Una mañana cualquiera hace escasos meses, un coche de la Ertzaintza se acercó hasta la cárcel de Martutene, en San Sebastián, para trasladar a una presa que tenía que ir al médico. Durante el trayecto, uno de los agentes miró atrás y preguntó qué tal iba la cosa ahí dentro. "Mucho mejor desde que hay clases de CrossFit", respondió. ¿Y eso? "Desde el traspaso de competencias, los etarras organizan clases de CrossFit". ¿Y quién las da? "Un etarra, claro". ¿Y quién puede ir a esas clases? "Bueno… quienes los etarras decidan que puede ir".

Muchas cosas han cambiado en las cárceles del País Vasco desde que el pasado 1 de octubre asumiera su control el gobierno autonómico. Especialmente para un colectivo de reclusos que, aunque a todas luces minoritario, ha salido beneficiado. Se trata, como cabe imaginar, de los presos de ETA. Con motivo del primer año de gestión vasca y de los acercamientos que se están produciendo estos días, entre los que ya se encuentran los etarras más sanguinarios, EL ESPAÑOL | Porfolio ha hablado con numerosos funcionarios de las tres prisiones de la comunidad para dibujar el panorama actual.

"Hay internos de primera y de segunda", reconoce uno de los trabajadores. Las clases de CrossFit, sin embargo, son la anécdota y los privilegios van más allá. Las fuentes aseguran que se está sacando de los centros a presos comunes para hacer hueco a los etarras que vienen, que entran directamente a los módulos más laxos y a veces les dejan elegir celda, siempre individual para ellos. Tienen a su disposición los trabajos más cómodos -el economato mejor que limpiar baños- por los que reciben sueldos de dinero público y, cuando se saltan las reglas, los informes para las posibles sanciones desaparecen misteriosamente.

El Gobierno del País Vasco ha reiterado en varias ocasiones desde que asumió las competencias que todos los presos son y serán tratados por igual. Sin embargo, los testimonios de los funcionarios que comparten el día a día con los internos de ETA -independientes y de distintos sindicatos y con ideas políticas muy diferenciadas- aseguran que sí se produce trato de favor, forzando a límites hasta ahora inéditos el reglamento penitenciario.

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Los etarras pasan los días que les quedan en prisión de una forma tranquila, gozando de privilegios y esperando a que llegue el ansiado tercer grado, el régimen más laxo de todos, donde ahí también estarían gozando de un nuevo trato de favor. Las fuentes denuncian que este avance de grados se produce en muchas ocasiones sin que se hayan cumplido previamente las condiciones para su idoneidad. Esto es algo en lo que sí ha reparado la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que ya ha recurrido varios casos.

Así es el privilegio de las cárceles made in Euskadi con el que se van a encontrar los presos de ETA que más penas acumulan y que ya van a empezar a llegar a cárceles vascas después de que los condenados por delitos menores hayan ido allanando el camino. La semana pasada se conoció que el Ministerio del Interior ha aprobado el acercamiento de 13 reclusos, entre los que están célebres asesinos como Javier García Gaztelu alias Txapote o Henri Parot. Se trata de uno de los traslados más numerosos hasta la fecha y entre los 13 acumulan nada menos que 72 asesinatos.

Los etarras 'Txapote' y 'Amaia', condenados por el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Haciéndoles hueco

Cuando el Gobierno del lehendakari Iñigo Urkullu se hizo con las competencias de las tres prisiones de País Vasco -la de Basauri en Vizcaya, la de Martutene en Gizpuzkoa y la de Zaballa en Álava- se encontró con que los centros penitenciarios estaban en buena medida obsoletos, saturados y con muchísimos presos repartidos por toda España pidiendo volver. A fin de cuentas y al margen de la controversia política que genera, acercar a un recluso al lugar en el que está arraigado y reside su familia no es un beneficio, sino un derecho.

Sin embargo, desde la oposición política se está denunciando que a los presos comunes que cumplen los mismos requisitos que los etarras no les están dejando volver. Pero las fuentes penitenciarias van más lejos y aseguran que, además, se está sacando a internos sin razón aparente para hacer hueco a esos etarras que ansían regresar al País Vasco.

