Una botella de plástico vacía ya no se ve con los mismos ojos después de conocer la gran aventura empresarial en Nigeria del español Juan José González Nieto, más conocido como Tete. "Un kilo son 40 botellas", establece como medida para calcular la materia prima de su actividad: el reciclaje.
Su misión empezó en Makoko, "la Venecia de África". El sobrenombre de esta inmensa barriada se debe a que sus palafitos, casas construidas sobre pilotes, forman un laberinto de canales como en la rica ciudad italiana. En su caso, en la laguna de Lagos, la metrópolis nigeriana. Tete recuerda la impresión que le causó atravesar por primera vez esta otra Venecia pobre, montado en barca de tablones en vez de góndola de lujo. Había zonas donde el agua, cubierta de basura de plástico, no se veía.
Otros no habrían seguido adelante, considerando que esta plaga, foco de enfermedades infecciosas y cancerígenas, es irresoluble. Pero él y su socio Akshay (a su lado en la foto que abre este reportaje) decidieron fundar Mondo For Africa, aliarse con activistas locales y contribuir a solucionar el problema. Hoy contamos aquí su historia, tan admirable como desconocida.
Este joven emprendedor social, nacido en Sevilla hace 31 años (2 de abril de 1991), podría estar ganando un buen sueldo en Europa como doble graduado en Finanzas y Derecho, o buscando como comisionista el dinero fácil de un pelotazo. En lugar de esa vida acomodada, ha preferido montar la asociación ambiental Mondo For Africa y una planta de reciclado de residuos plásticos en Lagos. Trabajando y sudando de la mañana a la noche en uno de los lugares más contaminados y complicados, pero también más vitalistas, del planeta.
Nigeria es, con sus 200 millones de habitantes, el país más poblado de África, y su capital económica, Lagos, es la ciudad más poblada del continente y una de las mayores del mundo, con más de 21 millones de vecinos. "La mitad vive con menos de un dólar al día". En la fábrica de reciclaje de Mondo For Africa, que empezó a funcionar en diciembre de 2021, trabajan 60 mujeres y hombres. Su actividad ayuda a sobrevivir a centenares de personas más a las que les pagan por las botellas vacías que llevan a sus puntos de recolección, explica Juanjo González, Tete, a EL ESPAÑOL | Porfolio.
Al cabo de tres meses en Nigeria, acaba de volver a Europa para asistir a la boda de una hermana en Irlanda y ver a su novia en Sevilla. En junio regresará a seguir dirigiendo la expansión de Mondo For Africa, que es a la vez empresa social y asociación medioambiental. Desde 2019 celebra días de recogida de basura con voluntarios en Nigeria, Ghana y España, y otras actividades de concienciación para reducir la contaminación por plásticos.
Destino: Nigeria
Este hijo de un inspector médico y de una maestra, el cuarto de seis hermanos (cuatro mujeres y dos hombres), llegó a Nigeria en enero de 2019 para trabajar durante un año como becario en la oficina en Lagos de la entidad pública Instituto de Comercio Exterior de España (ICEX), también denominada ICEX España Exportación e Inversiones. "Elegí como primer destino la India y como segundo, Nigeria. Poca gente elige Nigeria, o nadie. Dijeron, 'por fin uno que se quiere ir allí'", rememora entre risas en su casa de alquiler en Sevilla.
En sus años de estudiante en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, trabajaba en una empresa de viajes llevando grupos de fin de semana a Marruecos y Portugal. Empezó como emprendedor montando una empresa emergente o startup llamada Nestworking y después se asoció con un amigo en otra, Wallevents, antes de cursar el máster del ICEX en Madrid que lo acabó llevando a Nigeria. Animó a Tete su amiga africana Kelly, de Benín, que le dijo que, por su personalidad atrevida, disfrutaría en la "selva" urbana de Lagos.
En la metrópolis nigeriana, explica, ayudaba a empresas españolas interesadas en entrar en el mercado nigeriano a contactar y reunirse con firmas locales. Otro cometido suyo era ejercer de "detective" económico e investigar, a petición de firmas españolas, la fiabilidad de sus posibles socios nigerianos.
