Lo primero que sorprendió a Julissa Reynoso Pantaleón (República Dominicana, 1975) al llegar a Nueva York "fueron los rascacielos". En la hacienda familiar en la que se había criado solo había casas bajas, campo y animales. Ella jugaba entre vacas y gallinas con sus primos mientras su madre trabajaba en una fábrica del Bronx. Dos veces le denegaron el visado en EEUU hasta que en 1982, con siete años, pudo reunirse con ella. Esta semana, Reynoso Pantaleón ha jurado su cargo como nueva embajadora de EEUU en España. Ahora es ella la que da los visados.
No es el único giro irónico de su meteórica carrera. El viaje que la traerá a Madrid -su llegada está prevista el próximo 15 de enero- es el contrario que hicieron sus antepasados españoles. EL ESPAÑOL | Porfolio recorre su pueblo natal en Dominicana y descubre las raíces canarias de la nueva embajadora estadounidense. Ésta es la increíble historia de la niña que dejó de creer en el sueño americano en cuanto pisó el Bronx -por la inseguridad y la violencia que vio- y, sin embargo, lo encarna probablemente mejor que nadie.
El antepasado conocido más antiguo de Julissa -pronunciado 'Yulisa'- se llamaba Pantaleón, se desconocen sus apellidos y llegó a la isla de Santo Domingo a mediados del siglo XVIII. Probablemente "pertenecía a la milicia, al ejército", explica en exclusiva a esta revista el doctor Alejandro Pichardo Pantaleón (75 años), médico, escritor y miembro del Instituto Dominicano de Genealogía, autor de un documentado ensayo genealógico sobre el apellido Pantaleón.
Nunca podría haber imaginado aquel joven canario que, dos siglos y medio después, una de sus descendientes, la menuda y alegre Julissa, volvería a España convertida en la máxima autoridad de una de las primeras potencias mundiales.
Pantaleón aterrizó en la isla de Santo Domingo a bordo de uno de los barcos que salían desde Canarias. Se calcula que en ellos llegaron, además de los militares, unos 5.000 canarios. La corona española proporcionaba en aquel momento pasaje gratis y promesa de casa, ganado, semillas, tierras y aperos para trabajarlas a quienes podían demostrar algo de experiencia en el campo.
El antepasado conocido más antiguo de la embajadora es Pantaleón, un militar canario de paso por la zona en el s. XVIII
La colonia, en la isla en la que Cristóbal Colón desembarcó en su primer viaje a América en 1492, necesitaba, además de militares, aumentar la población para hacer frente a los franceses en lo que hoy es Haití. La metrópoli cargaba barcos con familias y con jóvenes solteros dispuestos a instalarse al otro lado del océano y trabajar el plátano, el cacao y la caña de azúcar.
Cultivos y clima similares fueron clave para incentivar la emigración de los canarios a una isla a la que España terminaría por no hacer mucho caso. En República Dominicana se conoce como periodo de España boba los años comprendidos entre 1801 y 1821. La metrópoli estaba sumida en su Guerra de la Independencia y sus consecuencias.
Este flujo migratorio explica la presencia de apellidos españoles en el país. Reynoso, recuerda el doctor Pichardo, también lo es. Pantaleón, sin embargo, continúa el genealogista, "no era un apellido, era un nombre; será en Dominicana donde se convierta en apellido".
El primer Pantaleón
El primer Pantaleón dominicano fue Manuel Santamaría Pantaleón "nacido probablemente en las proximidades de 1760". Manuel no conoció a su progenitor español. El doctor Pichardo destaca que, según su investigación, cuya tesis comparten otros genealogistas, el "súbdito canario" dejó embarazada a una joven local, pero no está muy claro si supo o no de su descendencia, porque abandonó la zona antes de que el niño llegara al mundo. En cualquier caso, dejó su impronta: "Había nacido una estirpe", recuerda el doctor Pichardo Pantaleón, Premio Nacional de Medicina 2021 en República Dominicana. En su ensayo recorre el origen del apellido en la zona y su expansión, que tuvo lugar precisamente durante la etapa de la España boba.
Bernardo Pantaleón, hijo de Manuel y nieto del canario, trabajó las tierras y fundó la Comunidad de Conuco -labranza, huerto, en taíno, lengua de las Antillas-, donde nació en 1975 Julissa. Conuco está en la localidad de Salcedo, al norte de la Isla. Bernardo tuvo nueve hijos, cuyas familias crecieron y se asentaron en la zona.
