Fue allá por 1974, poco después del famoso congreso de Suresnes, cuando el recién elegido secretario general del PSOE, Felipe González, fue detenido e interrogado por el jefe de la Brigada Político Social de entonces, Saturnino Yagüe. El comisario, sabiendo de la afición de González, le ofreció uno de sus puros. Pero éste lo rechazó. "No importa", dijo el oficial, "yo lo guardaré aquí para más adelante, porque llegará un día en el que usted se lo fumará. Y si no es usted, cualquiera de sus compañeros socialistas. Porque yo seguiré siendo funcionario del Estado cuando ganen ustedes y seguiré siéndolo cuando usted sea un personaje importante de este país".
Quién sabe si luego volvió a reclamárselo, pero este 2022 que entra se cumplirán 40 años desde que González se fumó su primer habano en su despacho de presidente del Gobierno en la Moncloa.
La anécdota se la contó el propio Felipe González (Sevilla, 1942) a la periodista Rosa Montero en la campaña previa a las elecciones generales de 1982 que le auparon al poder. Más allá del chascarrillo histórico, sirve a la perfección para esgrimir lo que era y lo que es. Porque ya no queda nada de eso. Ahora, González se ha convertido en el primer expresidente en haber cobrado más de dos millones de euros de la paga vitalicia que él mismo creó y que lleva disfrutando desde que abandonó la Moncloa en 1996, es el hombre que pivota por los consejos de administración de grandes empresas y la bestia negra del ala más a la izquierda de su partido…
Sin embargo, hay una serie de verdades absolutas que conforman la imagen de González en el imaginario colectivo, como que es el expresidente con más patrimonio o que vive de alquiler en un piso de su cuñado el empresario Pedro Trapote, que no son tal. Según ha podido comprobar EL ESPAÑOL | Porfolio, González sólo tiene a su nombre una finca familiar. Gran parte de sus inmuebles han desaparecido del mapa y los que le quedan los tiene diluidos en sociedades. Además, no hay rastro del piso de Trapote, pero sí de otros empresarios cuyo vínculo con el expresidente hasta ahora se desconocía.
Según los datos del Registro de la Propiedad a los que ha tenido acceso esta revista, Felipe González sólo es propietario de un terreno heredado en Dos Hermanas (Sevilla) junto a sus hermanas. Nada más. Su casa en Castellar de la Frontera ha desaparecido, al igual que su parte en la de Somosaguas. La famosa finca de 52 hectáreas que tiene en Cáceres, su segunda vivienda, figura en realidad bajo la sociedad Ialcon Consultoría, que es titular también de la vivienda en Pozuelo de Alarcón en la que reside su hija María.
Esta estructura, en la que mezcla viviendas de uso personal con sociedades, no se trata per se de una práctica ilegal, pero estaría incurriendo en irregularidades si dedujera gastos personales a través de la misma. Sería, en caso de hacerlo, algo similar a lo que le pasó a Màxim Huerta, ministro de Cultura que tuvo que dimitir en 2018 después de que se descubriera que había estado defraudando a Hacienda al camuflar gastos personales como gastos de la empresa con el objetivo de tributar menos.
"Cuando haces algo así, frecuentemente, es con el fin de llevar a cabo una planificación fiscal agresiva"
"Si las casas son para uso propio, no tiene ningún sentido una estructura como la que usa González, salvo aquellos casos en los que sea el vendedor el que ha impuesto la compra de una sociedad en lugar de la compra directa del inmueble", explica Javier Lucas, abogado experto en derecho tributario del despacho Ceca Magán. "Siempre le digo a mis clientes que lo que sea de uso personal esté a su nombre; porque, si un gasto es deducible, no necesitas una sociedad para poder deducirlo y, si no es deducible, el hecho de tener una sociedad no debería de cambiar nada. Sin entrar a valorar este caso concreto, cuando compras una vivienda de uso propio a través de una sociedad, frecuentemente es con el fin de llevar a cabo una planificación fiscal agresiva y, en caso de inspección de Hacienda, previsiblemente te van a levantar un acta que será difícil de defender. Porque normalmente la estructura carece de sentido", añade.
Y ese uso personal queda más que acreditado en el caso de Felipe González. Él y su mujer, Mar García-Vaquero, usan esa finca como segunda residencia desde que en 2012 se la vendió un amigo de ella. Ahí pasan los días que buscan alejarse de Madrid -ahí estuvieron gran parte de la cuarentena por la Covid-19-, tienen personas a su servicio que atienden a sus necesidades y él recibe a mandatarios y gente de influencia mientras desarrolla sus dos grandes pasiones en cuanto a ocio se refiere: la escultura y los bonsáis. Quién vio a Isidoro, su nombre en la clandestinidad, el militante de las chaquetas de pana, y quién ve al todopoderoso Felipe González que es 40 años después.