"Los tres centros están casi a tope, al límite de sus posibilidades. Así que a todo el que pueden, al mínimo resquicio, le trasladan y les hacen hueco para que vengan los de ETA. Los últimos 100 que han venido aquí, unos 70 serán de la banda armada", reconoce un funcionario de la prisión de Zaballa, cercana a Vitoria.

"Entran en un módulo bueno, cobran y cotizan y todo eso, además, sirve para luego tener reducciones de condena"

Y cuenta un caso concreto reciente, aunque asegura que hay más: "Teníamos aquí a un preso común, de origen portugués, que se estaba portando muy bien. No era informante ni nada por el estilo, no tenía problemas con los reos, pero tenía buena conducta y había colaborado con nosotros como ordenanza; además, sólo le quedan dos años para terminar la condena. Pues le han mandado a Galicia. Antes del traslado le pregunté si era porque tenía familia ahí cerca de Portugal, pero me dijo que no, que su mujer estaba afincada en Nanclares de la Oca (Álava) y que no entendía nada. Y eso coincide con que hay que traer a los que hay que traer…", añade.

La mayoría, ya en País Vasco

La primera semana de septiembre ha saltado la polémica porque el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido acercar a prisiones del País Vasco a 13 condenados de ETA. Más allá que por el acercamiento en sí, lo más controvertido es el perfil de los mismos. Y es que el Ejecutivo -este y los anteriores- lleva años acercando a este tipo de internos y ahora los que quedan por llegar son los que más penas acumulan. 

Aunque no hay cifras oficiales al respecto, las distintas asociaciones coinciden en afirmar que entre el 70 y 80% de los presos de ETA ya se encuentran en País Vasco o Navarra. El porcentaje restante está repartido entre cárceles del resto de España, pero también hay 18 personas recluidas en centros de Francia. 

Directos a módulos especiales

"Una vez que ya están aquí, el funcionamiento es sencillo. Los etarras entran directamente a los módulos de respeto. De entrada. No van a los otros. En teoría, si vienes en primer grado no deberías ir ahí. Pero a ellos les quitan el primer grado antes y van a ese módulo de una vez. Aunque los hay que también han puesto ahí sin pasar de grado", añaden las fuentes.

Los módulos de respeto son los más cotizados de la prisión porque es donde más libertades se disfrutan y más actividades se realizan. Además, es donde menos presencia de funcionarios hay. Este paso a módulos que en teoría no les correspondería por la situación penitenciaria en la que se encuentran es algo que se ha estado viendo de unos años a esta parte y que ahora, según las fuentes, se está intensificando.

La cárcel de Martutene, en San Sebastián. EFE

De ello ya se está beneficiando por ejemplo Javier García Gaztelu, alias Txapote, a pesar de que todavía se encuentra en el centro penitenciario de Estremera (Madrid). El condenado por asesinatos célebres como el de Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez nunca ha mostrado arrepentimiento, pertenece a la línea dura y será acercado próximamente a una cárcel vasca.

A pesar de que sigue en primer grado, está actualmente en el módulo Ágora de la prisión madrileña, según aseguran a EL ESPAÑOL | Porfolio fuentes de este centro penitenciario. Se trata de un módulo parecido a los de respeto, de estudio y deporte, el cual practica con regularidad, y ve a su familia de manera habitual.

La etarra María Lizarraga. E.E.

El futuro que le espera cuando llegue al País Vasco puede adivinarse con el ejemplo de la etarra María Luizarraga. La terrorista condenada fue trasladada el pasado mes de enero hasta la prisión de Zaballa, en Álava, porque se encuentra embarazada. En un movimiento sin parangón, ese traslado se llevó a cabo en ambulancia, algo que no había pasado hasta el momento. De manera paralela, el Gobierno vasco se puso a habilitar para ella y otras reclusas en situación similar un módulo de maternidad en Martutene. Ello, aunque la prisión está obsoleta y habrá que abandonarla en no demasiado tiempo.

"Ellos no van limpiando váteres o recogiendo basura, no, van a los trabajos más cómodos"

A pesar de que el módulo se inauguró con una campaña a bombo y platillo y que reunía las condiciones necesarias para que Luizarraga pudiera tener a su hijo mientras terminaba su condena, el sistema penitenciario vasco ha decidido conceder a Lizarraga el tercer grado y ya vive fuera de la cárcel, en su casa y controlada sólo por una pulsera telemática.

