Algo extraño está sucediendo con la meritocracia. Últimamente, al menos en España, se está hablando de ella más que… por ejemplo, la última (y definitiva) temporada de Stranger Things; se ha colado en el debate político, en los pódcast que proliferan, en la EBAU (que es como los milenials llaman ahora a la Selectividad), en los titulares de prensa que dicen que Marta Ortega, hija y heredera de Amancio, empezó doblando camisetas en Zara. Está la meritocracia a un par de programas de Ana Rosa de saltar del aula a convertirse en el tema favorito de la barra de un bar.
Ahí van unos ejemplos: el líder de Más País, Íñigo Errejón, se convirtió en trending topic en Twitter la semana pasada tras compartir en la red social un vídeo extraído de un programa de televisión. En las imágenes aparecían dos estudiantes a punto de someterse a la EBAU (Selectividad, perdón); una estaba realmente nerviosa a ver si la nota le alcanzaba para estudiar lo que quería (Bellas Artes), el otro andaba tranquilo porque ya le habían admitido en la universidad privada en la que iba a estudiar. "Con ustedes, la meritocracia", tuiteó Errejón.
Hay más: a finales de mayo, la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, apareció en un evento de la formación morada cargando contra la meritocracia y diciendo que convierte los problemas colectivos en individuales. Esos mismos días, un nuevo think tank, que además está vinculado a estos partidos de izquierda, presentaba en el Círculo de Bellas Artes de Madrid su primer informe, titulado Derribando el dique de la meritocracia que fue replicado en decenas de medios.
¿Por qué se habla tanto de la meritocracia, entonces? "Después de la crisis de 2008 hubo un cuestionamiento generalizado, aunque limitado, de la desigualdad. Mucha gente, sobre todo jóvenes, sintieron defraudadas sus expectativas vitales: habían estudiado y se habían esforzado, pero iban a vivir peor que sus padres", explica el sociólogo César Rendueles. "Era todo aquello que se decía de que el ascensor social estaba averiado… Creo que lo que está pasando es que esa crítica de la desigualdad está dando paso a otra más profunda", añade.
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No es casualidad que ahora que aflora otra vez el discurso estemos viviendo de nuevo una crisis. Lo que no se sabe si es casualidad, pero desde luego sí una gran paradoja, es que los principales abanderados contra la meritocracia, aquellos que enfrentan su mascarón de proa contra el mito y que dicen que la meritocracia no existe, que son los padres, son justamente aquellos que provienen de buena familia. Ahí han ido a faenar los argumentos de sus mayores críticos.
Errejón es hijo de José Antonio, que ocupó puestos destacados en gobiernos de la UCD, PSOE, y PP. Verstrynge es hija de Jorge, antiguo secretario general de Alianza Popular y, tras un viraje, ideólogo del Podemos en el que ahora ella hace de secretaria de Organización. En la criba ni siquiera se salva el estudio antes mencionado, el de Derribando el dique de la meritocracia: el director del think tank que lo elabora es Berna León, hijo de Bernardino León, factótum de José Luis Rodríguez Zapatero. Esta coincidencia no ha pasado desapercibida entre los círculos de izquierdas.
Ninguno de ellos ha escondido nunca su procedencia privilegiada. Siguen la máxima de que beneficiarse del sistema no imposibilita desear que sea más justo. Pero no deja de resultar curioso que se diga que el ascensor no funciona cuando ya se ha llegado al piso de arriba, y ello ha colocado a este sector de la izquierda en su propio laberinto. Son los 'hijos de' que dicen que ser 'hijo de' no mola.
Izquierda de dientes alineados
Que José Antonio Errejón inspiró vital y políticamente a su hijo, Íñigo, no es ningún secreto. Lo ha reivindicado siempre el de Más País. Ha dejado que su padre sea entrevistado hablando sobre su pasado antifranquista y sobre cómo fue víctima de las torturas de Billy el Niño, le acompaña en los actos de partido e incluso le dedicó su tesis doctoral diciendo que le había "enseñado a pensar y combatir" junto al lema "porque fueron, somos; porque somos, serán", que curiosamente usó años más tarde su rival Pablo Iglesias al despedirse del Congreso de los Diputados en 2021.