¿Dónde están las casas?
Fue el periodista Javier Chicote el último en entrar a indagar sobre las propiedades de Felipe González. Lo hizo en su libro Socialistas de élite, publicado en 2014, y contó entre sus páginas que el expresidente del Gobierno había salido perdiendo tras el fin de su matrimonio con Carmen Romero, la austera primera dama que le acompañó en la Moncloa y a quién acabó sustituyendo por Mar García-Vaquero. Romero y González liquidaron su sociedad de gananciales el 8 de marzo de 2010 y ella se quedó con la vivienda familiar que habían compartido en Pozuelo de Alarcón y con otra en Sotogrande. En el reparto, a él le correspondió la mayor parte de una casa en Somosaguas y otra entera en Castellar de la Frontera (Cádiz). Sin embargo, esas propiedades ya no son suyas.
En el año 1992 Felipe González seguía parte del aura de 1982, aunque ya empezando a estar salpicado por los escándalos en su partido y en el Gobierno. A pesar de ello, el PSOE había ganado tres elecciones que le habían mantenido en el poder durante 10 años y España se empezaba a parecer al país que quería ser, gracias a los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla y la modernización de sus estructuras con hitos como el AVE. Sin embargo, el entonces presidente sabía que el poder no era para siempre [saldría perdiendo frente a José María Aznar cuatro años después] y empezó a planear su futuro.
Después de haber probado la miel del Palacio de la Moncloa, González no iba a volver a vivir en su apartamento de tres habitaciones, situado en un undécimo piso de la calle del Pez Volador de Madrid, así que le compró unos terrenos en Somosaguas a su amigo Lucio Blázquez, dueño del mítico restaurante Casa Lucio. La finca constaba de dos parcelas de 500 metros cuadrados cada una y ahí acabó construyéndose una casa de 350 metros que ocupó al ser desalojado del poder, en 1996. Esa es la vivienda cuya mayor parte siguió conservando tras el divorcio con Carmen Romero. Sin embargo, según ha podido comprobar esta revista, ya se ha deshecho de ella.
Algo similar ha pasado con la vivienda en Castellar de la Frontera. Tras dejar la Presidencia, el Ayuntamiento de la localidad gaditana decidió regalar a González, en 1999 y de forma vitalicia, una vivienda municipal. El asunto venía de lejos, de cuando ejercía como abogado y ayudó al Consistorio a pleitear por la propiedad de dos fincas que eran del empresario José María Ruiz-Mateos. El juez falló a su favor en 1981 y González, ya secretario general del PSOE, rechazó cobrar su parte. En agradecimiento, la corporación municipal quiso cederle una vivienda en 1982; pero él, que estaba a las puertas del Ejecutivo, lo rechazó. Años más tarde, cuando ya había salido del Gobierno, el alcalde de Castellar volvió a ofrecérselo y esa vez dijo que sí.
El asunto trajo polémica. No sólo por el hecho de regalar viviendas públicas de manera arbitraria, sino porque cada vez que González visitaba la localidad se desataba el caos en el pequeño municipio (de 3.000 habitantes en la actualidad) y los vecinos tenían que convivir con inhibidores de señal, escoltas trajeados que decían "por esta calle ya no se pasa" y por medios de comunicación. Entonces, según han confirmado fuentes del Ayuntamiento a Porfolio, González decidió comprarse la vivienda. Luego, se la quedó en el divorcio de 2010. ¿Y ahora? Ahora ha desaparecido también, ya no es de su propiedad y no está del todo claro a quién le pertenece.
Tras perder misteriosamente esas propiedades, ahora al expresidente del Gobierno sólo le queda una parcela de terreno en Dos Hermanas. Se trata de una finca de uso rural llamada Los Palomitos, de una hectárea de extensión, que heredó en 1987 junto a sus tres hermanos -María Dolores, María del Pilar y Juan María- y cuya titularidad ahora comparten con los sobrinos del expresidente tras la muerte de Juan María en 2019. Ahí, en esa finca, empiezan y acaban todos los bienes inmuebles que Felipe González tiene a su nombre. Pero el exmandatario tiene un as en la manga, algún bien más, camuflado en las sociedades que ha erigido.