Buenos trabajos y remunerados

Para la construcción de ese módulo de maternidad en Martutene, otra curiosidad, participaron tres etarras. Y no es que trabajaran como si de una especie de ejercicio de reinserción se tratase, es que además han sido contratados por la agencia, recién creada por el Gobierno vasco, Aukerak (Oportunidades, en euskera) y por ello reciben el sueldo mínimo interprofesional de 1.000 euros brutos mensuales que parten del erario público y con los que cotizan.

Además, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales vasca, Beatriz Artolazabal, acudió a la prisión y se fotografió con ellos, entre otros. Antes del traspaso de las competencias, los miembros de ETA rechazaban participar en los trabajos, pero ahora ya no.

La consejera de Justicia, Beatriz Artolazabal (i), preside en la prisión de Basauri su primer acto oficial como gestora de los centros penitenciarios. EFE

"En cuanto llegan los etarras, los ponen a trabajar en los economatos. Es un puesto bastante goloso dentro de la cárcel, es bueno. Ellos no van limpiando váteres o recogiendo basura, no, van a los trabajos más cómodos", relata uno de los funcionarios. "El año pasado los directivos del centro querían darles esos trabajos, pero no había huecos. Les metían en trabajos también relativamente cómodos, como repartiendo comida, pero acababan teniendo problemas por lo de 'a este le has servido más que a mí' y cosas así. Ahora ya van directamente al economato", añade.

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"Ellos buscan evitar todo tipo de problemas, quieren cotizar y tener todo listo y cada vez hay más que se apuntan a los trabajos", asegura otra fuente. "Entran en el módulo sociocultural y también se ponen a dar clases de aerobic, de gimnasia, etcétera… Les meten primero en el curso para que aprendan un poco y luego ya dan ellos el curso", añade. "Todo esto, para ellos, funciona a la perfección. Entran en un módulo bueno, cobran y cotizan y todo eso, además, sirve para luego tener reducciones de condena", apuntala.

Aunque no hay una cifra exacta de etarras que se hayan acogido a los trabajos de Aukerak, las fuentes coinciden en que superarán el centenar entre los tres centros, ya que el cambio de mentalidad respecto al trabajo por parte de los antiguos integrantes de ETA ha abierto muchas vías.

Presos distintos, del todo

Estas dinámicas que se han instaurado en las cárceles del País Vasco demuestran que, al margen de discursos oficiales, en efecto los presos de ETA son tratados de manera diferenciada a los demás internos. Ya quedó claro a principios de este año en los informes recogidos por la Guardia Civil en los que aparecían conversaciones entre etarras y sus abogados reconociendo todo tipo de privilegios.

"Me envía el de Madrid [en referencia al Ministerio del Interior] un wasap" o "Pedirle a Ortiz [alto cargo del ministro Fernando Grande-Marlaska] que la cárcel de Zaballa acepte" son algunos de los mensajes interceptados a abogados. También se han conocido casos como cuando en junio de 2021 los políticos de EH Bildu enviaron una carta al director de la cárcel de Basauri para reunirse individualmente con tres presos y también con el gestor del centro para "departir sobre las condiciones de encarcelamiento, régimen tratamental, expectativas de retorno y reintegración social de los presos".

La prisión de Zaballa, en Álava. EFE

Las fuentes también hablan de reuniones colectivas con abogados. Es decir, que en vez de que un reo hable de tú a tú con su letrado, se puedan congregar en grupo, buscando estrategias comunes y legitimándose como colectivo.

Pero esos privilegios no sólo suceden en las altas esferas, sino que se ha generado un clima de permisividad constante también en las cotidianidades, en los pequeños actos. "Hace no mucho llegó a Basauri un etarra y le asignaron una celda individual. Esto ya es llamativo porque, con los centros casi masificados como los tenemos, nadie tiene celda individual salvo ellos", reconoce un funcionario del centro.

"Bueno, pues resulta que la celda no le gustó, que quería otra distinta; aquí están viejas y no son todas iguales. En una situación así, por quejarse, se le habría sancionado. Pero aquí no. Bajaron los directivos, la directora y los administradores a hablar con él y le buscaron otra celda. Por supuesto, ahí ya había un interno y lo sacaron para hacerle el hueco al de ETA", añade.

