A Isabel se le heló la sangre este jueves, a las 13.32 horas, cuando estaba en el trabajo y recibió una llamada del letrado que la representó en el juicio contra su expareja, por violarla en la misma cama donde dormía junto a su hija, de sólo 4 años. "Me llamó para decirme que ha solicitado una rebaja de su condena, acogiéndose a la ley del 'sólo sí es sí', y el corazón me dio un vuelco", tal y como admite Isabel, sin nombre falso, ni foto pixelada, porque quiere que la ministra de Igualdad, Irene Montero, y el juez que va a analizar el escrito de su expareja, tengan presente su rostro atenazado por el pánico ante la posibilidad de que Santiago ponga un pie en la calle.
A Santiago G. M. le condenaron a 9 años de cárcel por una agresión sexual, con agravante de parentesco. Además, se le impuso un periodo de libertad vigilada de 5 años y se le prohibió durante 10 años acercarse o comunicarse con su expareja, una vez saliera de prisión, debido al riesgo que entraña para Isabel. Ahora, la contundencia de esa sentencia está amenazada por el recurso presentado por el letrado de Santiago, amparándose en la ley del 'sólo sí es sí', para lograr una rebaja en su condena, como ya ha ocurrido con quince agresores sexuales de todo el país.
"La Justicia me había dado 19 años de paz y tranquilidad, nueve años de prisión y diez años de orden de alejamiento para mi expareja: ¿Y ahora qué? El Gobierno me arranca eso por las bravas. ¿Es que no han visto las consecuencias que tendría la aprobación de esa ley? ¿Es que dictan leyes sin que los expertos analicen antes sus efectos?", se pregunta Isabel, con los ojos inyectados en lágrimas y la cara descompuesta, en la entrevista que concede a EL ESPAÑOL | Porfolio en una cafetería de la pedanía murciana de Santo Ángel, para evitar que su princesa, de 7 años, la vea llorar en casa. "Mi hija no sabe nada de lo que pasó".
La pequeña vio por última vez a su padre el 14 de agosto de 2019: el día que le arrestó la Policía. Después, los familiares de la chiquilla le contaron que a Santiago le salió un trabajo de fontanero y electricista fuera de Santo Ángel. "Hice lo que me recomendaron los psicólogos". La versión real no la conoce la cría y jamás se la contará su madre porque es nauseabunda hasta para la mente de un adulto. De hecho, cuando Isabel empieza a narrar su caso al periodista comienza a temblar, a sollozar y su rostro angelical se convierte en la viva imagen del terror.
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Tal reacción evidencia la revictimización que está sufriendo esta mujer, ante la posibilidad de que su expareja vea rebajada su condena por culpa de la ley del 'sólo sí es sí'. "Estoy reviviendo todo lo que ocurrió", confiesa esta responsable de recursos humanos en una empresa agrícola. "Llevo tres años haciendo terapia con una psicóloga del Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género". En la actualidad, Isabel vive con sus padres, junto a su hija, porque el miedo se apoderó de su vida desde la madrugada del 14 de agosto de 2019, cuando su cuerpo fue mancillado por Santiago tras una temporada pidiéndole romper la relación.
"Sufría agresiones verbales que al final se convirtieron en agresiones físicas", tal y como resume esta mujer, con la voz temblorosa, al recordar el trágico final que tuvo la convivencia que mantenía desde hacía 18 años con Santiago. Así lo pone de manifiesto el audio que figura en este reportaje y que fue una de las grabaciones que se escuchó durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Murcia, poniendo los pelos de punta a todos los presentes en la sala de la Sección Tercera.
"Lo que me hizo no dar marcha atrás y no volver a perdonarlo fue la vez que me cogió por el cuello, en la cocina, delante de mi hija, y la niña empezó a llorar". Ya no cabían más oportunidades: la ruptura era definitiva después de aquella agresión. Sin embargo, Santiago no se marchaba de casa: "Me tenía machacada mentalmente".