Sin embargo, es más desconocido que José Antonio Errejón fue, en realidad, un posibilista que compaginó su militancia en Izquierda Anticapitalista, su fundar Los Verdes y tener la colección completa de las obras de Lenin en casa, con grandes cargos institucionales en gobiernos de todos los signos.
Fue, entre otras cosas, subdirector general de Medio Ambiente del Ministerio de Obras Públicas Urbanismo de la UCD; secretario general del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA); director del gabinete del secretario de Estado para las Políticas del Agua y Medio Ambiente durante el Gobierno de Felipe González y ocupó puestos relevantes en la Agencia Estatal de Evaluación y Calidad durante las etapas de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. También jugó un papel importante su madre, que era bióloga.
Esto supuso para Errejón hijo una plácida infancia en una urbanización con piscina de Pozuelo de Alarcón, el municipio que siempre encabeza los ránquines de mayor renta per cápita de España. La comodidad económica y el bagaje intelectual de su casa le condicionó para que acabara estudiando, para que se sacara un doctorado y que pudiera desarrollarse en el plano académico. De hecho, a Errejón no se le conoce otro trabajo que no sea el académico o político.
Estos orígenes le jugaron una mala pasada cuando Podemos se partió en dos. El sector de Pablo Iglesias veía en Errejón y los suyos ese "Podemos de Pozuelo" que criticaban. Lo ilustró el Nega, cantante de Los Chikos del Maíz e íntimo amigo del exvicepresidente del Gobierno: "Somos el Podemos de un secretario general que recibe a Obama con una camisa de camarero. Se nos nota en la ropa, en la mirada y hasta en los dientes. Hay otro Podemos con los dientes perfectamente alineados tras muchos años de ortodoncia privada", dijo. Es decir, hay una parte de la izquierda que no se queda en asegurar que la meritocracia es un mito, sino que además se rebela contra aquellos que, aunque critiquen la meritocracia, se hayan aprovechado de su clase social.
Quien también tiene los dientes perfectamente alineados tras años de ortodoncia privada es Lilith Verstrynge, aunque en este caso no parece molestar a Pablo Iglesias y a sus acólitos porque eligió el buen bando de la izquierda: el suyo. La actual secretaria de Organización de Podemos -antigua asesora del ex secretario general en el Parlamento Europeo y después en la vicepresidencia- es hija de otro histórico de la política: Jorge Verstrynge.
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Verstrynge padre ha pivotado por todos los rincones que guarda la política y, además de diputado, ha sido nada menos que secretario general de Alianza Popular -antes de pegar un viraje ideológico sin parangón y acabar fundando Podemos junto a Iglesias-. Esa posición de privilegio hizo que su hija estudiara en el Liceo Francés, que se fuera a París a estudiar Historia en la Universidad Denis Diderot, que se acabara inscribiendo en el centro de Sorbonne Nouvelle y tener un Erasmus (que todo el mundo sabe que no te cubre todos los gastos) para estudiar Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en Múnich. Verstrynge hija habla castellano, francés, inglés, alemán y portugués y chapurrea algo de árabe.
El vivo ejemplo
Por supuesto que en una sociedad como la española, postindustrial y democrática, se puede llegar muy lejos con el esfuerzo. El american dream (llegar con nada y acabar dirigiendo la General Motors) es posible también en España. Por eso nadie se atreve a criticar la cultura del esfuerzo. De hecho, las clases trabajadoras a veces ven esta como su única forma de ascender en el ascensor social. Pero lo cierto es que, a pesar de ello, todos los estudios indican que la gente no parte en igualdad de condiciones, que los que tienen menos recursos juegan con las cartas marcadas.
Hay algunos datos que lo reflejan. El informe Derribando el dique de la meritocracia del think tank Future Policy Lab, fundado y dirigido por Berna León, que es hijo de Bernardino León -secretario de Estado y secretario general de Presidencia con Zapatero y luego con cargos en la ONU y en la UE- y que está vinculado a las tesis de Más Madrid y Podemos, recoge conclusiones de estudios que indican esta premisa. Según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2019, el 34% de las personas de entre 25 y 59 años que habían tenido una situación económica mala o muy mala en su infancia seguían en el quintil más bajo de ingresos en 2019.