Casas en sociedades
En la mayoría de países, y España no es una excepción, ser expresidente del Gobierno es un negocio relativamente rentable. Cuando lo eres, todo el mundo quiere tu poder de influencia o tu red de contactos, tus palabras se revalorizan y empiezas a sentar cátedra y las cosas te empiezan a ir francamente bien. De ello se debió dar cuenta Felipe González en 2001, cinco años después de desalojar la Presidencia, cuando creó la sociedad Ialcon Consultoría SL.
Esta es la empresa que, básicamente, gestiona el patrimonio del expresidente del Gobierno. Ahí entran desde sus casas hasta el dinero que cobra por sus labores de abogado o su participación en foros y las conferencias que dicta [su tarifa supera los 80.000 euros, según han publicado diversos medios de comunicación]. Aunque su hija María figura como administradora de la misma, él es el principal accionista, con un 78% de las participaciones. Y es ahí donde el expresidente tiene diluidas su segunda residencia, la finca conocida como El Penitencial (en Guadalupe, Cáceres), y la primera vivienda de María González en Pozuelo de Alarcón.
En los años ochenta, González se hizo amigo del constructor Joaquín Vázquez y se convirtió en un invitado asiduo, junto a otros de oro como Juan Carlos I, a la finca El Común del empresario. Así que cuando Vázquez le ofreció venderle al expresidente El Penitencial, la finca anexa a la suya, éste no lo dudó. Fue en 2012 y a partir de ahí se empezó a construir una casa que comenzó a disfrutar en 2014. Sin embargo, según la documentación a la que ha tenido acceso esta revista, un año después de aquello, en 2015, pasó a ser propiedad de Ialcon Consultoría SL. Se trata de un movimiento llamativo ya que el uso de la casa es puramente personal; ni siquiera es el domicilio social de la empresa, que está registrado en la casa de la hija.
"Es llamativo que pudiendo comprar una propiedad en su nombre lo haga en el nombre de una sociedad. Aunque no es ilegal, es una estructura que muchas veces se puede acabar usando para pagar menos impuestos", apunta el abogado Javier Lucas. "Si se empiezan a meter gastos personales de la finca, como por ejemplo el servicio de jardinería, a la sociedad, estaría deduciéndolos, tributando menos. En caso de inspección, lo previsible es que no dejen deducir los gastos", añade. "Eso sí, la única forma que tiene Hacienda de detectar esto es mediante una comprobación", apuntala.
Un año antes de que la vivienda pasara a formar parte de la sociedad, el expresidente socialista se deshizo de un inmueble, un tanto megalómano, que había adquirido hacía un tiempo. González se había comprado un terreno de 5.000 metros cuadrados en la playa de Jbila, en Tánger, uno de sus destinos de verano favoritos, y planeaba construir ahí una mansión valorada en 2,5 millones de euros. Eso nunca llegó a suceder, y vendió los terrenos, en 2014, a la familia real saudí.
Así las cosas, la de Cáceres es la primera vivienda que comparten Felipe González y Mar García-Vaquero, aunque no es su residencia habitual. Ellos viven juntos, desde que en 2008 se conoció su romance, en un lujoso piso de la calle Velázquez de Madrid que alquilan al cuñado del expresidente, el empresario Pedro Trapote, dueño de discotecas históricas de la capital como Joy Eslava o el Teatro Barceló. O eso se suele decir cada vez que se habla del tema. Sin embargo, esta revista ha encontrado datos que podrían alterar la situación.
Además de Ialcon Consultoría SL, González es el accionista mayoritario de su otra empresa: Tagua Capital. Creada en el año 2011 y con Eric Bergasa -marido de María González- como administrador único, el domicilio social está en un tercer piso de un inmueble de la calle Velázquez. Pero el propietario de la vivienda no es Pedro Trapote, sino María Esperanza Zambudio, según los datos recogidos en el Registro de la Propiedad. Ella es una empresaria murciana familiar de José Ángel Zambudio, creador de la Televisión Murciana que, junto con Solo Radio y el diario Nueva Línea, formó la primera corporación de medios en la Región, según se puede leer en la página web del Grupo Zambudio. Hasta el momento no se conocía relación alguna entre los Zambudio y Felipe González y, por los datos de la hemeroteca, la familia suele acercarse a personajes del Partido Popular más que del PSOE.
En el mismo inmueble y en la misma planta, aunque en la puerta de enfrente, tenía Pedro Trapote ubicada su sociedad Europea de Explotaciones SA, hasta que pasó a la calle Arenal donde se ubicaba la discoteca Joy Eslava. Pero esa vivienda tampoco es propiedad del empresario de la noche, sino que en la actualidad es de José María Castellano Ríos, expresidente de la compañía de telecomunicaciones ONO y antigua mano derecha de Amancio Ortega, con quien llegó a ostentar los cargos de consejero delegado y vicepresidente del gigante Inditex. Ni rastro queda ya de Trapote en los inmuebles con los que González aparece vinculado.