La convivencia estaba rota desde hace tiempo por culpa del cabeza de familia. Prueba de ello es que Isabel siempre dormía con su niña, en una habitación del dúplex, mientras que Santiago lo hacía en el sofá, hasta que una noche subió a aquel cuarto para perpetrar una agresión sexual salvaje y nada menos que en presencia de su propia hija. El apartado de hechos probados de la sentencia de la Audiencia Provincial provoca un nudo en el estómago porque Santiago fue capaz de excitarse teniendo al lado a una niña inocente, de 4 añitos, que era la sangre de su sangre.
La Sala consideró probado que Santiago violó a su pareja en la misma cama donde dormía plácidamente su hija.
"El día 14 de agosto de 2019, sobre las 5 horas de la madrugada, el acusado accedió al cuarto donde Isabel María dormía junto a la hija desde su nacimiento, dadas las nulas relaciones entre ambos, comenzando a realizarle tocamientos en sus partes íntimas, a lo que Isabel se negó varias veces de forma verbal, diciéndole que la dejara, a lo que el acusado le respondía que lo haría cuando él quisiera".
"Acto seguido y guiado por un ánimo libidinoso, contra la voluntad de Isabel María, el acusado le arrancó con fuerza la ropa interior, la cogió de ambas manos, se las colocó por encima de la cabeza, la inmovilizó con su cuerpo, y la penetró vaginalmente hasta eyacular, sin que Isabel María realizara movimientos bruscos, ni gritara, para no despertar a la menor que se hallaba en la misma cama, pero sí manifestándole su negativa de forma reiterada y pidiéndole que la dejara".
La posible reducción de condena
Pablo Martínez, el abogado que representa a Isabel, explica que "Santiago lleva en prisión 3 años y 3 meses y ha presentado un escrito a la Audiencia Provincial, solicitando una rebaja de su pena, en base a la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual". Una vez más, la normativa estrella de la ministra de Igualdad, Irene Montero, resulta contraproducente para las víctimas que han logrado encarcelar a sus depredadores sexuales.
"Con la ley del 'sólo sí es sí', si le conceden una reducción de dos años, Santiago pasaría a tener ya la mitad de la condena cumplida y tendría derecho a que se le concedieran permisos penitenciarios, incluso a un tercer grado: saliendo de día de la cárcel y regresando por la noche a dormir", según advierte el prestigioso penalista que junto al letrado, Mariano Bo, ejercieron la acusación particular en representación de Isabel.
Esta petición de reducción de condena no es baladí porque supone revisar un juicio que fue complicado para Isabel porque debía demostrar que aquella relación sexual no fue consentida, tal y como alegó Santiago, aprovechando que seguían durmiendo bajo el mismo techo. "Cuando se celebró la vista oral, entré a la sala mirando al tribunal porque no quería cruzar la mirada con mi expareja y al empezar a declarar, él comenzó a toser, al escucharlo, me paré y me bloqueé, como si estuviera otra vez en aquella noche: fue muy difícil testificar", según rememora Isabel.
La declaración de esta mujer, de 42 años, es recordada en el Palacio de Justicia porque solo pudo relatar lo sucedido cerrando los ojos todo el tiempo para no ver a Santiago. La valentía de Isabel, imponiéndose al trauma que pesaba sobre su conciencia, viene recogida en la sentencia donde se subraya que "la principal prueba de cargo" para condenar por la agresión sexual a Santiago "ha sido el testimonio de la víctima". También las grabaciones que aportó esta mujer para demostrar los episodios de malos tratos que sufrió y que precedieron a la violación.
"Con la ley del 'sólo sí es sí', si le conceden una reducción, Santiago pasaría a tener ya la mitad de la condena cumplida y tendría derecho incluso a un tercer grado"
Whatsapps de auxilio
Todo ello, sin olvidar los WhatsApp de auxilio que la pobre Isabel le envió a su cuñada, a las 9.30 horas del 14 de agosto, tras haber sido violada de madrugada por el padre de su hija. "Aquella noche se me pasaba por la cabeza coger a la cría y marcharme, pero como Santiago dormía en el sofá pensaba que si se despertaba yo no lo contaba", afirma categórica, sin haberle dado un sorbo del café en toda la entrevista. "Mi cuñada no me respondió y tuve que pedir ayuda a mi hermano y mi hermana".
