Que estalle el peor caso de corrupción en pleno Día Internacional contra la Corrupción no deja de ser una fatal casualidad, pero que la institución torpedeada en su línea de flotación sea el Parlamento Europeo es "un desastre, un drama". Así lo reconocía a EL ESPAÑOL | Porfolio un eurodiputado, al teléfono, mientras se le terminaba la semana horribilis entre largas horas de tedio nevado tras una tormenta de nieve en Estrasburgo.
La capital moral europea, donde se celebran los plenos una vez al mes, había blanqueado sus calles estos días con una tromba de copos helados que no ha podido con el huracán de la corrupción. Porque en el hemiciclo todo era negrura, hedor a podredumbre. Nadie sabe hasta dónde llegarán las ramificaciones del escándalo de pagos millonarios: si sólo habrá socialistas implicados, como hasta ahora se ha descubierto; si los sobornados serán, eminentemente, italianos, como parece; o si sólo habrá un corruptor, que ya parece que no... tras ampliarse el peso de la duda sobre la posible participación de Qatar, ahora, hacia Marruecos.
En plena crisis energética, tras 10 meses de guerra, con los precios de la cesta básica por las nubes y las calefacciones apagadas en media Unión Europea, la paradoja europea es que el hecho noticioso se centra en que algunos de los representantes de la soberanía popular (a saber cuántos, ahí duele) amasaban billetes como para encender hogueras y, aun así, seguir siendo ricos. Al escándalo ya se le ha bautizado Qatargate, que es la forma con la que la poca originalidad periodística convierte, desde el Watergate de los años 70, los asuntos de corrupción en importantes a nivel global.
Y a fe que lo es: primero, porque la afectada es la institución autoerigida en "vigilante" y "guardiana" de los principios y valores de la UE. "Somos los únicos elegidos directamente por los ciudadanos", recuerda Juan Fernando López Aguilar. "Eso nos da una legitimidad, pero también una responsabilidad". Y, segundo, porque la mancha ya está siendo utilizada "por los enemigos de la democracia", como comenta otro europarlamentario que prefiere mantenerse en el anonimato. "Ha tardado cinco segundos el autócrata húngaro, Viktor Orbán, en proclamar que la Eurocámara no es quién para señalar a su régimen corrupto, porque aloja la corrupción en su interior".
Hasta el momento se han incautado más de millón y medio de euros en billetes, dentro de maletas escondidas en los domicilios y despachos de algunos detenidos. Entre ellos, una de los catorce vicepresidentes de la Eurocámara, la griega Eva Kaili, imputada junto con otras tres personas. Entre ellas, su pareja, el italiano Franceso Giorgi, asistente en la Eurocámara y padre de su hija.
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Están acusados de los delitos de participación en organización criminal, blanqueo de capitales y corrupción. Y Giorgi ya ha empezado a confesar, según el diario belga Le Soir: trabajaba para favorecer a Qatar y a Marruecos. Y el "jefe de la trama", afirma, es el detenido Pier Antonio Panzeri, exeurodiputado, socialista e italiano, que creó una ONG bautizada con clara intención de blanquear sus presuntos propósitos: Fight Impunity (Contra la impunidad, en traducción libre), cuyas oficinas fueron registradas la semana pasada.
Atrapados en la blanca nieve
Y así, mientras más de 500 eurodiputados esperaban, congelados en sus hoteles –las instalaciones turísticas de Estrasburgo no están a la altura del glamour de sus huéspedes– o amontonados en la pista del pequeño aeropuerto de la ciudad alsaciana para poder despegar sus pies de la nevada ciudad, en Bruselas se reunían sus líderes en el Consejo Europeo.
Los jefes de Estado y de Gobierno ponían caras graves, en parte para aparecer como preocupados por el huracán de corrupción, y en parte -cada vez más empoderados en estos tiempos de crisis-, para aprovechar la ocasión de demostrar que, ellos sí, están a lo que hay que estar. "Este escándalo puede sacudir la democracia", diagnosticaba Olaf Scholz, canciller de Alemania. "La Eurocámara ha aceptado hacer un esfuerzo por homologar sus normas de transparencia", comentaba Pedro Sánchez.