"Sí, aquí los gitanos duermen de dos en dos y los etarras de uno en uno", reconoce otro compañero. Y confirma que las sanciones por mal comportamiento muchas veces no llegan a nada: "A mí me ha pasado de ver que se le ordena a uno que se vaya a su celda, que está en el módulo sociocultural, y de repente el tipo aparece en otro módulo. Para un preso cualquiera eso implica sanción. Pero tú haces el parte y no se eleva, desaparece por el camino. Ya llega un punto en el que ves que eso de que no se sancione se ha convertido en la tónica y ya piensas que para qué vas a hacer tú el parte y pelearte. Pasas".

Cárceles 'made in Euskadi'

Se va a cumplir un año desde que el Gobierno del País Vasco asumiera las competencias de las prisiones en Euskadi y los cierto es que el inicio de la andadura no podía haber sido más abrupto. Además de las condiciones especiales que hay para presos de ETA, tanto la oposición política como los funcionarios tildan la situación de un auténtico caos. 



Este viernes, varios funcionarios de la cárcel de Basauri y de la de Zaballa se han manifestado frente a los centros para denunciar esta situación caótica. Hablan de diferencias laborales entre trabajadores -unos con mayor flexibilidad que otros-, falta de medios, diferencias de sueldos de hasta 400 euros y que en las oposiciones se reclame el euskera, un idioma que aseguran utilizar rara vez.  



A las protestas actuales de los sindicatos hay que añadir que cuando las competencias se transfirieron, el 49% de todos los funcionarios en cárceles vascas pidieron irse a otras prisiones de España. También se han producido varias dimisiones en los puestos de dirección de los centros. 

El ansiado tercer grado

Pero todas estas cuestiones, aunque hacen el día a día de los presos de ETA más fácil, no es suficiente para ellos porque, en realidad, quieren lo que todo preso ansía realmente: salir en libertad. Ahí, las fuentes aseguran que también se les está echando una mano.

"Desde que el Gobierno vasco asumió las competencias, lo que más he notado es que hay una voluntad total para subirles de grado, especialmente al tercero", comenta un funcionario de Martutene. "El tercer grado les permite trabajar e ir sólo a dormir. Pero también hay una opción más abierta en la que le ponen una pulsera telemática en el tobillo y pueden estar en su casa. A muchos etarras que llegan al País Vasco les están concediendo, aunque tengas delitos enormes, ese tercer grado con pulsera telemática. Lo hacen la Junta de Tratamiento [de cada centro] y la institución vasca de Prisiones", añade.

"Aquí hay un cambio, porque hace años no teníamos penados etarras y eso no se veía. Además, para que le otorguen el tercer grado hay que cumplir una serie de condiciones. Tienes que mostrar que te has arrepentido y cosas así. Pero estos no lo hacen, se saltan los protocolos cada dos por tres y con el conocimiento absoluto del gobierno autonómico", comenta.

Es algo que le ha pasado a María Luizarraga, que sin arrepentirse disfruta en su casa de la pulsera telemática. O a Txapote, que tampoco se ha arrepentido y será acercado y progresará de grado y en no mucho tiempo podrá gozar de permisos fuera de la cárcel al cumplirse tres cuartas partes de su condena. Otros han encontrado fórmulas que implican cumplir la papeleta sin pasar por el aro del todo: este diario ya publicó en exclusiva el uso de cartas tipo en el que los etarras reconocen la legalidad penitenciaria y buscan fórmulas vagas como "me comprometo con un nuevo tiempo político" que no implican arrepentimiento real pero se dan por buenas.

Recibimiento al etarra Iker Araguas en junio de 2021. Navarra.com

"Hay algunos que, aunque sean de ETA, sí que están arrepentidos y lo comunican y no van a delinquir. Pero en muchos de los que salen no se están cumpliendo las condiciones legales para que obtengan el grado, pero la Administración vasca ha abierto la mano con esto y de aquí en adelante va a seguir pasando", añade la fuente. Esto es algo en lo que la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha reparado y es habitual que recurra diversos terceros grados concedidos a terroristas.

El tiempo que ha pasado desde que se disolvió la banda, la cantidad de años de pena que ya han cumplido muchos de sus etarras y otros factores, han llevado a que la situación actual sea de acercamientos de los presos más sanguinarios de ETA, que además ven sus condenas llegar a su fin. Antes o después, mientras tanto, a hacer tiempo en las cárceles made in Euskadi. A seguir en su privilegio carcelario.

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