-WhatsApp de Isabel a su cuñada: Ayer te pedí ayuda porque no sé qué hacer. Pensé que tú podías echarle una mano porque has pasado por esto. Estoy sentenciada por tu hermano [...]. Me ha dicho que hasta es capaz de matar. No he llamado a nadie de mi familia todavía porque me ha jurado que le da igual. El llamarte a ti es para intentar que recapacite. Aquí estoy esperando a que diga de irse solo, en algún momento, para salir yo con mi hija. No sé dónde ir, ni qué hacer, estoy agotada, y no puedo pensar.
-WhatsApp de Isabel a su cuñada: Siento meterte en esto, pero pensé que vosotros podíais hacerle ver que tiene que dejarme. Es capaz hasta de forzarme para metérmela encima. No sé qué hacer, sólo pasando las horas. Él dice que yo tengo que seguir con él hasta que él quiera.
La Sala consideró probado que Santiago violó a su pareja en la misma cama donde dormía plácidamente su hija. El fallo remarca "el afán de subyugación que movía al procesado o el ambiente intimidatorio que desplegaba", antes de perpetrar la agresión sexual. Santiago fue condenado a 9 años de cárcel y 10 años de prohibición de acercarse a su expareja, pero este violador recurrió la sentencia ante dos instancias diferentes y el calvario de Isabel se alargó hasta julio de 2021.
Pregunta.- ¿Cómo afrontó los recursos que presentó el padre de su hija?
Respuesta.- Se me cayó el mundo encima: esto nunca terminaba. Sentía mucha inseguridad y miedo. Viví con incertidumbre durante varios meses.
Tanto el Tribunal Superior de Justicia como el Tribunal Supremo ratificaron punto por punto el fallo dictado por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. Un año y cuatro meses después de haber cerrado ese duro episodio judicial, la dichosa redacción de la ley del 'solo sí es sí' ha reabierto la batalla legal de Isabel: "La ministra tiene que dimitir porque yo he tenido una condena justa, se me ha escuchado y se ha hecho Justicia, pero ahora, el Gobierno saca esta ley que reduce una pena que en su día se consideró acorde al delito cometido".
Alertas de rebajas de condena
Diversas organizaciones como Femes, Mujeres Juristas Themis o la Alianza contra el Borrado de Mujeres, ya advirtieron al departamento que encabeza Irene Montero de que la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, en caso de aprobarse, abriría la puerta a reducir los castigos a los condenados por delitos sexuales. También alertaron de que las rebajas de condenas ocasionarían episodios de revictimización y eso es justo lo que le está pasando a Isabel y a sus padres -con los que convive-: "Esto nos genera inseguridad a toda la familia y nos pone en alerta".
A lo largo de toda la entrevista, a pesar de que el escrito de su expareja no ha sido resuelto todavía por la Audiencia Provincial, a Isabel le traiciona el subconsciente porque da por perdida esta batalla legal, a la vista del goteo de reducciones de condenas que se está produciendo en todo el país. Uno de los últimos casos se ha producido en Murcia, donde el Tribunal Superior de Justicia ha rebajado la pena de cárcel, de cuatro años y medio a tres años y un día, a un hombre que empujó a una mujer a un huerto colindante del Malecón para perpetrar la siguiente agresión sexual:
"La sujetó del pelo y a fin de satisfacer su deseo sexual, empezó a besarla en la boca y a efectuarle tocamientos en los pechos y genitales por encima de la ropa. Acto seguido, empezó a abrirle la blusa para tocarle los pechos, también comenzó a bajarle el pantalón y a tratar de abrirle las piernas, al tiempo que hacía lo mismo con su pantalón, pues tenía la intención de completar el acto sexual con penetración, mientras la víctima gritaba pidiendo auxilio. En ese momento, el acusado fue sorprendido por una pareja de policías locales que estando de servicio en la zona, oyeron los gritos y accedieron al lugar donde se encontraban, en auxilio de la chica".
De momento, solo en tierras murcianas se ha solicitado una decena de revisiones de condenas. Una de ellas es la de Isabel, por ello ha decidido denunciar públicamente su caso para alertar de que su expareja podría ir a buscarla, si logra algún permiso penitenciario al serle reducida su pena de cárcel. "El día que le arrestó la Policía le clavó las llaves de casa a mi hermano en el pómulo: no le dio en el ojo de milagro", tal y como ejemplifica esta mujer, sobre el carácter de Santiago, un hombre doce años mayor que ella. "Tengo miedo".
