuerda Leigh-Anne, una de las afectadas que recibe a EL ESPAÑOL | Porfolio en un impoluto salón con un árbol gigante de Navidad y una pared llena de las fotografías de sus tres hijas.
Leigh-Anne es mitad inglesa y mitad holandesa y una de las pocas "autóctonas" que ha sufrido el hachazo de la lista negra. "Es porque mi marido es turco. Yo estaba entonces estudiando International Business y Lenguas, por eso solicitamos la ayuda para la nanny. Cuando recibimos la carta, acabábamos de conseguir un gran piso, habíamos comprado todos los muebles y nos pedían devolver 21.000 euros en pocas semanas. Cambiamos de casa, vendimos todo y lo peor era que nos denegaban la siguiente ayuda... "
No puede evitar llorar cuando cuenta cómo les truncó la vida la decisión de Hacienda. Ella, que ahora está a punto de terminar Derecho, tuvo que dejar la universidad entonces: "No podía pagarla, además del tren y las niñas". Tiene registradas las decenas y decenas de llamadas que hacía, las horas de espera colgada para que le dijeran qué estaba mal, qué papel le faltaba... "Te sientes muy culpable porque crees que es cosa tuya y después de pagar la deuda a plazos había semanas que sólo teníamos 20 euros para sobrevivir".
A Leigh-Anne le han devuelto los 21.000 euros que pagó y está pendiente de la compensación que tiene que recibir por todo lo que el Estado les quitó al negarle las ayudas. "En su caso, me dieron hasta el listado de las veces que había llamado y no resolvían su caso porque estaba en esa lista negra a la que habían puesto a mis clientes: los Hawái".
Eva y el grupo Hawái no están solos. A cada grupo de inmigrantes que metían en la lista, "los malos de Hacienda", como explica Eva, les ponían el nombre de un lugar alejado. Eva se enteró de este sesgo oficial por un descuido, o quizá la ayuda de "uno de los buenos de Hacienda", después de que le enviaran por error un dosier de un funcionario con toda esa información.
"Era diciembre de 2016 y cuando me llegó ese dosier me quedé sorprendida, porque normalmente me llegaba uno pelado de datos. Ahí dejaban claro que colocaban a la gente en listas negras y que éramos Hawái. Seguro que fue un error".
Eva 'Robin Hood'
Eva también tuvo una nanny en Holanda. Sabe lo que es necesitar que alguien cuide de tus hijos y no todas sus experiencias fueron siempre buenas. Por eso, empatiza profundamente con lo que le ha ocurrido a estas familias: "Yo era una niña de la llave colgada al cuello. Iba a casa de la cuidadora hasta que mi madre volvía de trabajar. Por lo menos, estuve así hasta los 12 años. Ahora me gusta estar en casa cuando llegan los niños y cuando se marchan por la mañana ponerles las bicis".
"Eva fue casi como un ángel para nosotros, porque estábamos desesperados", asegura Leigh-Anne cuando puede recuperar el habla. Quizá por eso no olvida nunca ni su cumpleaños ni los días importantes y es la que encarga un ramo de flores en ocasiones para recordar su hazaña y su calor.
Pese a los premios y las grandes muestras de agradecimiento allá donde va, nuestra heroína resta importancia a todo lo que ha conseguido: "Es mi trabajo". Y hasta a su perseverancia: "Nunca pensé en abandonar, me tendría que haber abandonado a mí misma".
"Sí he recibido ofertas políticas tras el caso, pero yo soy abogada"
Ahmet también tiene su propia pelea judicial contra el Estado por la discriminación que sufrió su agencia. Ahora mismo está en la fase de si deciden indemnizarlo o van a juicio. Si el Estado perdiera en un juicio civil sentaría un precedente muy importante que puede ayudar también a los clientes de su mujer y al resto de afectados que cuentan con 220 abogados puestos por el Gobierno para llevarles su defensa.
"En el caso de mis 42 clientes hay una comisión que tiene que ajustar bien el perjuicio económico que han sufrido y si no sale adelante, también tendremos que ir a juicio por lo civil. Esa no es mi especialidad y ya he contactado con un abogado para que lo lleve conmigo", avanza Eva que insiste en que este caso no le ha cambiado ni un ápice su vida.
Bueno, lo que era difícil es que con la agitación que ha provocado su lucha en Eindhoven no fuera tentada por la política para cambiar la toga por el sillón del Parlamento en La Haya. "Sí he recibido ofertas políticas, pero yo soy abogada. Los grandes bufetes me mandan emails felicitándome pero yo tengo mi propio bufete, soy mi propio jefe, y no voy a cambiar a estas alturas".
La historia de Eva González recuerda mucho a la de un Robin Hood moderno que si ya no roba para los pobres al menos impide que roben a los pobres su dinero y sus derechos. "Robin Hood sería mucho. Yo vi cosas raras, pero me ha ayudado mucha gente por el camino: la prensa, que ha sido excepcional; los parlamentarios, que se han implicado hablando conmigo hasta las 3 o las 4 de la mañana; el señor de Hacienda que nos ayudaba...". Una buena banda contra un Estado forajido.
Las fechas claves del escándalo
2014. La Agencia Tributaria acusa a 26.000 familias de fraude en las ayudas de guardería. Entre ellas a 157 en Eindhoven.
2015. Eva González gana el primer juicio contra Hacienda. Hubo un segundo en 2017 que también ganó.
2016. El dueño de la guardería, Ahmet, marido de Eva, se reúne con un funcionario de Hacienda y ve que en la información sobre los afectados pone la nacionalidad: turca y marroquí.
Eva González presenta una queja ante la Agencia de Protección de Datos que acaba multando con 2,7 millones de euros a Hacienda.
2017. El Defensor del Pueblo holandés realiza un informe crítico con la situación.
2018. El Defensor del Niño emite una carta en la que advierte a Hacienda que está actuando mal contra los menores.
2019. El secretario de Estado de Finanzas, Menno Snel, presenta su renuncia tras superar una moción de censura, acosado por el caso.
2020. El ministro encarga una auditoría externa sobre Hacienda y un informe del Parlamento habla de "injusticia sin precedentes" contra los padres por el "trato institucionalmente sesgado".
Enero 2021. Dimite el Gobierno de Holanda, dos meses antes de las elecciones.
Mayo 2022. El Gobierno reconoce por primera vez que ha habido racismo institucional por parte de la Agencia Tributaria en la tramitación de ayudas.
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