Esto, sin embargo, sólo afectaba al 13,2% de aquellos que habían estado en una buena situación económica en la niñez. En el mismo estudio, sólo el 9,4% de los desfavorecidos fueron capaces de situarse en el quintil más alto, frente al 30% de los más favorecidos. Es esta construcción la que critican Íñigo Errejón y Lilith Verstrynge. Pero a la vez son ellos el vivo ejemplo de que se produce. El ser 'hijos de' les ha acompañado toda su vida y se han beneficiado de ello.
Veamos más ejemplos. El año pasado, el sevillano Carlos Gil Hernández ganó un premio del European Consortium for Sociological Research por su tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate que analizaba la relación entre educación y meritocracia. Ahí contaba que los más ricos consiguen realizar más inversiones culturales y educativas, en las que se desarrollaban habilidades que luego los profesores consideraban mérito académico y que el esfuerzo también se transmite culturalmente de manera distinta.
Verstrynge y Errejón son eso. Las inversiones educativas de la familia de Lilith han permitido que ella fuera a un colegio privado y que aprendiera idiomas y adquiriera las habilidades académicas para luego poder estudiar en las universidades que estudió. Algo parecido ha pasado con Íñigo que, aunque estudió en la pública siempre, adquirió habilidades intelectuales a las que luego les ha sacado partido.
El informe de Berna León, quien también se ha beneficiado de estas exactas dinámicas, viene a dar la razón en este sentido: El 56% de los niños cuyos padres sólo llegaron a primaria permanecen en niveles educativos bajos, mientras que el 69% de los menores con padres formados acaban terminando la universidad. Además, aquellas carreras en las que los alumnos tienen que dedicar mucho tiempo a estudiar (como es el caso de la trayectoria académica de Íñigo, Lilith y Berna) están al alcance principalmente de los más favorecidos, ya que los más pobres no tienen tiempo ni dinero para dedicarse exclusivamente al estudio.
Todo esto se resume perfectamente en las palabras que Errejón le dedicó a su padre en la tesis doctoral: "José Antonio ha sido y es padre y compañero. Le dedico la tesis doctoral porque me ha enseñado a pensar y a combatir. A él le debo mi formación, el respeto por los libros y el amor po l@s nuestr@s. También la capacidad del esfuerzo", escribía el ahora líder de Más Madrid. Recordemos que el esfuerzo también se transmite distinto según la clase. "Todo eso, sin darse cuenta, lo ha conseguido siendo mi principal referencia intelectual, política y vital", añadía.
Lilith Verstrynge en sí también es el vivo ejemplo de otra de las conclusiones del informe de Berna León. Dice el think tank que "la concentración de élites permite que los estudiantes accedan a unas redes de contactos que son inalcanzables para los individuos más desfavorecidos, lo que puede ser un factor relevante a la hora de acceder a condiciones laborales más ventajosas".
¿Habría acabado Lilith Verstrynge en su actual puesto, el de secretaria de Organización de Podemos, si no fuera por su padre? Cuando Lilith era una adolescente vio cómo su padre y Pablo Iglesias hablaban de fundar Podemos en el salón de su casa. Al margen de que sus orígenes le han permitido una buena formación académica, la red de contactos de su padre propició que fuera asistente de la formación morada en el Parlamento Europeo, que luego lo fuera en el Gobierno bajo la vicepresidencia de Iglesias y que, ahora que no está, haya encontrado acomodo en uno de los principales puestos de la formación. Nada de esto tiene que ver con su capacidad para desempeñar los cargos o no, pero indudablemente partió con una posición de ventaja.
¿Qué es realmente el mito de la meritocracia?
El sociólogo César Rendueles, lo tiene claro: "Es la teoría de la circulación de las élites. Es una ideología que defiende la existencia de desigualdades siempre que la posibilidad de acceder a los privilegios esté repartida equitativamente", explica. Pero también tiene claro que no deja de ser un mito. "Los estudios comparados muestran que cuanto más desigual es una sociedad y menos movilidad social hay, más cree la gente en la meritocracia. Pero hay muchísima más movilidad social en sociedades más igualitarias que en otras más individualistas y competitivas. Muchas veces los defensores de la meritocracia te cuentan historias sobre el hijo de un fontanero que llegó a ingeniero aeronáutico, pero nunca te hablan de un hijo de empresarios y alumno del Liceo francés que llegó a fontanero", añade.