Otra prueba del perfil de este recluso es que esta mujer ha logrado por vía judicial que Santiago no pueda recibir visitas de su hija en la prisión, ni que tampoco tenga derecho a llamarla por teléfono. "Cuando él ya estaba en la cárcel, la inseguridad que yo sentía por lo que me pasó, me llevaba a no salir a la calle y si lo hacía siempre iba acompañada de alguien". Ahora esa ingrata sensación vuelve a sobrevolar su cabeza.
Lo único que le devuelve la sonrisa a Isabel es hablar de su pequeña, un portento de la gimnasia rítmica, que vive ajena a la tensión que se respira en casa, a la espera de que se resuelva el escrito que el abogado de Santiago ha presentado. "Para mí, mi termómetro es ver feliz a mi hija. No tiene ningún trauma y nunca pregunta por su padre". La solicitud de reducción de pena que ha presentado su expareja es tan escueta que se reduce a un párrafo que alude a la ley de la ministra Irene Montero:
"Entendemos que la antedicha sentencia debe ser revisada por la Sala a la que nos dirigimos, al amparo de las mencionadas disposiciones y habida cuenta de la actual redacción de los artículos 178 a 180 del Código Penal, introducida por la disposición final cuarta de la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual, la cual establece un trato más favorable al reo, en este caso, mi mandante, y por ello, por el presente solicito la reducción de la pena en proporción a la nueva y antedicha redacción, procediendo, en consecuencia, a acceder el condenado a los beneficios penitenciarios a los que tenga derecho como consecuencia de tal reducción. Y todo ello al amparo del principio jurídico-penal in dubio pro reo".
Los letrados Pablo Martínez y Mariano Bó consideran insólita la situación que ha causado la normativa impulsada por el Ministerio de Igualdad, en el caso de Isabel, ya que "la sentencia de condena a su expareja estaba perfectamente fundamentada a juicio de tres instancias judiciales distintas". Pero no les ha quedado más remedio que presentar un escrito oponiéndose a cualquier medida que beneficie a Santiago.
"Se trata de una agresión sexual, con penetración, con agravante de parentesco, y entendemos que en este caso no se le debe aplicar una mejor pena al condenado porque con la reforma actual de la ley del 'solo sí es sí', se podría haber llegado a una condena mínima de 11 años de prisión, en vez de los 9 años que le impusieron", según sostienen los dos penalistas murcianos, cuyo escrito condensa todas sus posibilidades de mantener la condena del violador en los dos primeros puntos:
1) El ya condenado lo fue por el artículo 178 y 179 del Código Penal, por haber un acceso carnal –violación-, señalando ese artículo, ya derogado, penas de 6 a 12 años; pero se le apreció la circunstancia mixta de parentesco (agresión sexual a su esposa) del artículo 23. Teniendo en cuenta que en el artículo 66, el arco penológico era de 9 a 12 años (la mitad superior), se le impuso la pena mínima de 9 años.
2) Tras la reforma sería de aplicación el artículo 178 del Código Penal y en caso de acceso carnal, que aquí hubo, el 179, que señala penas de 4 a 12 años de prisión; pero además, sería de aplicación el 180 que señala penas de 7 a 15 años, en caso de acceso carnal, y también lo sería el artículo 180.2 que obliga a imponer la pena en su mitad superior, si concurren dos de las circunstancias señaladas, por lo que el arco penológico sería de 11 a 15 años; el mínimo a imponer sería 11 años por lo que no es más favorable al reo.
El remedio a la angustia diaria que padece Isabel depende de que para la Audiencia Provincial pesen más, esas 13 líneas que la ley del 'solo sí es sí': "Yo creía en la Justicia y sigo creyendo en la Justicia porque me escuchó para hacer Justicia, que es lo que esta ley me está quitando".
"La Justicia me había dado 19 años de paz y tranquilidad: ¿Y ahora qué? El Gobierno me arranca eso por las bravas".