Pero "lo que no puede ser es que vengan aquí a decir que luchan contra la corrupción", respondía a este diario, indignada, Dolors Montserrat. "A la vez que en España abaratan el castigo por robar el dinero de todos para usarlo en el peor delito, que es atacar el sistema de convivencia". La jefa de la delegación del PP en el Parlamento Europeo escapaba en coche de las nieves justo en ese momento. Con prisas por llegar a Bruselas y poder reunirse con su equipo para encontrar algún modo efectivo -de momento, las instituciones callan- de llamar la atención de la Comisión ante el "asalto a las instituciones" en España.
La llamada, por eso, se entrecortaba, pero se le entendía todo. Si en la Eurocámara (casi) nadie ha querido hacer sangre y politizar el asunto, ella no quería desaprovechar la ocasión para mostrar "la contradicción". ¿Y cuál es esa contradicción? Pues que en Europa, populares, socialistas y liberales trabajan de la mano, conversan, debaten, discuten, negocian y acuerdan. Y, en España, por el contrario, "el presidente nos insulta".
También asegura que en Europa se ha tardado "menos de un segundo" en desposeer de sus funciones y destituir a Kaili de su cargo institucional; simplemente un día en montar una comisión de investigación, y nada más que una sesión plenaria en adoptar una resolución que reconoce "las sospechas de corrupción por parte de Qatar" y asume "la necesidad de más transparencia en las instituciones de la UE". Con 541 votos a favor, dos en contra y sólo tres abstenciones.
"Creo que es muy posible que, incluso, esos votos no afirmativos fueran equivocaciones", repone, por su parte, López Aguilar. El exministro español de Justicia es hoy presidente del Comité de Libertades Civiles, Asuntos de Interior y Justicia del Parlamento Europeo (LIBE). Es socialista, como Kaili, y ponente de varios informes sobre corrupción que han lanzado obuses de limpieza sobre las maniobras oscuras los gobiernos de algunos Estados miembros. Notablemente, sobre las del régimen "iliberal" de Orbán.
25.000 lobbistas en Bruselas
"Lo primero fue estupor, después consternación, finalmente ira... ¡De todos!", se empeña en aclarar, indignado, López Aguilar, mientras sube por la escalerilla del avión rodeado de compañeros eurodiputados del PP, de Vox, Anticapitalistas, de Ciudadanos. "Ésta es una institución limpia, y la reacción ha sido inmediata, con contundencia, condenando los hechos y poniéndonos, por un lado, a investigar, y, por otro, a reforzar las medidas de transparencia".
Eso, en realidad, es una implícita asunción del problema. Porque lo cierto es que ningún funcionario, representante o trabajador de esta Cámara niega la facilidad de que estas cosas pasen. Alrededor del Europarlamento pululan, cada día, un número masivo de lobbies que emplean a más de 25.000 lobbistas dispuestos a reunirse, invitar a cenar, dar charlas, organizar viajes... e incluso a redactar textos legislativos. Si las notas de prensa existen para que el trabajo facilitado al periodista ayude a que éste compre la versión del interesado, lo mismo ocurre con los gabinetes jurídicos de empresas y Estados interesados en influir en la política europea. O directamente, controlarla.
"Hay que dejar claro que la corrupción detectada tiene dos vertientes", explica López Aguilar. "Por un lado, es individual. Quien se deja sobornar es responsable de sus actos. Pero por otro, si han trabajado en red, el problema es más grave, y por eso están acusados de organización criminal". Es más grave, sí, porque la el frente borrascoso puede profundizarse y dirigirse a impredecibles costas.
Además, al contrario de lo que ocurre en los parlamentos nacionales, aquí cada eurodiputado es responsable de sí mismo: no se somete a disciplinas ni de voto ni de iniciativa. Es decir, apoya lo que quiere –se supone que después de negociar y convencer o ser convencido políticamente– e impulsa lo que considera oportuno -siempre, en teoría, según su ideología y compromisos electorales-. Eso, unido a que cada uno cuenta con un enorme presupuesto personal para su oficina y que los registros de sus reuniones son obligatorios en teoría, pero laxos en su control, los hace tan poderosos... como la mejor pieza de caza para los cazadores de los lobbies.
Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, lo explica a EL ESPAÑOL | Porfolio: "Las revelaciones demuestran que se crearon una o más ONG para encubrir una organización criminal y canalizar sobornos desde Qatar a ciertos políticos socialistas y su personal".
El político bávaro ofrece una receta radical: "Tenemos que hablar de nuevas reglas para las ONG; y es sorprendente que el Grupo Socialista se niegue a reconocer la pieza central en este caso de corrupción". Su propuesta es "congelar, de momento, todo el trabajo" del Comité DROI (el de Derechos Humanos) del Europarlamento, "hasta que concluyan la investigación interna y la de la Fiscalía belga".