Podemos en su laberinto
"Poco después de la Segunda Guerra Mundial las políticas igualitaristas (las que sostienen que las personas deben ser tratadas iguales) eran transversales en todas las democracias consolidadas. Prácticamente nadie se oponía a ellas. Eso no significa que no hubiera diferencias entre izquierda y derecha. Desde la izquierda se hacía más hincapié en la universalidad de los derechos mientras que los más conservadores se centraban en las obligaciones y responsabilidades asociadas a esas políticas. Pero era un horizonte compartido", explica César Rendueles.
Esto viene a significar que la meritocracia es un discurso que más o menos ha quedado asentado de manera transversal en la dicotomía tradicional (incluso bipartidista) de izquierda-derecha. Sin embargo, con la llegada de la crisis de 2008 y el auge de los partidos de izquierda más extrema, representados institucionalmente ahora por Podemos, cambió el paradigma y caló el discurso contra la meritocracia en el que nos encontramos ahora que, básicamente, se rige por una premisa: el sistema está roto, hay que cambiarlo.
El problema, sin embargo, para sacarle un partido real a esto es que Podemos está atrapado en su propio laberinto. Critica el mito de la meritocracia, bien, pero es que entre sus filas uno se encuentra constantemente el reflejo de que no pueden predicar con el ejemplo. Son auténticamente endogámicos y se construyen en torno a ello. No es sólo el caso de Lilith Verstrynge y de Íñigo Errejón.
Es el caso de la mayor autoridad moral ahora mismo en el partido, el de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Su hasta hace nada jefa de gabinete, Amanda Meyer, es hija del histórico de Izquierda Unida Willy Meyer y ella también ha llegado a ocupar un buen puesto en el partido. Las asesoras del Ministerio, las de la famosa tarta de cumpleaños, no son personas especializadas en sus respectivos ámbitos, sino amigas de toda la vida que llevan toda la vida pululando por cargos a discreción del estilo. Además, ¿es Irene Montero la persona mejor preparada del partido para llevar Igualdad? ¿Tuvo algo que ver el hecho de que sea la pareja de Pablo Iglesias?
Pasa lo mismo con la actual secretaria general de la formación y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra. Ella es compañera de Irene Montero de cuando ambas estudiaron psicología. Otro ejemplo: en cuanto llegó a la cúpula del partido, su marido entró como asesor en el Congreso de los Diputados. Estaríamos hablando aquí de meritocracia conyugal o, simplemente de endogamia tribal.
Y desde que llegaron al Gobierno estas tónicas también se han visto replicadas en puestos relevantes de la Administración del Estado. El caso más flagrante ya lo contó EL ESPAÑOL con las direcciones generales. La ley dice que un director general tiene que ser un funcionario de carrera, alguien que se ha sacado las oposiciones y que ha escalado a base de méritos. Sin embargo, ante la falta de funcionarios de confianza, Podemos ha plagado estos puestos de amigos y personal de confianza. Así, el director general de Derechos de los Animales no es un funcionario del Cuerpo Nacional de Veterinarios, sino un activista que regentaba un bar vegano.
Además, ¿qué políticas ha llevado a cabo el actual Ejecutivo para paliar estos problemas de una meritocracia que, dicen, no existe? Alguien podría decir que el Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero actualmente está más que demostrado que no está llegando a la gente que debería y el Ministerio de Trabajo encargó un informe para analizar el impacto del IMV y que, una vez elaborado, descansa en un cajón porque no quieren hacer públicas las conclusiones.
De todas formas, aunque en la formación morada se ve con especial relevancia, ningún partido político se libra de estas dinámicas. En la Moncloa, los tres cargos más altos son amigos. El jefe de gabinete del presidente Sánchez es su colega Óscar López y su adjunto es Antonio Hernando. A los tres se les conocía como Los hombres de Pepiño en referencia a Pepe Blanco. Vox es un partido prácticamente formado por 'hijos de' y plagado de apellidos compuestos y, en el PP, Pablo Casado metió en la dirección de Génova 13 a todos sus amigos de Nuevas Generaciones y Alberto Núñez Feijóo, al heredar las riendas de la formación, los ha sustituido por siete cargos del PP gallego de su máxima confianza.
Va a ser verdad aquella frase tan recurrente en la mente de Íñigo Errejón y su enemigo, otrora hermano de batallas, Pablo Iglesias: "Porque fueron, somos; porque somos, serán".
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