Las estadísticas indican que, actualmente, en la República Dominicana hay más de 3.000 Pantaleón. El principal foco sigue siendo Conuco. "Todos los Pantaleón descendemos de la misma familia", explica a estar revista Josefina Pantaleón, profesora, historiadora de la zona y familiar de la nueva embajadora española. Lo confirma el doctor Pichardo, que además aporta un dato que ayuda a explicar la amplia cifra. "Mi abuelo, Pedro Pantaleón, un patriarca con tierras, tuvo 27 hijos. Tenía 10 mujeres".
Él, a sus 75 años, estima que pertenece "a la séptima u octava generación". Julissa Reynoso, de otra rama Pantaleón, calcula el genealogista, "debe estar en la décima".
"Todos los Pantaleón descendemos de Manuel Santamaría, el padre de Bernardo, y somos de la misma familia"
De Conuco salió el apellido con destino a la capital del país en el siglo XX y familias como la de Julissa lo trasladaron a EEUU, el principal país elegido por los dominicanos para emigrar. España no está siquiera entre los 10 primeros. Según el INE, en nuestro país viven 71.000 dominicanos. Casi el triple de españoles, 190.000, visitan anualmente el país caribeño según los datos del Banco Central de la República Dominicana. El destino preferido, Punta Cana. Los turistas más numerosos en Dominicana son los estadounidenses: dos millones de ciudadanos de EEUU visitan cada año el país.
La dominicana-estadounidense Julissa Reynoso suele ir al menos una vez al año a su isla en la que, dice, ha vivido momentos muy especiales. Coincidiendo con una de esta visitas, el pasado agosto de 2021 la localidad de Salcedo, a la que pertenece Conuco, con su alcaldesa al frente, le hizo un homenaje. Josefina Pantaleón, como representante de la familia, leyó una pequeña semblanza de Julissa.
Con los Clinton
La abogada y diplomática, feminista y especializada en Derecho Internacional, ha trabajado para bufetes de prestigio en Nueva York y llegó a la Casa Blanca de la mano de su mentora política Hillary Clinton. Con ella se había enrolado en su campaña de 2008. Reynoso ha sido subsecretaria de Estado para asuntos de Seguridad de Centroamérica y el Caribe y embajadora en Uruguay con la administración Obama.
Con su nombramiento en 2012, Julissa Reynoso se convirtió en la embajadora más joven de EEUU. "Le voy a enviar una embajadora como usted necesita", cuentan que le dijo Hillary Clinton, siendo secretaria de Estado, al entonces presidente José Mujica, que solía quejarse de embajadores estirados que no conectaban con el pueblo. Embajadora y presidente se convirtieron en amigos y Mujica terminó agradeciendo que le hubieran mandado a aquella mujer accesible y cercana que solucionaba los problemas en un perfecto español.
"Julissa Reynoso es una líder excepcional y la considero una amiga"
Durante la etapa Trump Julissa trabajó en el Comité de Finanzas del Partido Demócrata. Es por tanto, de total confianza del partido. También de la Casa Blanca, ya que el año pasado fue nombrada jefa de Gabinete de la primera dama Jill Biden, quien apareció el jueves por sorpresa en la jura de Julissa ante la vicepresidenta Kamala Harris. Jill Biden ha asegurado de la dominicana-estadounidense que es "una líder excepcional" y la considera "una amiga".
Concluía así un proceso, el de su nombramiento como embajadora, que no ha estado exento de polémica. El senador republicano Marco Rubio bloqueó su nominación en noviembre del año pasado al asegurar que Julissa era "una simpatizante y apologista del régimen cubano de Castro".
El nombramiento de Reynoso
Su papel con Cuba. Propuesta por Joe Biden como embajadora en España, el senador republicano Marco Rubio acusó a Julissa Reinoso de "ser simpatizante del régimen cubano" y se opuso a su nombramiento.
Presos cubanos. Rubio aseguró, según recoge la agencia Efe, que Reynoso estuvo implicada en ayudar a "intercambiar a miembros encarcelados del servicio de inteligencia del régimen cubano mientras cumplían una sentencia en una prisión estadounidense" durante la política de deshielo en los mandatos de Barack Obama y de Raúl Castro.
Política exterior "mediocre". Durante su proceso de nominación, Reynoso calificó como "mediocre" la política exterior de España ante países latinoamericanos con los que Washington está enfrentado, como Cuba, Venezuela y Nicaragua y afirmó que Madrid "puede hacer mucho más".