El despertar de su propia aventura como activista y empresario medioambiental se produjo un día en que él y su amigo y socio Akshay Gwalani, un canario de origen indio asentado en Lagos, daban un paseo por la playa de la bahía de Tarkwa, recuerda Tete González. Había un tramo de arena aparentemente limpio, que luego supieron que los vecinos recogían pagados por una activista italiana, pero que enterraban más allá a falta de mejor sitio donde llevar los residuos.
"Hasta el horizonte, la costa está cubierta de plástico", dice sobre los millones de envases en las playas
Pero, en cuanto avanzaron un poco, se toparon con la descomunal franja de botellas de plástico, bolsas y otras basuras que, dice, recorre casi como un continuo la costa de África Occidental, como comprobaron en visitas posteriores a las vecinas Ghana y Togo. "Hasta el horizonte, la costa está cubierta de plástico". Suman no miles, sino millones de envases. En Tarkwa también se encontraron con un barco abandonado.
Ante ese paisaje dantesco, quisieron hacer algo en vez de sucumbir a la impotencia. Tete se acordó de la iniciativa de unos amigos suyos de Sevilla que en marzo de ese 2019, en el llamado Lago de los Hippies junto al puerto de Sevilla, en un rincón del Guadalquivir, habían hecho una exitosa recogida de basuras con voluntarios. De ellos tomó el "Mondo" para el nombre su nueva asociación, Mondo For Africa. Como era costoso traer la basura en barcas desde la playa de Tarkwa al interior de Lagos a través de la bahía, buscaron otro sitio para lanzar su primera recogida de basura plástica, coincidiendo con el Día Mundial de la Limpieza (Clean Up Day), el 18 de septiembre de 2019.
Eligieron para su campaña la mísera Venecia de África, Makoko, el pintoresco barrio de unos 250.000 habitantes cerca del aeropuerto de Lagos. Era el lugar con más significado para evidenciar la crisis de la contaminación por plásticos. "Muchas de esas casas las han construido sobre vertidos de basura, para ganar terreno a la laguna creciendo sobre el agua. Crecen sobre mierda, literalmente. Como es lo primero que se ve desde el aire al llegar al aeropuerto de Lagos, para 'dar buena imagen', el anterior alcalde mandó al Ejército para echarlos, y desalojaron a treinta mil o cuarenta mil personas. Quieren quitárselos de encima", dice Tete González. La marginación de Makoko explica que carezca de infraestructuras básicas de tratamiento de residuos, añade. Aquí no hay papeleras ni contenedores para reciclar.
"Muchas casas las construyen sobre vertidos de basura; crecen sobre la mierda, literalmente"
Los canales de esta otra Venecia del sur están envenenados de basura. "En la temporada de lluvias, en verano, sube el agua con la suciedad hasta el cuello, y luego baja y se vierte en el océano. Lo que te llama la atención es que el agua es negra. Luego, el olor. Huele a madera quemada y a enfermedad. Aquí hay enfermedades, como la polio, transmitida por las heces, que están erradicadas en el resto del mundo", describe el emprendedor.
El día de recogida de basura en Makoko, la llamada Venecia africana, fue una fiesta y un éxito, con un centenar de voluntarios desplegados por sus callejones y canales. Involucraron a otros activistas nigerianos, a empresas y a LAWMA, la autoridad de gestión de residuos de Lagos, que les cedió unos camiones para llevarse la basura. Lo recogido era una cantidad ínfima comparada con las 20.000 toneladas de basura (en torno a un 30%, unas 6.000 toneladas, son plásticos, calcula) que genera diariamente la metrópolis de Lagos, pero de gran valor simbólico: trasladaba el positivo y esperanzador mensaje de que la población se moviliza contra el infierno de los vertidos incontrolados.
Tete González subraya que ellos no demonizan el plástico, "que tiene muchos usos beneficiosos", sino que conciencian para que se use con moderación aplicando la ley de las tres R: "Reducir su uso, Reusar los envases y, cuando se agota su vida útil, Reciclarlos".