Paga vitalicia millonaria
Fue el propio Felipe González el que comentó, allá por 2017, que los expresidentes del Gobierno en España son como jarrones chinos en una casa pequeña. Decía que nadie sabía exactamente dónde colocarlos y que todos esperan -un poco en secreto, un poco a voces- el momento en el que llegue un niño y lo rompa de un codazo. Así se puede tirar a la basura sin dar explicaciones a nadie. Pero, a pesar del poco optimismo que rezumaron sus palabras, nadie tiene ninguna duda de que el paso por el Ejecutivo no le ha ido tan mal.
Sí que es cierto que sus empresas no levantan cabeza. Tagua Capital, la firma de inversión que sacó adelante en 2011 y a la que se sumaron importantes nombres del empresariado español, nunca llegó a despegar del todo y en la actualidad se encuentra prácticamente sin actividad. En el último depósito disponible en el Registro Mercantil, la sociedad acabó el año con unas pérdidas de 41.336 euros, un notable aumento respecto a los resultados negativos del año anterior, que se situaron en 11.000.
Algo similar ha pasado con Ialcon Consultoría. La sociedad en la que ahora tiene sus casas registró pérdidas en 2020 de 123.117 euros. Aunque tiene un activo de 2,9 millones de euros, el golpe más duro le vino en el ejercicio de 2014 a 2015 cuando pasó de ingresar 1,8 millones a sólo 427.000 euros. Desde entonces no se ha recuperado. A pesar de esto, el expresidente sigue saliendo de vez en cuando en los titulares por su elevado nivel de vida: vacaciones en el Caribe, yates en las islas griegas, viajes en helicópteros de empresarios mexicanos… y todo esto es gracias al resto de ingresos que recibe.
Uno de los más llamativos es la paga para expresidentes que estableció bajo su mandato y que ha estado recibiendo desde que dejó el Gobierno en 1996, según han confirmado fuentes del Ministerio de la Presidencia a esta revista. La creó, aunque con un límite de tiempo de cuatro años, en 1983 y luego la convirtió en vitalicia en 1992. El objetivo de la paga es cubrir distintos gastos, como pueden ser los de oficina o de alquiler de inmuebles, pero lo cierto es que se trata de un ingreso que no tienen que justificar de ninguna forma.
En 2020, el medio Maldita.es hizo cuentas e informó de que Felipe González había ingresado un total de 2.072.803,61 euros tras haber estado cobrando esa paga vitalicia durante 24 años. A esa cifra habrá que sumar ahora los 74.580 euros que le han correspondido en 2021, ya que los últimos Presupuestos Generales del Estado establecen la dotación actual en 298.320 euros a repartir entre los cuatro expresidentes vivos.
Ventajas de los expresidentes.
Felipe González. Al igual que el resto de inquilinos de la Moncloa, disfruta de una serie de derechos. Además de la paga vitalicia, puede tener dos funcionarios designados a su propuesta, un coche con conductor, pase libre en compañías de transportes regulares del Estado y escolta.
Esta jugosa paga vitalicia es compatible además con otras fuentes de ingresos. Y esa es una de las facetas, además de su elevado tren de vida, que más críticas le han supuesto incluso dentro de las filas del propio PSOE. Porque además del trabajo en sus empresas, el expresidente fichó en 2010 como consejero de Gas Natural, luego Naturgy. Por ese cargo, el exmandatario se embolsaba una cantidad de 126.500 euros anuales.
Aunque lo dejó en 2014, cinco años después volvió a la polémica cuando se convirtió en consejero independiente de Boluda Towage SL, donde sigue en la actualidad. La empresa es una sociedad limitada unipersonal, una de las más grandes del mundo dedicada al sector naviero y su administrador es el empresario Vicente Boluda Fos, amigo de Juan Carlos I y uno de los que contribuyó económicamente a ayudarle con sus problemas fiscales. A falta de las cuentas de este 2021, todavía por entregar, el año pasado la empresa registró un balance positivo de 7,83 millones de euros. Se desconoce, de todas formas, cuánto cobra exactamente por su labor Felipe González.
Estos últimos datos económicos permiten ver, 40 años después, en qué se ha convertido el Isidoro que saltó de la clandestinidad para ocupar su sillón en la Moncloa. Ya no hay chaquetas de pana, ni puños en alto, ni funcionarios que tras interrogarle se guardan puros para cuando "usted sea un personaje importante de este país". Ya lo es.
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