Su objetivo en España. Reynoso afirmó entonces que como embajadora en Madrid tendría como "objetivo" que España sea "mucho más vocal" en lo que respecta a estas naciones, "dada su importante influencia y sus intereses, principalmente en Cuba".
La embajada española tiene así nueva inquilina un año después de que el discreto Duke Buchan hiciera las maletas de Serrano 75, tras la salida de Trump de la Casa Blanca. En las antípodas políticas, la nueva embajadora comparte con su homólogo una afición: montar a caballo. Buchan se trajo a Madrid sus caballos de polo.
Con fama de abierta y sociable, con gusto por las fiestas y el baile, el tiempo dirá si, como James Costos, Julissa convierte los jardines de la Embajada en un foco de encuentros sociales. El embajador en la etapa Obama, marido del decorador de la Casa Blanca, escribió un libro recopilando anécdotas al final de su estancia en la Embajada. La pareja decidió quedarse a vivir un tiempo en Madrid.
La nueva embajadora de España juró su cargo sobre una Biblia que sostenía su madre, Rosario Pantaleón. Su hermana pequeña, Jessica, abrazaba al hijo de Julissa. Se llama Lucas Bautista. Su madre le puso ese segundo nombre en honor a su abuelo, Juan Bautista Pantaleón, conocido como Bobo Pantaleón, y en cuya casa se crio la flamante embajadora. En su 100 cumpleaños, en 2018, Julissa le organizó una gran fiesta. "Fue el hombre al que Julissa más amó y su referente moral en toda circunstancia", explica su prima Judit Portorreal, que compartió carreras y juegos con la pequeña Julissa en Conaco.
Entre vacas y gallinas
Principios de los años 80 en una hacienda dominicana. Un puñado de primos corretea despreocupado alrededor de las casas coloniales de la bisabuela Adela y del abuelo Bobo Pantaleón. Los niños no se acercan mucho a las vacas, pero a las gallinas les tienen menos miedo. Los más aventureros se escapan a las aguas cristalinas del río cercano a darse un baño. La pequeña Julissa, con su pelo recogido en cuatro moñetes, va con ellos. Ni se imagina lo que echará de menos esos baños y esa libertad, los animales, la naturaleza… en los años venideros.
Está deseando irse a EEUU, con su madre. Hace cuatro años que no la ve aunque habla mucho con ella por teléfono. Pero Estados Unidos le ha negado dos veces el visado a la niña. Lo conseguirá, por fin, en 1982.
Hasta ese momento, salvo para bañarse, no suele alejarse mucho de la casa. Si acaso, cuando llega su tío Nélsido. Tiene una motocicleta y a la niña le encanta que le dé una vuelta. En cuanto escucha el ruido del motor ya está en la puerta de la casa, preparada para el pequeño viaje, como un preludio de lo que vendrá después.
Los Pantaleón de la casa de Julissa, explica Josefina Pantaleón, de otra rama del apellido -parece imposible dominar los árboles genealógicos, pero los vecinos lo hacen-, "son una familia muy numerosa, muy distinguida y muy laboriosa, dedicados a sus tierras y haciendas". En los 70 y 80 del siglo pasado, el entorno era idílico y con el campo y los animales no faltaba para comer, pero el trabajo escaseaba. La madre de Julissa se fue en 1978 a trabajar a una factoría del Bronx, en Nueva York, donde llegó inicialmente sin papeles. Una vez regularizada, comenzó los trámites para llevarse a su hija mayor.
Para Julissa, la llegada a Nueva York fue su primer gran despertar. Tenía siete años. Le fascinaron los rascacielos, le complicó la vida el inglés y, sobre todo, la atemorizó lo que veía en las calles. En plena epidemia del crack, la droga y la violencia dominaban la zona sur del Bronx donde vivía. "No, no bajábamos a la calle a jugar", suele contar. Su vida era el colegio de monjas que su madre había elegido para ella, como familia católica, y la lectura que adoraba desde pequeña. Hoy sigue abriendo un libro siempre que puede y nunca le hace un feo a una buena biografía.
Abandonada la zona de confort, refugiada en el colegio y en la comunidad dominicana de Nueva York, tampoco se imaginó de niña el destino que le tenía reservado la vida. Ella fantaseaba -y se preparó para ello- con ser actriz de musicales. ¿Su papel ideal? El de Julie Andrews en Sonrisas y lágrimas. Amiga de la actriz Glenn Close, se cuenta que hizo algún pinito en una de sus películas. ¿Por qué no seguiste ese camino?, le preguntaron en Uruguay hace unos años. "Porque alguien tiene que pagar las facturas", contestó con guasa.