Nuevos usos
Con el plan de replicar su iniciativa a gran escala en toda África Occidental, extendieron sus eventos a la vecina Ghana, asociados allí con el cantante de reggae y activista medioambiental ghanés Togbe, como en la playa del Arts Center de Acra, la capital. Estos días de acción, en los que gente joven armada con sacos y redes deja limpia una playa que horas antes estaba cubierta con una alfombra de botellas y otras basuras no degradables, envían la poderosa imagen de que es posible un cambio.
Los días de limpieza con voluntarios envían la poderosa imagen de que es posible un cambio
Para financiar los materiales de estas recogidas y el traslado a plantas de reciclaje o vertederos controlados, Mondo For Africa vende a través de su página web camisetas, tazas y mochilas con su logo. "Todo el dinero que conseguimos con estas ventas se destina a los eventos", destaca Tete. En Makoko, la Venecia africana, y otros barrios de Lagos también celebran encuentros con escolares para enseñarles la importancia del reciclado e implicarlos en esta lucha ambiental, enmarcada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030.
El siguiente paso, detalla el emprendedor sevillano, ha sido crear una estructura empresarial para que Mondo For Africa no sólo haga campañas de concienciación sino que se convierta en una recicladora ejemplar y que sus beneficios económicos le permita expandirse. Gracias a sus ahorros personales, a una inyección de capital de unos 100.000 euros de una asociación empresarial nigeriana del sector del plástico, y a un admirador local que les facilitó una nave con una renta baja, montaron en el barrio de Surulere de Lagos una planta para triturar botellas de plástico PET, siglas en inglés del tereftalato de polietileno. El triturado resultante se vende a otras empresas para fabricar nuevas botellas o fibras textiles sintéticas con las que hacer, por ejemplo, colchones.
Compraron una trituradora de segunda mano por 5 millones de nairas (unos 10.000 euros al cambio de entonces). Para poner en marcha la fábrica, Tete fichó al tercer socio, Daniel Rodríguez, un amigo de Guillena, el pueblo sevillano de sus padres. Daniel se fue a Nigeria y allí sigue. Es un manitas fabuloso y autodidacta. "Dani estuvo en el Ejército, reparaba helicópteros; luego ha sido manager en Airbus. Montó en su casa una impresora de 3D. Con ella se ha hecho una avioneta" de verdad, dice su compañero Tete con admiración.
El grupo proyecta nuevos usos para el plástico que saquen de las calles de Lagos y conviertan en rPET (plástico PET reciclado). A través del concepto del upcycling, o reciclaje con valor añadido, quieren crear piezas de construcción, aislantes o planchas para muebles. Sería la manera perfecta para transformar la basura en un elemento útil y no molesto.
"Desde que abrimos la fábrica de reciclaje en diciembre, hemos recuperado más de 300 toneladas"
"Desde que abrimos la fábrica en diciembre, hemos recuperado más de 300 toneladas de plástico, de las que hemos vendido más de 200 toneladas para nuevo uso", cifra Tete González, que se encarga de la parte financiera. "Estamos aún en la curva de aprendizaje. La máquina es de segunda mano y nos ha dado problemas. Estamos batallando para que la fábrica dé dinero. Queremos tener el estatus de empresa de impacto social", expone con idealismo pragmático.
Los jóvenes emprendedores de Mondo For Africa están abiertos a nuevos socios que quieran participar en su iniciativa. Su objetivo lo tienen claro: "Tenemos la visión de solucionar la crisis de plásticos y residuos en toda África. Nuestro lema es 'Nothing to be wasted' [no hay que desperdiciar nada]. Lanzamos a la gente el mensaje: el plástico que estás arrojando tiene valor. Tráenoslo y te lo pagamos. Conseguimos materia prima y cambiamos la mentalidad", explica.