Entretanto, ¿quién vigila al vigilante? Hasta ahora, el Parlamento Europeo ha actuado como la voz de la conciencia europea. Sus 750 integrantes aprovechan la paradoja de ser una Cámara legislativa sin iniciativa legislativa para buscarse cometidos que les den poder. Y uno de ellos, sin duda, es el de afear conductas a la Comisión, al Consejo y a los gobiernos de los Estados miembros.
"Por eso, se ven cada vez más debates de asuntos nacionales aquí", admite un eurodiputado liberal. Precisamente, su formación, la centrista Renew, trata de huir de lo que consideran una prostitución de la Eurocámara. Y suyo fue el voto clave para que esta semana no se desviara el foco desde el Qatargate al "golpismo institucional" de Sánchez, como llegó a calificarlo el Partido Popular Europeo en pleno.
Si el Parlamento Europeo está manchado con una red de corruptos que ha alcanzado hasta el segundo escalón de su poder político, una vicepresidenta, esto no sólo carga de munición la metralleta de improperios del "autócrata húngaro" Viktor Orbán. También lo deslegitima moralmente. ¿Cómo seguirse erigiendo en 'watchdog', o perro guardián, de los demás en estas circunstancias?
Blanqueando cada uno lo suyo
La Cámara ha manifiestado "consternación" por la "presunta" comisión de actos de corrupción, blanqueo de capitales y participación en una organización delictiva por "diputados, antiguos diputados y personal del Parlamento Europeo", ha afirmado la institución en esa resolución aprobada. Y se ha ofrecido no sólo a "cooperar totalmente con la investigación penal en curso", sino que ha "lamentado el estrepitoso fracaso de los mecanismos internos de supervisión y alerta".
La cara de su presidenta, la maltesa y popular Roberta Metsola, mantuvo congelado un gesto de preocupación durante toda la semana en la helada Estrasburgo. Abrió el pleno con un discurso y lo cerró con una rueda de prensa, en la que dejó ver el temor de que los ciudadanos –que ven lejana a la UE– terminen de apartarse, incluso, de la única institución que los representa de manera directa: "Las reformas son especialmente importantes en vista de las elecciones europeas de 2024, cuando los ciudadanos nos harán responsables de cómo la UE ha respondido a los desafíos actuales".
Y otra presidenta, la de la Comisión, Ursula von der Leyen, elevó la apuesta... pero lo hizo al tradicional modo comunitario. O sea, blanqueando responsabilidades por elevación, al proponer la creación de una nueva agencia, como "autoridad independiente" de la UE que supervise la transparencia de "todas las instituciones europeas". Y, por otro lado, pidiendo a los jefes de Estado y de Gobierno, en el Consejo, "armonizar las leyes de lucha contra la corrupción en los Estados miembros".
Justo en la semana en la que media España, en medio de una crisis constitucional, acusa a la otra media de "golpismo". ¿Se romperá la unidad de acción europeísta de populares, socialisats y liberales en Bruselas después del tormentón de Estrasburgo?
Iratxe García, líder de los socialistas en la Eurocámara, dijo estar de acuerdo con Von der Leyen. Y también Dolors Montserrat, la del PP... sonriendo maliciosa, una vez cruzada la frontera: "¡Pero si en España están rebajando penas!". Y apoyada en las palabras de su líder, el alemán Weber: "Todos los hechos y personas involucradas giran en torno a diputados y asesores de los socialistas, S&D, en el Comité de Derechos Humanos (DROI).
Efectivamente, la oficina del Jefe de Unidad de DROI ha sido precintada por la policía, al igual que la oficina de otros asistentes... hay demasiadas preguntas sin respuesta sobre el alcance de la participación de los socialistas en esta red corrupta".
Este viernes, con los eurodiputados ya de vuelta en sus sedes, salía el sol en Bruselas. Un sol frío, de invierno y bajo cero... pero sol, al fin y al cabo. La tormenta de nieve y los muros de hielo, en la peor semana del Parlamento Europeo en Estrasburgo, ya quedan atrás. Pero todos admiten tener escalofríos, porque nadie sabe aún si sólo Qatar, si sólo socialistas, si sólo italianos y una griega, si sólo el Parlamento... estarán en el ojo del huracán.
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