Vocación de monja
La Julissa adolescente se había planteado también ser monja. Debía tener unos 12 años. "La justicia y el ayudar a los débiles", asegura, eran sus motores. Los externos. Los internos, una gran fuerza de voluntad y un convencimiento de su propia valía. "Mamá, yo voy a llegar muy lejos", cuenta Rosario Pantaleón que le dijo su hija nada más llegar a Nueva York. Las monjas, que la felicitaban por las capacidades de su hija, se lo confirmaron. Ellas fueron las que le recomendaron ir a la universidad. A una top. De la Ivy League. Entró en Harvard.
El día de la mudanza, la familia se subió a una furgoneta y se perdió un par de veces antes de llegar a la universidad. No iban emocionados porque fuera a Harvard. Iban emocionados porque la chica iba a la universidad. "Siempre ha sido como una máxima en la familia, que todos estudiáramos, como la mejor herencia que se puede dejar a un hijo", cuenta a esta revista desde Nueva York su prima Judit Portorreal.
Reynoso estudió Ciencias Políticas en Harvard, Filosofía en Cambridge y Derecho en la Universidad Columbia
Harvard fue el segundo gran choque para Julissa. Venía de una comunidad latino afroamericana y se encontró con un entorno blanco y anglosajón. "Observaba mucho", recuerda de aquellos tiempos. En Harvard hizo muchos amigos, aprendió, viajó y se graduó en Ciencias Políticas. De ahí saltó a Inglaterra, para estudiar Filosofía en Cambridge. Chica de becas -logró una de la Fundación Paul & Daisy Soros-, en Londres trabajó como DJ para pagarse sus gastos; todavía completaría su formación en otra de las mejores universidades del mundo. En la Universidad Columbia de Nueva York estudió Derecho.
La rama judicial la enraíza de nuevo con sus orígenes. Su Salcedo natal es referente internacional en la lucha de las mujeres. De allí son las hermanas Mirabal, heroínas nacionales por hacer frente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las Mariposas, fueron asesinadas por la policía secreta dominicana en 1960. Tras torturarlas y ahorcarlas, tiraron su coche por un barranco para que pareciera un accidente. Su cruel final revolvió al país.
Las jóvenes, fuertes opositoras al régimen, sabían que las vigilaban y debían temer por su vida. De hecho, ya habían estado encarceladas y habían sido torturadas y violadas. Aún así, no se amilanaron. Una de la tres, Minerva, se convirtió una de las primeras mujeres en lograr el título de Derecho durante la dictadura que duró más de 30 años, de 1930 a 1961. Hizo suyo un lema: "Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte".
Su profecía se cumplió. Su asesinato propició la caída de la dictadura. Pero además, la estela de las tres hermanas ha alcanzado el plano internacional: el 25 de noviembre es el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Ese día, en 1960, aparecieron sus cuerpos, en el jeep despeñado, junto a su chófer también asesinado.
Una cuarta hermana, Bélgica Adela, la única que quedó viva, dedicó su vida a mantener vivo su legado. Habilitó como museo la casa de Salcedo en la que las jóvenes pasaron sus últimos años, que se ha convertido en lugar de peregrinaje obligado en la provincia que toma el mismo nombre de las Mariposas: provincia Hermanas Mirabal.
Heroína como las Mirabal
Julissa Reynoso es también una heroína en su tierra. Lo explica orgullosa su prima Judit. "Claro que en la familia estamos contentísimos de todos sus logros, porque además ella nunca se fue de la República Dominicana y para todos los niños es un referente". Los pasos de Julissa se siguen desde colegios de la zona como el Liceo doctor Canela.
Seguro que allí hay un montón de alumnos que se apellidan Pantaleón que, al estudiar la Historia de las relaciones internacionales entre la República Dominica, España y EEUU aplauden el desquite histórico de su ciudadana más internacional. La niña inmigrante que ahora manda sobre los visados, la que llega a la España de sus antepasados como máxima autoridad de la potencia estadounidense...
Como si de una historia circular se tratara, cuanto más lejos llega Julissa Reynoso Pantaleón, más se conecta con sus propias raíces y sus antepasados. Ella, por su parte, no se olvida de dónde viene, pero, menos aún, a quién representa, aunque de niña le negaran el visado un par de veces: "Hay cierta ironía en mi historia porque Estados Unidos me ha dado todo lo que tengo: la Universidad, los estudios…".
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