Su cadena industrial se basa en desarrollar una red de puntos de recogida de plásticos que alimenten a la fábrica. Ya tienen tres almacenes de recolección propios, en Sualele, la Venecia pobre de Makoko (aquí ya han reunido 15 toneladas) y la playa de Tarkwa (con 4 toneladas). "El objetivo es tener un centro de reciclaje cinco veces mayor, y extender los centros de recolección hasta tener al menos 20 en Lagos, para tratar unas 300 o 400 toneladas mensuales y poder exportar. Y que cada planta de colección lo sea también de transformación", cuenta el empresario y activista. Luego, añade, extenderían el modelo por la costa de África Occidental, a Ghana, Togo, Benín.
A quienes llevan las botellas de plástico a los puntos de recogida les pagan 40 nairas por kilo, que al cambio de esta semana son 9 céntimos de euro. El problema de las botellas es su volumen, resalta: para trasladarlas, usan mosquiteras como bolsas gigantes en las que caben 30 o 40 kilos. "Un kilo son 40 botellas. Diez kilos, 400 botellas". Para simplificar el transporte, estudian cómo compactar las botellas.
¿Cómo puede contribuir cualquiera desde la distancia? "La gente nos ayuda comprando nuestras camisetas, tazas y mochilas, con eso financiamos los eventos de recogida de basura. Es un efecto mariposa: la camiseta que uno compra, ha contribuido al final a que saquemos de las calles de Lagos más de 300 toneladas de basura", anima el empresario social.
La vida en Lagos
Cuando arrancó la fábrica, con la ayuda de Daniel y de los responsables nigerianos Faruq Amoo y Temitope, Tete González se despidió de su trabajo en Dos Hermanas (Sevilla) en una empresa de energías renovables y en febrero voló de nuevo a Nigeria, tres años después de terminar su primera estancia. Volverá en junio. En estos meses, los tres socios (Tete, Akshay y Daniel) han vivido en un piso en el barrio de Ikoyi, desde donde cada día van y vienen a la fábrica de reciclaje, en la zona de Surulere.
¿Cómo es un día suyo en Lagos? "Me levanto a las seis y media de la mañana, pasamos una hora en coche hasta la fábrica, trabajamos hasta las seis de la tarde, y otras dos horas de tráfico de vuelta a casa", resume Tete González. Se desplazan los tres socios en taxi de Uber, que cuesta unos diez euros por dos horas de viaje. O sea, que él pasa tres horas o más al día atravesando la inmensa ciudad. En el camino, le fascina ver a los buscavidas callejeros que venden en medio del tráfico toda clase de objetos, "como helicópteros de juguete, espejos a perchas, las cosas más inverosímiles".
¿Qué está siendo lo mejor y lo más dificultoso de esta experiencia? "Lo mejor es trabajar por una causa. Lo más difícil, el sacrificio por mi novia, mi familia, mis amigos, que están en España". Precisa que nunca ha tenido ningún incidente serio de seguridad.
"No queremos comunicar que los plásticos son malos, sino que abogamos por su uso responsable"
Mientras Tete y sus compañeros trabajaban en Nigeria, en su España natal entró en vigor este mes de abril la nueva Ley de Residuos, que, entre otros puntos, y en aplicación de la normativa europea, prohíbe la venta de utensilios de plástico de un solo uso como pajitas o cubiertos. Él lo aplaude, pero matiza que en Nigeria hay que entender el contexto local: por ejemplo, que hay gente que se gana la vida vendiendo agua de beber en bolsitas de plástico, más baratas que las botellas. "Las necesidades sociales y económicas tienen que ir de la mano con la responsabilidad ambiental. No queremos comunicar que los plásticos son malos, sino que abogamos por su uso responsable".
Dice que es duro trabajar en Lagos y más aún en la Venecia de África, y que les queda por delante una abrumadora y desbordante montaña de basura. Pero también aprecia que su misión tiene sentido. Se han convertido en un puente humano para entrar en Nigeria y en un ejemplo para que otros sigan su camino. "Estamos en el sitio donde nadie quiere estar, y en un sector, el de los residuos, que nadie quiere tocar. Pero es una oportunidad también", dice Tete. Valientes como él y sus amigos honran la palabra emprendedor.
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